Comentario de Textos

El "afecto" del analista

 

Reconstrucción (extendida) de la intervención en el panel de cierre de las
"
VI Jornadas de Psicoanálisis y Psicosis Social" 2,
realizadas el 14 de abril 2012 en la Facultad de Psicología,
Universidad de Buenos Aires (UBA)

3° parte

(Viene de parte 2)

El problema del fin de análisis

Una de las cuestiones que han quedado definitivamente explicitadas a partir de la enseñanza de Lacan, es la relación íntima entre cómo se piensa y practica el psicoanálisis, y el modo en que se plantea el fin de análisis. Como señala Lacan en "Variantes de la cura tipo", los criterios terapéuticos, por inconsistentes y variados que sean, no dejan de funcionar como un velo destinado a habilitar un reconocimiento como profesión o ciencia y ocultar el principio de extraterritorialidad 160. Ese velo siempre fue afín al modo de organización de la IPA, con su ubicación intermedia entre lo que sería una práctica médica y una selección "especial" de sus miembros. Y no por azar la enseñanza de Lacan fue la única sobre la que recayó una excomunión por parte de dicha comunidad. Justamente porque ella llevó adelante una interrogación radical sobre los fundamentos de la práctica analítica, la naturaleza de su cura y, sobre todo, la posición del analista.

La cuestión del fin de análisis está implicada en los desarrollos y articulaciones de diversos temas y problemas a lo largo de toda su enseñanza. Y también fue una de sus preocupaciones institucionales. La proposición sobre la autorización del analista, así como constituye un paso fundamental en el hilo de esa interrogación, también se acompaña de una propuesta de nominación del "analista de la escuela". Su desarrollo no fue sin su correspondiente contexto de "batalla" (acabamos de mencionar la expulsión de Lacan de la IPA), en particular la instrumentación del pase, claramente atravesada por numerosos avatares políticos y peripecias institucionales, como lo atestiguan, tanto los conflictos que generó en la EFP y las dificultades que presentó la conformación y funcionamiento de los jurados, como la aventura con el "grupo italiano".

El problema es que, desde el comienzo, dicha propuesta tuvo dos dimensiones en constante tensión. Por un lado el interés por saber algo más sobre lo que sería un fin de análisis lacaniano y las condiciones de producción de un analista. Por el otro, el manejo institucional de las nominaciones y los grados. En cierto sentido, parece que una cosa no puede ir sin la otra. Pero en otro sentido, parece que cada una anula o desnaturaliza a la otra.

La situación queda radiografiada en la confesión que finalmente hace el propio Lacan, en 1978, que "este pase es un completo fracaso" 161. ¿En qué sentido fue un "fracaso"? Según Lacan, la pregunta que lo motivaba era saber "¿qué es lo que se le pasa por la cabeza a alguien para autorizarse a ser analista? ". Lo que quería obtener eran "testimonios" sobre eso. Lamentablemente, y a pesar de la nominación de varios AE a lo largo de esos casi 10 años de instrumentación, el fracaso parece total: "no he tenido ninguno, testimonios de cómo eso se producía " (subrayado mío). En casi 10 años, nada.

Ahora bien, si el pase, en general, fue un fracaso, entonces ¿todas esas nominaciones fueron una impostura? Sin embargo a nadie se le ocurrió declararlas caducas. Que el fracaso recaiga solo sobre los resultados obtenidos respecto al costado más de investigación o de saber, y no se haga extensivo al manejo institucional de las nominaciones, da cuenta de la tensión interna de la propuesta y el impasse que se verifica entre fin de análisis e institución.

¿Acaso Lacan hubiese quedado más satisfecho con las giras testimoniales de los nuevos AE de las escuelas de la actual AMP? ¿Acaso los habría llevado a testimoniar a su seminario, como lo hizo JAM con BS, para asegurarse que las "reflexiones" que presentaba cada semana fuesen "congruentes con mi práctica de analista" 162? ¿O habría supervisado esas ceremonias testimoniales de AE con que debutan los congresos de la AMP, tan parecidas a las "presentaciones" que ofrecen, en sus trasnoches televisivas, grupos religiosos como la Iglesia Universal del Reino de Dios?

Por otra parte, no hace falta participar de esos excesos escénicos para, eventualmente, adherir a los mismos principios que los organizan. En ese sentido CS no necesita "plagiar" a JAM para postular lo mismo en sus textos. Las diferencias entre ambos sobre la cuestión del "entusiasmo" parecen grandes, en lo formal, pero se reducen a poco en lo fundamental. Como vimos, lo que se desprende de las contradicciones internas en los desarrollos de cada uno, así como las contradicciones entre ambos, es la manipulación que hacen de las diferentes referencias lacanianas para abonar la justificación de criterios de calificación (o descalificación) de los psicoanalistas, ubicándose a ellos mismos, y a sus respectivas instituciones, en la posición de jueces y garantes de la práctica y el desarrollo del psicoanálisis.

Parafraseando a Lacan, podríamos decir que una "aprehensión de conjunto de las divergencias, que sepa ir a su sincronía, puede alcanzar la causa de la discordia" 163. El "centro de gravedad del surtidor que trazan" esas divergencias se encuentra en la pretensión de poder fundamentar la institución en el acto analítico, es decir, en aquella propuesta de Lacan del pase y el "analista de la escuela".

En las instituciones lacanianas se suele plantear que el pase es voluntario y que el principal objetivo del mismo sería avanzar en el mismo sentido de la pregunta que se hacía Lacan. Hasta ahí, todos acuerdan. Los problemas comienzan, en cambio, a la hora de su instrumentación. Digan lo que digan, hagan lo que hagan, lo que los hechos verifican es la imposibilidad de que sus títulos escapen a la lógica institucional. Aunque la nominación supone una garantía otorgada por la escuela, es importante percibir la otra parte del circuito implicado. Los AE también son indispensables para la institución, son "la correa de transmisión, más precisamente, de extracción a partir del dispositivo del pase, de esa garantía que la institución pretende poder fundar en el acto analítico" 164. Cuando una institución tiene AE para mostrar, eso hace suponer que al menos parte de su funcionamiento tiene fundamento en el acto analítico. Y por extensión, toda la institución pasa a ser la sede de esa garantía que, luego, puede ofrecer y otorgar, a otros candidatos.

Ya en 1999, y "en nombre del realismo", CS se preocupaba por señalar que "no debemos hacer nada para debilitar los títulos que sancionan la "calificación" analítica" ("il ne nous faut rien faire pour affaiblir les titres qui sanctionnent la "qualification" analytique" 165), pronunciándose explícitamente a favor de "títulos fuertes" (donde la "fuerza" debía medirse en su competencia con los títulos del mercado: universitarios, psiquiátricos, médicos, etc.). Obviamente, no dejaba de señalar inmediatamente la necesidad de "hacer todo para que esa calificación no esté dominada por consideraciones y potencias extra-analíticas" ("qu'il faille tout faire pour que cette qualification ne soit pas dominée par des considérations et des puissances extra-analytiques"), sin percibir, "aparentemente", que la "potencia extra-analítica" no hay que buscarla , ni proviene, de ninguna exterioridad, sino que se concentra toda en el término mismo de "calificación" y en la asumida voluntad de dotar de "fuerza" competitiva a los "títulos".

Este tipo de desviaciones adquiere muy fácilmente dimensiones de "campo" de discusiones "teóricas", como lo testimonia Gerardo Arenas cuando, en su muro de Facebook 166 (el 26 de abril, a las 14 hs) comentaba las presentaciones de una de las mesas del congreso de la AMP del siguiente modo: " Esta mañana, Antoni Vicens dijo que el analista se define por un modo de gozar. Toda la mesa de los carteles del pase en la cual participó parecía converger en esa osada afirmación enunciada por él" (subrayado mío). Obviamente, el problema no es cuál sería el modo de gozar o no del analista, incluso el contrasentido de que el analista goce en su acto, sino que, a semejanza de lo visto respecto a la "calificación" de los títulos, o al uso de las referencias al "entusiasmo" o el "desapego", la distorsión radica en usar el "modo de gozar " para una absurda "definición" del analista.

"Estilo de vida"

Un último detalle en el planteo de CS permitirá apreciar los alcances o implicancias prácticas que pueden resultar de sus desarrollos políticos. Siguiendo el razonamiento de que "en todos los casos" el pase ha de soportar "ese deseo inédito que es el deseo del analista" 167, deseo que "no es para todo analizado" 168, entonces no podrá faltar "su traducción al nivel de la conducta", por lo que estaría muy justificado ampliar el campo de evaluación e "interrogar el estilo de vida del analista" 169 (subrayados mío). Este es el extremo al que llegamos: una selección política de los analistas en función de su "estilo de vida"!

Obviamente, no encontraremos ninguna referencia a "estilo de vida" en la "Nota italiana" y, en general, no encontraremos ninguna cita donde Lacan atribuya un "estilo de vida" al "analista". Sí encontraremos, en cambio, citas donde se asocia la "escuela" u otras instituciones a cuestiones de "estilo de vida". Por ejemplo, en la sesión del 27 de enero de 1965 de su seminario "Problemas cruciales del psicoanálisis", Lacan señala que su "escuela, si merece su nombre, en el sentido en que ese término se emplea desde la antigüedad, es algo donde se debe formar un estilo de vida" 170. Encontraremos otra cita, incluso más parecida a la de CS, en el "Acta de fundación" de la EFP, donde la escuela se plantea, respecto " al malestar del psicoanálisis", como un campo destinado a un trabajo de crítica, de apertura del fundamento de la experiencia y a "la puesta en tela de juicio del estilo de vida en que desemboca" 171. Nótese que, a diferencia de la sesión del 27 de enero de 1965, aquí no se trata del "estilo de vida" en que desembocaría una formación de la escuela sino en el "estilo de vida" en que desembocaría el psicoanálisis, más precisamente, el "malestar del psicoanálisis", de ahí la necesaria "puesta en tela de juicio".

Como se evidencia en estas referencias, no es lo mismo hablar de "estilo de vida" para referirse a una formación de escuela 172 que tratar de especificar un "estilo de vida del analista" que permita "reconocer" , o habilite "calificar" (o descalificar), al analista como tal 173.

Comentarios finales

El problema de esa orientación político institucional (como el de cualquier otra), es que impregna todo el ámbito de la práctica analítica.
Entre otras cosas, marca el modo de leer, sea a Freud o Lacan, o cualquier otro autor. Si la preocupación es institucional, y muy precisamente, buscar una fundamentación de la institución en la práctica del psicoanálisis, la lectura que se haga de Lacan, y la teoría que se desarrolle del psicoanálisis, estarán condicionadas por esa pregunta.

Esto es algo inevitable: no hay manera de abordar un texto si no es desde ciertas preguntas, aún cuando estas no están explicitadas. El asunto no consiste en pretender alcanzar una absurda neutralidad que se presentaría vaciada de preguntas, sino en poder explicitar las preguntas que nos animan y su alcance. El modo de lograrlo es analizar las respuestas que se dan. En ese sentido, los forzamientos que se van produciendo en las lecturas no dejan de constituir indicios de la posición del correspondiente "lector".

Eso es lo que enseña el psicoanálisis, y señala el propio Lacan, por ejemplo, al comienzo de " La cosa freudiana", cuando al reseñar las virtudes de la "disciplina del comentario" subraya la conveniencia de medir si la respuesta que aporta, una palabra o un texto, "a la pregunta que plantea", "ha sido o no rebasada por la respuesta que se encuentra en ella a las preguntas de lo actual" 174. La cuestión, justamente, es explicitar, en cada caso, cuáles son "las preguntas de lo actual".

¿La fundamentación de la institución en el acto analítico es la "pregunta de lo actual"? ¿La promoción de los títulos de AE, con sus "testimonios", es la "pregunta de lo actual"? ¿La promoción (o supervivencia), del psicoanálisis, es la promoción (o supervivencia) de sus grandes instituciones? ¿La cuestión del fin de análisis se condensa en una "definición" del analista o en una tipificación de los modos de su producción?

Notas

160 Jacques Lacan, "Variantes de la cura tipo", en Escritos 1, Editorial Siglo XXI, edición revisada de 2008, página 313

161 Jacques Lacan, "Intervención sobre el pase", Intervención conclusiva en las audiencias de la Escuela Freudiana de París en Deauville, el 8 de enero de 1978. Publicada en "Lettres de l’École" 1978, nº 23, pp 180-181 (disponible en francés, aquí). Hay traducción al castellano, de Norma Ferrari, publicada en el número 13 (julio 2003) de la revista Acheronta

162 JAM, op. cit., página 195

163 Jacques Lacan, "Variantes de la cura tipo", en Escritos 1, Editorial Siglo XXI, edición revisada de 2008, página 315

164 Michel Sauval, "El fracaso de las instituciones psicoanalíticas", ver el punto "La cuestión de la garantía"

165 CS, « Contribution au Séminaire "Pour une Ecole" (En guise de conclusion provisoire de l'année) ». Intervención de fin de año (1999) en el seminario « Para una escuela ». Texto incluido en el V° volumen del « Dossier » reunido por la Comisión de Enlace del FPBA. Disponible aquí (archivo zip de 700 kb). Ver otros enlaces relativos a ese momento político, aquí

166 http://www.facebook.com/gerardo.arenas.31

167 CS, op. cit., página 125

168 Colette Soler, op. cit., página 127

169 CS, op. cit., página 125

170 Jacques Lacan, El Seminario, Libro XII "Problemas cruciales del psicoanálisis"; sesión del 27 de enero de 1965, disponible en francés (aquí), y en castellano (aquí).

171 Jacques Lacan, "Acto de fundación", "Otros escritos", Editorial Paidós, página 257

172 La asociación entre formación y estilo también se plantea al final del escrito "El psicoanálisis y su enseñanza", cuando dice que "la única formación que podemos transmitir a aquellos que nos siguen. Se llama: un estilo". Jacques Lacan, "El psicoanálisis y su enseñanza", en "Escritos 1", Editorial Siglo XXI, edición revisada de 2008, página 430.

173 Lamentablemente me ha tocado comprobar personalmente que CS no ha esperado hasta ahora para instrumentarlo prácticamente. Ya en 1999, para barrer con cualquier atisbo de oposición entre sus "foros" y completar la regimentación institucional en marcha de su "internacional" y su "escuela", apeló a una "evaluación" de este tipo para descalificar las críticas políticas que yo formulaba en ese entonces y, consiguientemente, exigir mi expulsión de su movimiento. Hasta ese momento, al debate planteado desde casi un año antes en mi "carta abierta" ("El fracaso de las instituciones psicoanalíticas"), sólo venían "respondiendo" sus "analizantes" (sic) y "discípulos". La primera y única respuesta directa de CS llegó en ocasión de mi texto "¿Qué Escuela tiene en perspectiva la Internacional de los Foros?".
Su reacción buscó la descalificación personal en base a la imputación de un pretendido "estilo". Parafraseando una cita de Lacan del "Discurso a la EFP", me atribuyó un "estilo de salida, maltratando al otro" ("style de sortie, malmenant l'autre") (Jacques Lacan, "Discurso a la EFP", en "
Otros escritos", Editorial Paidós, página 285) que sería incompatible con el psicoanálisis, concluyendo en un claro pedido de exclusión: "no queremos más de eso en los foros: es incompatible con toda discusión constructiva" (Michel Sauval, "Liquidación", 7 de octubre de 1999).
La ironía del asunto es que, si nos tomamos el trabajo de releer ese párrafo del discurso de Lacan, veremos que ese "estilo" es el que toman las "intervenciones" en los "conventos" analíticos, y que los que se convierten en blanco de este "maltrato" son, precisamente, "quienes se arriesgan a contradecirlas" (Jacques Lacan, "Discurso a la EFP", en "
Otros escritos", Editorial Paidós, página 285).
Este ejemplo no hace más que confirmar uno de los grandes problemas de casi todas las "calificaciones": las mismas no suelen medirse tanto por sus aplicaciones "positivas" como por sus aplicaciones "negativas", es decir, su práctica "descalificatoria".

174 Jacques Lacan, "La cosa freudiana", en Escritos 1, Siglo XXI, edición revisada 2008, página 381

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