Psicoanálisis y Lucha de Clases

"Desmanicomialización"

Artículo publicado en "Tribuna de Salud" (mayo 2006, año 5, nº 11)

Paradójicamente, una de las cuestiones que suele oscurecer el problema es la sistemática apelación al "bien" de los pacientes, ya que detrás de la misma desfila todo el espectro de posiciones sobre las terapéuticas "adecuadas", posiciones cuyo carácter ideológico es proporcional al grado de generalización con que se presentan respecto del conjunto de los pacientes.

Por ejemplo, el término mismo de desmanicomialización parece requerir el cierre de los neuropsiquiátricos, en la medida en que los considera "manicomios", y ubica el problema del "bien" de los pacientes en su "externación".

 Es obvio que cualquier planteo de desmanicomialización en ese sentido hace caso omiso de las condiciones sociales en que vivimos: en un país donde la mayoría de la gente supuestamente "normal" no consigue salir del hambre y la  miseria, ¿qué destino puede esperarse para aquellos que, además, tengan problemas mentales?

Claro que nadie va a plantear esa "externación" sin más ni más, y cualquier propuesta en ese sentido va a estar acompañada de promesas de asistencia y atención ambulatoria. Pero insisto: si la asistencia social a los supuestamente "normales" es un fracaso, ¿cómo podría funcionar esa asistencia a los que tienen "problemas mentales"?

Y en el hipotético caso de que funcionara, es de suponer, en forma lógica, que  todos los pobres se declararían locos para poder acceder a dicha asistencia.

Por eso me parece que los planteos de desmanicomialización suelen ser el taparrabos "progresista" de políticas de reducción del sistema de salud mental, ya que la asistencia ambulatoria es sólo una promesa incumplible, y en el cierre del hospital es una realidad concreta.

Eso no quiere decir que el hospital sea algo bueno de por sí, ya que una posición de ese tipo colocaría al  hospital como criterio general para el "bien"del paciente.

Justamente, creo que las discusiones sobre "terapéutica" suelen distraer respecto del eje principal que implica cualquier reclamo o lucha sobre políticas de salud mental, que a mi modo de  ver es la cuestión presupuestaria.

Se suele entrar en ese desvío cuando se busca presentar "terapéuticas" económicamente "sustentables", es  decir, cuando se parte de aceptar el presupuesto que asigne el gobierno de turno.

Si se parte de ese hecho consumado, entonces la discusión se tergiversa porque lo que pasa a discutirse, con la excusa del supuesto "bien" de los pacientes, es qué tipo de "terapéutica", es decir, qué grupo de profesionales, se queda con ese presupuesto.

El "bien" del paciente es la excusa para "vender" una "terapéutica".Algo similar vemos a diario en la Universidad: cuando se acepta el presupuesto asignado. Cualquier discusión sobre el "perfil" del profesional buscado no es más que la vestidura ideológica con que se encubre la lucha, por cierto más mezquina, entre las diferentes camarillas de profesores, por quedarse con el pedazo  más grande de ese presupuesto.

Partir del hecho consumado de un presupuesto miserable, coloca la discusión sobre terapéutica en la lógica de quien se queda con el mejor pedazo de la torta. Y como nadie va a poder reclamar su pedazo de torta en esos términos, apelar sistemáticamente al supuesto "bien" de los  pacientes será la vía más lógica.

Quizás si pusiéramos las cosas la revés, si no aceptáramos un presupuesto asignado por un gobierno dedicado a subsidiar al capital (con la correspondiente tajada para la caja política), y partiéramos de los reclamos y necesidades de los pacientes y trabajadores de la salud en los términos en que ellos mismos quieran plantearlos (cargos y salarios de los trabajadores de la salud mental, infraestructuras edilicias, presupuestos necesarios para las diferentes políticas de salud mental, etc.), en vez de las peleas entre "terapéuticas" tendríamos el conflicto mejor planteado: entre trabajadores y población asistida por un lado, y gobierno corrupto y capitalista por el otro.

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