Michel Sauval - Psicoanalista Jacques Lacan, Seminario "La angustia", Lectura y comentarios de Michel Sauval

Notas y comentarios
Sesión del 5 de diciembre de 1962

Discusión del caso clínico de Flora Salem

El texto que vamos a discutir es el artículo de Flora Salem, "¿Inhibición, síntoma y angustia?", que fuera presentado en las jornadas por los 30 años de la Escuela Freudiana de Buenos Aires, disponible originalmente en http://www.efba.org/texto-detalle.asp?IdArticulo=845 , y también aquí

Veamos cómo ordena Flora Salem, "conceptualmente", este caso.

"La ausencia de una mirada materna que pudiera biendecir aquello que no se reflejaba en el espejo de su deseo" dejó abonado el terreno para la "constitución de un ideal del yo extremadamente rígido" que explicaría sus "dificultades laborales o de lazo social". Como "no puede responder al ideal de perfección, o se enamora y no es el varoncito que deseaba su madre, el superyo se hace mas cruel y exigente y la lleva a identificarse a un desecho que debe tirarse por la ventana". La hipótesis estructural de la autora es "la existencia de un déficit en la constitución de un imaginario corporal a partir del cual poder verse bella fuerte y valiosa". El "tipo" de angustia en juego, de "naturaleza automática", sería el índice de esta "conmoción de la estructura narcisista".

Consecuentemente, la dirección de la cura ha consistido en

Es decir, un proceso de "reparación" de un narcisismo herido por una serie de tratos "crueles".

Aún manteniendonos dentro de este contexto "conceptual", podríamos formular algunas preguntas. Por ejemplo:

Pero creo que la discusión principal se ordena a partir del párrafo donde la autora atribuye sus referencias "conceptuales" a .... Lacan !!!
Transcribo todo el párrafo en cuestión:

A partir de lo expuesto, ¿cómo pensar la sintomatología que lleva a C. al análisis? Se trata de una inhibición que, como dice Lacan, no afecta a una función sino a un sujeto. Al respecto dira "estar impedido es un síntoma e inhibido un síntoma puesto en el museo….del lado de la etimología, de ella me sirvo cuando me sirve, también impedicare quiere decir, tomado en la trampa….en la trampa del narcisismo. Reza el mandato superyoico". Asi como tu padre debes ser, así como tu padre no debes ser" Este mandato si no es proferido desde una vertiente amorosa, que lo vacíe de severidad y rigor, ocasiona como en el presente caso, la constitución de un superyo identificado a la crueldad de la que fue objeto el infans respondiendo con severidad y crueldad cada vez que las conductas del sujeto no se correspondan con el ideal. Esta es la trampa del narcisismo propuesta por Lacan.
(las negritas son mías, las itálicas siguen el entrecomillado planteado por la autora)

Aunque podamos atribuir muchos problemas de este párrafo al descuido con que se suele tratar las formas en muchas publicaciones en internet (por ejemplo, es evidente que la frase "Reza el mandato superyoico" está por fuera del entrecomillado del texto que lo precede, y que la cita de Lacan termina ahí), no será en vano detenerse en algunos puntos.

Veamos cómo la autora cita a Lacan: "estar impedido es un síntoma e inhibido un síntoma puesto en el museo….del lado de la etimología, de ella me sirvo cuando me sirve, también impedicare quiere decir, tomado en la trampa….en la trampa del narcisismo".
No hay ninguna indicación sobre el origen de esta cita. Probablemente ello se deba a que el texto estaba preparado para ser leido en unas jornadas, y no se cuidaron las formas cuando devino "artículo" en el sitio web de la EFBA. Pero como la cita es "conocida", podemos encargarnos nosotros mismos de ubicarla.
El comienzo de la misma ("estar impedido es un síntoma e inhibido un síntoma puesto en el museo") se encuentra al final de la página 18 de la edición Paidos del seminario 10 sobre la angustia. Lo que sigue a los puntos suspensivos, en cambio, ya es una versión "libre" de cómo prosigue la cita realmente. Por ejemplo, no existe "del lado de la etimología", pero si "de ella me sirvo cuando me sirve" y, con pequeñas variaciones, también encontramos la referencia a "impedicare": "Impedicare quiere decir caer en la trampa" (todo esto se encuentra en los últimos 4 renglones de la página 18 de la edición Paidos).

En cambio ya no encontraremos "la trampa del narcisismo" como expresión en este fragmento (incluso sesión) del seminario de Lacan. La cita correcta es la siguiente: "la trampa en cuestión es la captura narcisista" (que se encuentra al comienzo del segundo párrafo de la página 19 de Paidos). Y esta diferencia termina de convertirse en el punto crucial cuando Flora Salem vuelve a insistir con esa expresión, para, por un lado, atribuirsela a Lacan: "la trampa del narcisismo propuesta por Lacan" (subrayado mío), y por el otro, aclarar que esta "trampa del narcisismo" consistiría en la constitución de "un superyó identificado a la crueldad de la que fue objeto el infans", que respondería "con severidad y crueldad cada vez que las conductas del sujeto no se correspondan con el ideal".

Muy por el contrario, lo que Lacan anticipa en estos fragmentos de la primera sesión (del 14 de noviembre de 1962) del seminario sobre la angustia, es la caducidad de las referencias al esquema óptico (es decir, lo que le permitía ordenar hasta entonces las relaciones entre el Ideal del yo y el yo ideal en función del Otro, es decir, las relaciones entre lo imaginario y lo simbólico) para abordar los problemas de la angustia. Por eso, no habla de "trampa del narcisismo" (que podría ser una expresión acorde a las referencias al estadio del espejo y el "engaño" de la imagen especular), sino del problema de la "captura narcisista".

¿Qué problema presenta esta "captura narcisista"?.
Lacan pide que recuerden "lo que articulé en último término sobre el límite muy preciso que introduce la captura narcisista en cuanto a lo que puede investirse en el objeto, en la medida en que el falo, por su parte, permanece investido autoreróticamente. La fractura que de ello resulta en la imagen especular será propiamente lo que da su soporte y su material a esta articulación significante que, el otro plano, simbólico, se llama castración" (página 19 de la edición Paidos) (subrayado mío).
Esta es la "trampa": que en el lugar de la imagen hay una fractura debido a que allí hay una falta, que se corresponde con el límite al investimento autoerótico del falo. Esta "trampa" será analizada más detenidamente por Lacan en las sesiones sucesivas (aunque también es un tema que ya ha planteado en las últimas sesiones del seminario 8 sobre la transferencia. Ver al respecto las
notas y comentarios sobre el esquema óptico y el esquema N, y el problema de la inclusión del falo y el objeto a en el registro especular)

Por lo tanto, es un completo despropósito asignar a Lacan el paquete "conceptual" con el cual Flora Salem pretende ordenar el caso.

La sola presencia de expresiones como "déficit en la constitución del imaginario corporal" ya nos alertaría sobre la orientación típicamente postfreudiana del razonamiento de la autora. Siguiendo esta lógica, ¿cómo podríamos solucionar un problema de "déficit" si no es por la vía de algún "suplemento" o proceso "reparador"? Justamente, esa es la vía que sigue Flora Salem con su preocupación por "provocar una mirada amable" sobre el sujeto, o la "legitimación" que pretender otorgarle a la paciente a su "derecho a gozar". Esta es, justamente, la vía de los empantamientos imaginarios por los que el analista viene a ofrecer sus propios ideales como alternativa amorosa a la severidad del superyó y como vía reparadora para el narcisismo herido del paciente.

Este aplastamiento sobre el eje imaginario se evidencia también en las "interpretaciones" de sueño y del juego con la echarpe.

Muy contrariamente a todo esto, lo que Lacan viene a subrayar, tanto en la cita en cuestión como en todo este seminario sobre la angustia, es que lo que aparece como falta en lo imaginario, es algo estructural y propio de la "captura narcisista" del objeto, es la vía por la que la castración, el (-j), se hace presente como falta en la imagen. Pero lo que hay que entender en esto es que no hay imagen de esa falta, y que "la angustia surge cuando un mecanismo hace aparecer algo en (...) el lugar del (-j)". Cuando algo aparece ahí, y surge la angustia, "es que la falta viene a faltar" (sesión del 28 de noviembre 1962, página 52 de la edición Paidos). Justamente, las primeras sesiones del seminario sobre la angustia están dedicadas a analizar, por la vía de la fenomenología de la angustia, esta intrusión de lo no visible (en sus dos dimensiones, la del (-j), y la del objeto a) en el registro imaginario.

Si hay algo absolutamente ausente en el texto de Flora Salem, es cualquier referencia a la castración (algo bien típico también de las teorizaciones postfreudianas donde todo termina siendo reducido a problemas o insuficiencias en el desarrollo del yo). Consecuentemente, el derrape en la consideración de la angustia, evidencia que la prioridad asignada al carácter "automático" refleja mas las dificultades para ubicar sus coordenadas respecto al deseo del Otro que alguna precisión clínica en el caso.
No es de extrañar que todas las posibles referencias al deseo del Otro pierdan su valor clínico en relación a la angustia y la posición del sujeto. El deseo de un varón por parte de la madre y el supuesto "ideal de mujer" del abuelo materno son degradados a meros puntos de exigencia del superyó (todo es un problema de desamores que dañan la autoestima). El duelo de la madre por el padre es, primero, reducido a un episodio depresivo, y luego borrado por el supuesto deseo de un varón, y los reproches de la paciente (volcados hacia si misma) son tratados como un "proceso melancólico", sin precisar en ningún momento el estatuto del objeto en juego en cada caso ni la relación entre una situación y la otra. Hasta la efectividad de las intervenciones del "pará" son pensados en términos amorosos o reparadores (cuidados hacia la paciente) sin posibilidad de asociarlas a la reacción de la abuela materna ante la "depresión" de la madre (reacción que por mas consecuencias que haya tenido en términos de "cuidados", viene a señalar, principalmente, relaciones de deseo). Y las pocas referencias a un eventual duelo irrealizado respecto del padre (cuestión no solo ignorada por la analista, sino "anulada" en el texto por el cambio sobre el tiempo y razones de la "depresión" de la madre) quedan aplastadas bajo la "legitimación" de un "derecho a gozar" (¿desde donde el analista pueve venir a "legitimar" algún "derecho a gozar"?).

Consecuentemente, la inhibición es presentada como una defensa contrafóbica (tan típicamente postfreudiana) destinada a "evitar un estado angustioso, proferido por el hostigamiento del superyó".
Esta problemática de la producción de angustia ante la amenaza de pérdida de amor por parte del superyó es una de las instancias de la serie establecida por Freud en "Inhibición, síntoma y angustia" entre pérdida de objeto y angustia. Pero, justamente, aquí también Lacan es preciso al señalar que "la angustia no es la señal de una falta, sino de algo que es preciso concebir en un nivel redoblado, como la carencia del apoyo que aporta la falta" (subrayado mío, sesión del 5 de diciembre de 1962, página 64 de la edición Paidos), es decir, cuando "la falta viene a faltar". Lacan recorre entonces esa serie establecida por Freud para subrayar, por ejemplo, que "no es la nostalgia del seno materno lo que engendra angustia, sino su inminencia". Y llegado a la instancia final de la serie, "la del amor del superyó, con todo lo que se supone que comporta en la vía llamada del fracaso", pregunta: "¿Que significa esto, sino que lo temido es el éxito?. Siempre se trata del eso no falta" (subrayado de Lacan, página 64 de la edición Paidos).

Si volvieramos con estos elementos al caso clínico, lo que habría que pensar respecto de la "circunstancia" en que "la angustia la desbordaba", a saber, la demora en la entrega de las conclusiones de su investigación, es que no se trata de reparar ningún déficit de autoestima sino de articular lo que sería su temor al éxito, es decir, ubicar las coordenadas en que, de un modo redoblado, la falta vendría a faltar. Justamente, si quisieramos pensar la inhibición como defensa, solo podría serlo en el sentido en que la falta imaginaria, la castración del sujeto, viene a funcionar como garante de la función del Otro, es decir, a asegurarse la falta en el Otro. Intervenir en el sentido de una reparación del narcisismo no puede sino acentuar la nesciencia en la que se encuentra el sujeto en cuanto a su relación con el deseo del Otro.

Puede apreciarse, entonces, el sin sentido de ese "final" del texto donde se dice que la angustia "señaliza si relizar intervenciones en lo real, lo imaginario y simbólico, en función de la conmoción de la estructura narcisista de cada uno de los momentos del análisis", ya que lo único que habilita este descuartizamiento frankestiano de las relaciones entre los tres registros es la común medida de la "conmoción de la estructura narcisista" que, según la autora, no faltaría en ningún momento del análisis.

Tenemos aquí un buen ejemplo de hasta donde puede llegar, en términos de consecuencias, la ausencia de precisión en una cuestión aparentemente formal como es el entrecomillado y las correspondientes referencias de una cita. A veces eso puede deberse a simples "desprolijidades". Pero en este caso ponen de manifiesto que cuando no se establece claramente que dijo otro (para el caso, Lacan), mal se puede saber, no solo qué se está diciendo, sino quien lo ha dicho. En este caso, como Flora Salem no sabe lo que dijo Lacan, le resulta imposible saber quien dijo lo que ella cree saber. Desde ese gran malentendido repite viejos conceptos y errores típicamente postfreudianos, "creyendo" que se trata de teoría lacaniana.

Quizás no sea casual el estatuto de "aforismo" que le atribuye a la cita de Lacan de "Función y campo ...", en el comienzo del articulo. Los aforismos son sentencias breves y doctrinales que se proponen como regla de conducta, y el problema que generan es que tienden a relegar el ejercicio de lectura (quizás por eso no hubo preocupación por dar precisiones sobre el origen de la cita) y fomentan la dimensión interpretativa, es decir, caprichosa, con que se abordan o interpretan. Si en vez de tomar las citas del seminario sobre la angustia como "aforismos", la autora se hubiese detenido a leer dicho seminario, habría podido, por lo menos, precisar las diferencias "conceptuales" entre lo que dice Lacan y lo que ella hace.
Si me detengo sobre esto de los aforismos es porque, justamente, creo que existe cierta tendencia, en algunos ámbitos analíticos, a reducir los matemas y fórmulas de Lacan (desde "la mujer no existe" a los ejemplos propios de este caso, como "la inhibición es un síntoma en el museo") a un conjunto de "aforismos" tratados de ese modo, es decir, despojados de su rigor lógico y degradados al rango de "consignas" identificatorias y aromáticas, a las que se acude, cada tanto, cual un condimento culinario (3)

Notas

(1) Lanzados, como la autora, a una completa especulación, podríamos preguntarnos porqué no asociar ese caracter "difuso" de las pareces y piso de la habitación del sueño a esa espacialidad también difusa o sin límites de la estepa rusa, y porqué no asociar la puerta a esa lápida o seña que falta en esa estepa para ubicar con mas precisión el lugar de entierro del padre.

(2) En ningún momento del texto se aclara cual sería el "ideal de mujer" que el abuelo habría exigido, ni se indica en qué aspecto, o cómo, ella no podría cumplirlo; por lo que no parece descabellado atribuir esa referencia a las preocupaciones de la analista antes que a las de la paciente

(3) Podría ser interesante analizar en qué casos Lacan trato algunas de sus fórmulas como aforismos. En este mismo seminario sobre la angustia, tenemos dos casos: en el comienzo de la sesión del 16 de enero de 1963 considera como aforismo a la fórmula "la angustia no es sin objeto", y mas adelante, en la sesión del 13 de marzo de 1963, también considera como aforismo su fórmula "solo el amor permite al goce condescender al deseo" (allí dice que "lo único que distingue al aforismo del desarrollo doctrinario es que renuncia al orden preconcebido"). Hay otros casos en otros seminarios.

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