Psicoanálisis y Lucha de Clases

Los bordes problemáticos del psicoanálisis y la lucha de clases

Disponible también en formato PDF
Michel Sauval - Algunos efectos de la digitalización de la cultura

0 - Contexto

Lo que sigue es la desgrabación de la primera clase (13 de septiembre de 2002) de un seminario organizado por el Centro de Estudiantes de Psicología de la Facultad de Psicología (Universidad Nacional de Buenos Aires), con el mismo título.

1 – Antecedentes

Tomaremos como punto de partida de este seminario el artículo "Psicoanálisis y Marxismo, ¿un diálogo imposible?" (1), firmado por Paola Valderrama, y publicado en dos partes, en los números 20 y 21 de la revista "En defensa del Marxismo" (2).

Ese texto fue, principalmente, una respuesta a un artículo de Pierre Fougeyrollas (3), publicado en la misma revista, un par de números antes. Pero incluyó también, en el debate, al conjunto de los textos publicados en "En defensa del Marxismo" que de algún modo hablaban sobre psicoanálisis, para el caso, dos artículos más. Uno era de Eduardo Sartelli (4), que criticaba un artículo publicado en la Folha de Sao Paulo por una psicoanalista brasileña bastante conocida, Suely Rolnik (perteneciente, si no me equivoco, a la órbita de la IPA). Y el otro era un artículo de Marcelo Novello (5) que se presentaba como comentario de un libro sobre Althusser escrito por un psicoanalista (Bonvecchi), pero donde Novello se dedica a discutir principalmente con Althusser, y solo marginalmente, y al pasar, con Bonvecchi (llamativamente, lo interesante del artículo fue ese mismo carácter lateral de la discusión con Bonvecchi).

Está claro que no vamos a retomar el debate exactamente en los mismos términos, ya que para eso basta que se remitan a esos artículos. Lo que vamos a hacer en este seminario es actualizar ese debate abarcando otros artículos, otros autores. Por ejemplo, hoy les voy a proponer discutir un artículo de Yago Franco, publicado en el suplemento de Psicología de Página/12 del jueves 5 de septiembre, donde aborda algunos problemas en relación al deseo cuyo desencadenamiento podría fecharse a partir de las jornadas revolucionarias del 19 y 20 de diciembre del año pasado.

Surge entonces la siguiente pregunta: ¿qué tendrían de común la discusión de hace dos o tres años en "En defensa del Marxismo" con la discusión que podríamos desarrollar hoy con otros textos? ; o mas precisamente, ¿qué tendrían de importante estas discusiones que pudiesen justificar que se las prolongue, e incluso que hagamos un seminario a partir de ellas?

2 – El paradigma de la común medida

Lo interesante de esas discusiones es que vuelven a plantear un problema típico (aunque no exclusivo) del freudomarxismo, posición tan común en la izquierda cada vez que se pretende abordar la cuestión del psicoanálisis

¿Y cuál es ese problema?
Principalmente, la amalgama que se pretende realizar entre el sujeto del inconsciente y el sujeto de la lucha de clases.

¿Y porqué la amalgama del sujeto del inconsciente y del sujeto de la lucha de clases sería un problema?
Los principales aspectos de la historia del freudomarxismo ya han sido presentados en la
primera parte del artículo de Paola Valderrama de referencia, y al mismo me remito.
A los efectos de esta exposición solo recordaré brevemente que el fundador del freudomarxismo fue Wilhelm Reich, quien sostuvo, desde el principio, la hipótesis de un punto de unidad de "todo", un punto donde podrían juntarse todos los registros de la condición humana. El orgón fue el nombre que finalmente tuvo, para Reich, ese punto de unidad de características hasta cósmicas. Pero antes de llegar a esa formulación, sus articulaciones "unitarias" tuvieron otras presentaciones. En particular, en su época "marxista", el punto de unidad fue la estructura económica de la sociedad: "El destino del complejo de Edipo depende, en última instancia, como todo lo demás, de la estructura económica de la sociedad" (
6).

Mas allá de la relación de subordinación aquí planteada del Edipo a lo social (7), la hipótesis fuerte de este planteo (que ha sido retomada por todas las variantes que ha tenido el freudomarxismo) es la de una común medida entre la neurosis ("destino del complejo de Edipo") y la "estructura económica de la sociedad".

¿Es acaso una mala hipótesis?
No sé si podemos clasificar las hipótesis en buenas o malas, pero lo que si podemos hacer es ver lo que ha resultado, tanto en los casos en que se la ha seguido como en los casos en los que se la ha rechazado.

Por ejemplo, antes que Reich, fue el propio Freud quien tuvo que hacer algo con esa hipótesis.
¿Y qué hizo Freud? La descartó, de la misma manera que descartó su primer teoría de la seducción, y gracias a esas operaciones, pudo acotar y precisar el sujeto del inconsciente y fundar el psicoanálisis.

Esto no significa negar la existencia de relaciones y superposiciones entre lo social y lo individual. Freud mismo lo tuvo siempre en cuenta. Pero una cosa es que haya relaciones y otra cosa es que podamos sostener un sujeto común a toda la gama de fenómenos y procesos o, en términos mas generales aún, pretender que todo el espectro de los fenómenos humanos deba responder al mismo orden de subjetividad.

Si sirviera de ilustración una analogía con la ciencia por excelencia, la física, podríamos recordar que la ambición de los físicos ha sido, desde hace mucho, encontrar una teoría unificada que explique las cuatro fuerzas (gravitatoria, electromagnética, nuclear débil y nuclear fuerte) como diferentes aspectos de una única fuerza. Esto ha sido imposible hasta ahora (lo será algún día?), motivo por el cual el universo sigue siendo descrito mediante teorías parciales. Las dos principales son la teoría de la relatividad general y la mecánica cuántica. La primera describe la estructura a gran escala del universo (es decir, desde unos pocos kilómetros hasta el tamaño del universo observable), en tanto que la segunda se ocupa de los fenómenos a escalas extremadamente pequeñas. Y el problema, justamente, es que no hay una continuidad de la una a la otra: la dos teorías son inconsistentes entre sí, es decir, ambas no pueden ser correctas a la vez (el punto de conflicto es el "principio de incertidumbre"). En otros términos, la continuidad imaginaria que solemos tener del universo, desde lo minúsculo a lo mayúsculo, no se traduce en una continuidad operativa. No podemos manejarnos con las mismas ecuaciones a nivel macroscópico que microscópico

Podríamos decir, entonces, que análogamente a la ambición de los físicos, el objetivo de Reich fue incluir la "microfísica" del Edipo de la neurosis en la "macrofísica" de la estructura económica de la sociedad o, mas generalmente, elaborar una teoría unificada de los fenómenos humanos. Pero a semejanza de lo que ocurre en la física, tampoco los fenómenos "macroscópicos" de la lucha de clases y los "microscópicos" de las formaciones del inconsciente se dejan reducir a una lógica común, es decir, a una teoría unificada. El forzamiento que intentó realizar Reich fue inútil y solo tuvo como consecuencias alejarlo tanto del campo del psicoanálisis como del de la lucha de clases.

A tono con la moda del escepticismo posmoderno y su pregonado "fin de las utopias y las grandes ideologías", las versiones actuales del freudomarxismo suelen temperar aquella ambición, y ahora se conforman con simples paralelismos psicosociológicos (lo vamos a apreciar claramente en el caso del artículo de Yago Franco). Pero esos paralelismos, por parciales y acotados que se los presente, no los liberan de los impasses del paradigma de la común medida.

Paradójicamente, a un resultado similar también nos conducen los fundamentalismos de las diferencias (aquellos que, por ejemplo, consideran de un modo tajante que el psicoanálisis y lo social, o cualquier otro reparto de los campos de acción, son compartimentos absolutamente estancos). En estos casos la "unificación" se produce por la vía del descarte y reducción de uno de los campos al otro.

Desde el sociologismo, sería el caso de planteos como el de Fougeyrollas, para quien "no existen actualmente ‘ciencias humanas’, ‘ciencias sociales’, ‘ciencias del hombre y la sociedad’. Todo esto son ideologías, son expresiones deformadas e invertidas de las relaciones reales de producción, que se enmascaran bajo el nombre ‘ciencias sociales’, ‘ciencias humanas’, ‘ciencias del hombre y la sociedad’, etc. Lo que existe hoy es el método y las adquisiciones del materialismo histórico".
Personalmente, creo que esta podría ser una buena hipótesis de trabajo, amén de servir como respuesta exasperada ante el cúmulo de pavadas que suelen descargar sobre nuestras cabezas los miles de opinólogos de todas las especies que no paran de hablar o escribir en los medios de comunicación masivos. Pero en los hechos, el planteo de Fougeyrollas suele funcionar mas bien como un elefante en un bazar, barriendo con todo aquello que no se adecue a las medidas de su enormidad.

Desde el psicoanalismo, sería el caso de aquellos planteos que pretenden erigirse en guardianes de la diferencia del psicoanálisis respecto de todas aquellas prácticas que no respeten la "pureza" del sujeto del inconsciente. Pero en los hechos estas actitudes terminan constituyendo al psicoanálisis en un ideal, situación tan común y conocida en el ambiente psi argentino, y mas específicamente porteño, donde todo lo que se haga en salud mental siempre es presentado "psicoanalíticamente" (desde los tests psicológicos hasta el tratamiento de internados crónicos, pasando por las terapias grupales, los tratamientos de adictos y todas las formas de abordaje de cuanta forma de psicopatología que cada cual pueda imaginar).

3 – La noción de sujeto

En suma, la cuestión no pasa por negar las relaciones.
Nadie podría negar que la desocupación, la miseria, la degradación de los diversos tipos de formaciones simbólicas, etc., tienen sus efectos y consecuencias psicológicas.

El punto consiste en precisar la naturaleza o características del sujeto (u objeto) en cuestión en cada caso, lo cual implica, forzosamente, descartar alguna cosa, acotar el alcance del análisis, condición indispensable para poder articular alguna operatividad.

Esto nos plantea la necesidad de precisar, aunque sea mínimamente, qué entendemos por "sujeto".
Para ello voy a seguir una delimitación metodológica: no hay sujeto si no hay asociado al mismo, algún dispositivo o estrategia de transformación de algo.

En otros términos, no podemos hablar de sujeto del inconsciente a partir de un fallido aislado o no asumido como tal, del mismo modo que no podemos hablar de la clase obrera como sujeto a partir de un obrero por el solo hecho de trabajar en una fabrica. Tomados aisladamente, tanto el fallido como el obrero no son mas que categorías de una teoría u otra. Para poder hablar de sujeto, es necesario que ese fallido quede tomado en un psicoanálisis, es decir, opere como una formación del inconsciente, de la misma manera que para hablar de sujeto histórico el obrero de la fábrica tiene que articularse a un programa político, es decir, operar como activista revolucionario.

Para el materialismo histórico – no soy un especialista en ese tema, pero hay cosas básicas que les propongo que tomemos como punto de partida, eventualmente las podemos rediscutir mas adelante (8) – el sujeto histórico es aquél capaz de una transformación social de conjunto, y de asumir alguna conciencia de esa tarea.

Lo fue en su momento la burguesía, en la revolución francesa, y en las posteriores revoluciones burguesas. Intenta serlo nuevamente la burguesía nacional de cada país en los momentos de crisis, tratando de replantear el problema de la nación y tratando de reencontrar ahí su función histórica. Y lo es, esencialmente, la clase obrera, en la época de crisis y colapso del modo de producción capitalista.

Esta diferencia entre categoría sociológica y sujeto es importante porque percibirán que el sujeto no es forzosamente el obrero que está al lado de una máquina. De la estricta relación obrero patrón no se desprenden los elementos para constituir al obrero como sujeto de la transformación social. Es necesario poder incluir esa relación en el proceso histórico en su conjunto, para entonces poder comprender los cambios sociales que han conducido a esa situación, así como los cambios sociales que se requieren para salir de esa situación, todo lo cual va mas allá de un eventual pedido de aumento salarial, es decir, de una simple demanda distributiva.

Es por esa razón que puede darse el caso que en la Argentina de hoy, la clase obrera, como sujeto histórico, pueda encontrarse representada, principalmente, por los movimientos piqueteros de desocupados, testimoniando que no es la condición de ocupado o desocupado lo que da el lugar de cada cual en esa dimensión de sujeto histórico, sino el grado de conciencia de la transformación necesaria (programa político) y la implicación en la lucha para lograr esa transformación.

Esa diferencia que existe entre la sociología y el materialismo histórico remite, en ese sentido, a una discusión política. El problema con la sociología, justamente, es que suele funcionar como una práctica dedicada a erigir categorías sociales en pseudo sujetos. Es así como, sean los grupos marginales, o los grupos de adolescentes, o los defensores de las ballenas, o la categoría que sea que recorte el método de análisis elegido, la misma es presentada bajo la forma de un sujeto, es decir, de supuesto agente de algún cambio. Y mediante esta equiparación de todas las modalidades y formas de cambio, es decir, equiparando, por ejemplo, la salvación de la vida de una ballena, o la modificación de las reglas de un colegio, con la transformación de la sociedad en su conjunto (puesto que en cada caso tenemos un "cambio") la sociología juega un rol claramente ideológico, en el mejor sentido de la sentencia de Fougeyrollas, es decir, de ocultación tanto del sujeto real de las transformaciones sociales como de las características diferenciales de esas transformaciones.

Lo importante en todo esto tampoco es organizar una jerarquía "valorativa" de los sujetos sino precisar la relación de cada caso con su operatividad.
Por ejemplo, las acciones de los que quieren impedir la extinción de las ballenas pueden ser importantes o útiles, y animar la vida de muchas personas. Pero es evidente que mientras exista el capitalismo y mientras las ballenas formen parte de algún circuito comercial, seguirán en peligro de extinción, en la medida en que la lógica del capitalismo no es la conservación del medio ambiente o las especies sino el lucro. La única manera de eliminar radicalmente esa amenaza para las ballenas es cambiar el modo de producción capitalista, es decir, una transformación de fondo y de conjunto de la sociedad (lo cual va mucho mas lejos que los acotados objetivos de supervivencia de los ballenistas) (
9).

Lo que importa, en cada caso, es precisar el nivel de acción y la operatividad correspondiente.

En concordancia con esto, podríamos decir que el sujeto del inconsciente solo tiene sentido dentro del dispositivo analítico. Sin ese dispositivo, sin la transferencia, un fallido no tendrá mas que un estatuto descriptivo en alguna conversación entre personas que conocen algo de la teoría psicoanalítica y creen reconocer en el discurso de alguien algo que podría ser tomado como una formación del inconsciente.

Veremos esto mas en detalle un poco mas adelante cuando analicemos el historial freudiano de la joven homosexual femenina

4 – El sentido de estos debates

¿Qué importancia podría tener la discusión de estos temas, tanto para el psicoanálisis como para la izquierda revolucionaria?

Lo primero que quisiera señalar es que, en la medida en que desde la izquierda no se puedan superar los reduccionismos (del estilo de Fougeyrollas en el artículo de "En defensa del marxismo") o los impasses de los paralelismos psicosociológicos (como el de Yago Franco en su artículo de Página/12), las referencias "autorizadas" respecto del psicoanálisis quedan en manos de psicoanalistas que, en general, están distanciados del campo de la izquierda, o prefieren presentarse en una supuesta neutralidad política (aunque en los hechos no dejen de contaminar al psicoanálisis con sus prejuicios ideológicos).

¿Y cual es el problema de que el psicoanálisis quede en un campo distanciado de la izquierda?
Obviamente, el problema no es que haya un psicoanálisis de derecha o un psicoanálisis de izquierda (
10) o de pelearnos con la derecha por ver quien se queda con el psicoanálisis. Pero esta distancia entre la izquierda y el psicoanálisis trae al menos dos problemas, uno para el psicoanálisis, y otro para la cuestión política.

Con relación al psicoanálisis, el problema que se plantea es que, en la medida en que la crítica política que podría desarrollarse desde la izquierda permanezca en este nivel de impotencia y caducidad, todas los análisis del funcionamiento económico y las implicaciones políticas y sociales de los grandes agrupamientos de psicoanalistas (y los efectos de ello sobre el psicoanálisis) serán rápidamente reducidos y degradados al nivel de simples cuestiones de orden institucional (por ejemplo, las críticas clásicas contra los encuadres y rituales en las instituciones de la IPA, o las críticas mas recientes contra el dogmatismo y los procedimientos sugestivos del pase en las instituciones lacanianas). En otras palabras, esta impotencia de la crítica política de izquierda permite que el campo del psicoanálisis permanezca como inmunizado contra la lucha de clases ya que el abordaje de los eventuales efectos de la segunda sobre el primero no escaparían a las posiblidades de análisis y solución desde el mismo campo psicoanalítico. Es así como, por ejemplo, en muchas instituciones lacanianas reina el prejuicio ya acendrado de que los problemas institucionales podrían ser resueltos mediante una correcta instrumentación del pase (el pase permitiría que la "institución psicoanalítica" supere los problemas propios de los grupos y funcione como una institución "diferente a las demás", es decir, como una institución propiamente "psicoanalítica" (11) ).

Personalmente, creo que el psicoanálisis ganaría mucho si se viera liberado de esta "tarea" de tener que justificar los negocios y el funcionamiento institucional de los psicoanalistas, y se pudiera dejar ese rubro al análisis político y económico. Dicho en otros términos, si las posiciones de la izquierda pudieran despejarse de tanta confusión y amalgama freudomarxista, quizás podría recupera una potencia de crítica institucional al funcionamiento político y económico de las sociedades analíticas que creo que le haría mucho bien al psicoanálisis ya que permitirían desentenderlo de toda una serie de temáticas que lo atan y subordinan a esa dimensión institucional (y por ende, lo degradan como campo propio).

Por otro lado, están las discusiones políticas en sí.

La situación es clara en ocasiones como las que han ofrecido las últimas elecciones francesas, cuando la llegada de Le Pen al ballotage asustó tanto a la clase media francesa que las instituciones psicoanalíticas consideraron que debían abandonar su clásica neutralidad política.
Como Uds. probablemente sepan, Jacques-Miller (el hasta hace poco delegado general de la Asociación Mundial de Psicoanálisis, la internacional donde se afilia la EOL de Argentina), junto a los presidentes de las principales instituciones psicoanalíticas de Francia (
12), llamaron a votar por Chirac. De ese modo, la supuesta neutralidad política que habían sostenido durante mucho tiempo, quedó redefinida, retroactivamente, desde este llamamiento político. Es decir, si estuvieron de acuerdo en votar por Chirac este año, entonces es de suponer que esa posición política ya existía de antes, con la simple salvedad que en los casos anteriores la situación no les parecía tan extrema como para tener que hacer explícito un llamado a votar por los equivalentes a Chirac de cada ocasión (13).
Pero los alcances que podría tener la crítica por izquierda a esta toma de posición derechista de las principales instituciones psicoanalíticas en Francia quedan acotados por esa misma impotencia de la que hablábamos antes para poder articular la continuidad de esa situación con toda la trama institucional y económica del mundo institucional psicoanalítico.

También hay situaciones que no son tan transparentes.
Como vimos, las amalgamas subjetivas son el terreno propicio para todo tipo de malentendido y confusión y es muy frecuente que las mismas sirvan para que el sujeto real de una transformación quede perdido detrás del análisis de algún fenómeno subjetivo parcial erigido en fetiche de algún divague distraccionista.
Si esto es sinónimo de inconsistencia en términos académicos, podemos también decir que es sinónimo de contrabando cuando se aplica en contextos políticos. Lo veremos enseguida en el caso del artículo de Yago Franco, como un ejemplo de freudomarxismo "actualizado". Lo veremos también en nuestra siguiente reunión, cuando analicemos un trabajo de investigación sobre las asambleas populares y los cacerolazos realizado por un equipo de la facultad de psicología dirigido por una profesora que en estos momentos se presenta como la candidata a decana por la lista de "oposición" en el claustro de profesores. El punto problemático de este tipo de abordajes de los fenómenos sociales es el ocultamiento del sujeto histórico, lo cual implica, por ello mismo, una operación política.

Los cocoliches subjetivos son una de las vías predilectas para disimular detrás de la "autoridad" de alguna práctica "profesional" una posición política hostil a la revolución.

5 - Un ejemplo "actual" de freudomarxismo

Pasemos entonces al artículo donde Yago Franco pretende asociar cuestiones clinicas con hechos políticos, todo amalgamado en una perspectiva socioanalítica (14).

El paralelismo psicosociológico se plantea, en este caso, del siguiente modo: "El lobo está suelto en la realidad social y como pulsión de muerte liberada en la realidad psíquica". El "lobo suelto" y la "pulsión de muerte liberada", el primero en la "realidad social", la segunda en la "realidad psíquica".

El razonamiento de Yago Franco es claro y preciso sobre como entiende las vías de contacto y equivalencia entre ambas "realidades", la "social" y la "psíquica". En la "realidad social" habría habido "una catástrofe social". La incidencia de esa "realidad social" sobre la "realidad psíquica" se daría a través del superyó, ya que "desde Freud sabemos que as catástrofes sociales potencian el accionar del superyó". ¿Que hace el superyó? : "actúa prohibiendo el deseo".

Como buen empirista, Yago Franco nos presentará entonces las pruebas de los efectos de esa prohibición en la clínica: "Hay un hecho clínico que se hace presente, las mas de las veces acompañando diversas formaciones clínicas, la afanisis".

6 - La afanisis... del rigor conceptual

Antes de abocarnos propiamente al razonamiento de Yago Franco (articulación de lo social con esa imposición de prohibición de desear), creo necesario detenernos en algunas precisiones básicas.

Yago Franco llamará "afanisis del deseo" al "hecho clínico" que pretende haber descubierto, y con esa denominación pretenderá ubicarse en el linaje de los debates que hubo entre Jones y Lacan sobre la misma expresión. Pero esa genealogía, lamentablemente, antes que elevarlo al rango de innovador no hará más que evidenciar el nivel de su ignorancia.

Para Yago Franco no habría sino matices de diferencia entre Jones y Lacan, matices que podrían absorberse en la siguiente equivalencia: "Se trata entonces del temor a la desaparición del deseo o a su desaparición lisa y llana, y un desvanecimiento / desaparición del sujeto". He subrayado el "y" porque, paradójicamente, es el que establece la equivalencia, en la medida en que da a entender que la relación entre los términos aquí conjugados, antes que de diferencia es de consecuencia: "Se trata de la presencia del miedo a desear, que puede llevar a la desaparición del deseo" (subrayado mío).
Esta equivalencia será reafirmada varias veces a lo largo del artículo y esquematizada de la siguiente manera: si es "dejar de desear", será el "matiz" Lacan (porque sería equivalente a la "desaparición del sujeto"), y si es "miedo a dejar de desear", será el "matiz" propio de Jones. Y en ambos casos, esto sería el resultado de " la imposición de una prohibición del desear" de características superyoicas.

La concepción de Franco sobre la "afanisis del deseo", antes que sintetizar las de Jones y Lacan, en el mejor de los casos, vuelve a repetir la formulación de Jones, siendo víctima, por lo tanto, del mismo impasse.
¿Cuál es el impasse en el que se empantana Franco? El mas clásico de todos: la castración.

Recordemos que la idea de "afanisis del deseo" es la forma en que Jones intenta resolver el problema clásico de si el temor a la castración depende o no del accidente, de la contingencia de las amenazas de castración. Este planteo de Jones se origina a partir de una serie de casos de homosexuales femeninas, a partir de los cuales Jones intenta articular toda su génesis del superyó, ya no a partir de la castración, sino de la privación, a la que asocia el temor a la afanisis (es decir, confundiendo privación con frustración). La consecuencia mas importante de este planteo de Jones es que ubica bajo un denominador común las relaciones del hombre y de la mujer a su deseo cuando para Freud esas relaciones son fundamentalmente diferentes a causa de sus asimetrías con relación al significante falo. Es por esa razón que Lacan discute esta concepción de Jones desde el comienzo de su enseñanza hasta el final. Para Lacan nunca se trata de la desaparición del deseo. Justamente, el punto donde Franco repite a Jones es aquél mismo donde demuestra no haber leído, o al menos entendido, la crítica de Lacan. Al pretender igualar "afanisis del deseo" y "afanisis del sujeto", pierde de vista la oposición que Lacan subraya, y que consiste en señalar, no solo que los fenómenos de afanisis no son del deseo, sino del sujeto, sino, y principalmente, que los mismos remiten a las astucias del sujeto, en su relación con el objeto, para sostener al deseo. Por eso, para Lacan, "es impensable que un analista articule que en la conciencia pueda formarse algo que sería el temor a la desaparición del deseo. Allí dónde el deseo desaparece, es decir en la represión, el sujeto está completamente incluido, no desligado de esta desaparición. Y lo sabemos: la angustia, si se produce, no es nunca ante la desaparición del deseo, sino del objeto que disimula, de la verdad del deseo, o aún, si ustedes quieren, de lo que no sabemos del deseo del Otro. Toda interrogación de la conciencia concerniente al deseo como pudiendo desfallecer no puede ser más que complicidad" (sesión del 28 de marzo de 1962, seminario IX, "La identificación").

En suma, cualquier pretensión de realizar una "síntesis" entre Jones y Lacan solo puede testimoniar de una profunda ignorancia sobre el problema de la castración.
No es mi intención embarcarme en cruzadas fundamentalistas sobre la "pureza de los conceptos". Pero no veo porqué a las pretensiones de "innovación" habría que perdonarles tanta falta de rigor y precisión. Sobre todo cuando es clara la tendencia en los medios de comunicación masivos, a la degradación de los conceptos y referencias psicoanalíticos y a su trivialización en todo tipo de discursos culturalistas, lo cual no es sin consecuencias para el psicoanálisis.

7 – Psicoanálisis y acontecimiento

Hechas estas precisiones conceptuales mínimas, y por ello mismo advertidos ya de que, muy probablemente, la castración no será en ese razonamiento, un punto de referencia consistente, retornemos al esquema de Yago Franco

Es de suponer que el proceso de descubrimiento ha seguido un proceso inverso al de la exposición. Es decir, Yago Franco debería haber percibido, en su clínica, fenómenos de "desaparición del deseo" que, a su vez, deberían poder reconducirse a una acción reforzada del superyó, lo que, a su vez, debería haberse podido interpretar como efecto de una catástrofe social.

¿Acaso la pretendida "viñeta" que nos ofrece Yago Franco sea un ejemplo de ese punto de partida "clínico"?

Dice Yago Franco: "X mencionaba en sesión cómo el miedo a ser víctima de un asalto lo hace llamar a un taxi antes de salir de su trabajo, llegar a su casa, y luego quedarse mirando como la TV replica hasta el cansancio noticias de violencia y desestructuración social. Se pregunta si no es una nueva forma de terrorismo de Estado. ‘Decíamos que se vayan todos, y al final nos hacen ir a nosotros a nuestras casas’".

Veamos cómo reconstruir el razonamiento de Yago Franco en la "viñeta" misma:

Por una combinación de ambas cosas el paciente va del trabajo a la casa a mirar televisión, y esa actitud ejemplificaría la siguiente frase de Yago Franco: "La afanisis se manifiesta actualmente en la clínica como temor a la pérdida o directamente como abandono de lazos amorosos, estudios, vida social, produciendo en muchos casos aislamiento" (subrayado mío). Ir del trabajo a la casa a mirar televisión testimoniaría el abandono de "lazos amorosos, estudios, vida social", y constituiría un claro "caso" de "aislamiento". Y todo esto constituirían los indicadores "clínicos" de esta nueva entidad o síndrome denominado "afanisis" (así que ya saben, después del trabajo, hay que ir a estudiar, a visitar amigos o amantes, o cualquier cosa que nos permita librarnos del calificativo tipificante de "aislamiento". Solo así testimoniarán de un deseo vivo y enérgico, como corresponde a una buena salud mental, y podrán escapar al diagnóstico de "afanisis").

Mas allá de todas estas barbaridades, lo que me importa resaltar en este ejemplo perfecto de "freudomarxismo aplicado", es cómo la estructura de dos tiempos, propia de cualquier viñeta que se precie del calificativo de "psicoanalítica", es sustituida por el paralelismo psicosociológico (es decir, en vez de tener dos tiempos o dos escenas que estructuren el entre dos del sujeto del inconsciente, tenemos un dos constituido por un uno pretendidamente clínico y un uno pretendidamente sociológico).

Esto también se plantea en el artículo de Yago Franco en términos de un fechamiento "común" de fenómenos clínicos "comunes": "Es notable cómo puede fecharse el origen de ciertos padecimientos a partir de los eventos de fines del 2001".
Es evidente que puede fecharse a fines del 2001 el agravamiento (pero de ninguna manera el inicio) de toda una serie de padecimientos que viene soportando el pueblo de este país: desocupación masiva (mas del 25% de la población activa), miseria absoluta (mas del 50% de la población por debajo de la línea de pobreza), expropiación de los ahorros de la clase media, destrucción de los servicios públicos (salud, educación, etc.), etc. Es seguro que todos estos hechos económicos, políticos y sociales, inciden en la vida anímica de cada persona provocando tanto daño físico como psíquico.

Pero ubicar la etiología de un síntoma pretendidamente analítico como sería la "afanisis del deseo" (con todos sus rimbombantes reconducimientos a Jones y Lacan) en la unicidad de un factor social implica desconocer el abc del abc del psicoanálisis que requiere siempre un primer tiempo (particular en la historia de cada cual) que habrá de resignificarse desde el segundo (eventualmente compartido con otros). Eso es lo que hace que un sobreviviente del atentado a las torres gemelas (para tomar un ejemplo de situación fechable y precisa) no haya parado de llorar desde el 11 de septiembre de 2001 mientras que otros sobrevivientes hacen otras cosas.
Un mismo acontecimiento nunca es vivenciado de la misma manera por todos. Y por eso mismo, la resolución del síntoma nunca podría pasar por una referencia común al acontecimiento, sino por el entendimiento de lo que ese acontecimiento (el atentado, el evento político, etc.) ha desencadenado en cada caso como resignificación desde alguna situación anterior, forzosamente diferente en cada paciente, y por lo tanto imposible de fechar en un punto común.

Veamos un fragmento del historial freudiano de la joven homosexual femenina, para precisar un poco como entiende Freud las relaciones con los acontecimientos, y qué significa la estructura en dos tiempos del sujeto del inconsciente.

No hace mucho, en un suplemento "Viva" del diario Clarín de los domingos, en un reportaje que le hizo a Tato Pavlovsky, Guiznburg le preguntó porque había psicodrama y no había psicocomedia.
Análogamente, nosotros podríamos preguntarnos porque existe el psicoanálisis y no la psicosíntesis. Pues bien, a esa pregunta, y con precisión, responde Freud en uno de sus historiales: "Sobre la psicogénesis de un caso de homosexualidad femenina" (nótese que en el título no dice psicosíntesis sino psicogénesis).

Recordemos brevemente los elementos principales de esa psicogénesis (no nos detendremos en ningún otro aspecto del historial). Se trata de una paciente joven, llevada al consultorio de Freud, por los padres, quienes se sienten molestos por la relación que esta joven mantiene con una "dama".

Del padre cabe señalar que su comportamiento hacia su hija "estuvo movido en demasía por miramientos hacia su mujer , la madre de ella" (15). En cuanto a la madre "era una mujer todavía juvenil que manifiestamente no quería renunciar a la pretensión de agradar ella misma por sus encantos" y "trataba a sus hijos de manera muy poco equitativa, era en verdad dura hacia su hija y tierna en demasía hacia sus tres muchachos, el menor de los cuales era un hijo tardío y a la sazón no tenía aún tres años" (16).

Había pocos indicios de onanismo en la primera infancia; el nacimiento del segundo hermano no tuvo ningún influjo, y la paciente "nunca había sido neurótica". Entre los 13 y 14 años manifestó una predilección tierna y exagerada por un niñito que veía en un parque infantil, dando cuenta con ello de un deseo de ser madre ella misma y tener un hijo. Pero repentinamente su interés se desplazó hacia mujeres maduras, aunque todavía jóvenes.

Y dice Freud: "Quedó certificado mas allá de toda duda que esta mudanza coincidió en el tiempo con un acontecimiento ocurrido en la familia (...): un nuevo embarazo de la madre y el nacimiento de un tercer hermano cuando ella tenía dieciséis años" (17) (subrayado mío).

Freud nos da también las razones del "efecto" que este "acontecimiento" tuvo en la paciente en el sentido de un cambio en la colocación de su libido: "Cuando la desilusión se abatió sobre ella, la muchacha se encontraba en la fase del refrescamiento, en la pubertad, del complejo infantil de Edipo. Se le hizo consciente a plena luz el deseo de tener un hijo, y que fuera varón; que este debía ser un hijo del padre y la réplica de él, no le era permitido como saber consciente. Pero en eso sucedió que recibió el hijo no ella, sino la competidora odiada en lo inconsciente, la madre. Sublevada y amargada dio la espalda al padre y aún al varón en general. Tras este primer gran fracaso, desestimó su feminidad y procuró otra colocación para su libido" (18).

La paciente se transmudó en varón y tomó a la madre en el lugar del padre como objeto de amor, y esa inversión "recibió su último espaldarazo cuando topó en la ‘dama’ con un objeto que al mismo tiempo ofrecía satisfacción a la parte de su libido homosexual todavía apegada a su hermano" (19).

Esa es la psicogénesis de esta "inversión adquirida tardíamente".

Como se ve, el "acontecimiento" solo tuvo consecuencias por el efecto retroactivo sobre los componentes previos del Edipo de la paciente. Y lo que Freud resalta es que este esclarecimiento psicoanalítico de un proceso anímico (para el caso, de la psicogénesis de esta mudanza en la colocación de la libido de la paciente) solo se logra en el proceso del análisis.

"Durante todo el tiempo en que perseguimos el desarrollo desde su resultado final hacia atrás, se nos depara un entramado sin lagunas, y consideramos nuestra intelección acabadamente satisfactoria, y quizás exhaustiva. Pero si emprendemos el camino inverso, si partimos de las premisas descubiertas por el análisis y procuramos perseguirlas hasta el resultado, se nos disipa por completo la impresión de un encadenamiento necesario, que no pudiera determinarse de ningún otro modo. Reparamos enseguida en que podría haber resultado también algo diverso, y que a este otro resultado lo habríamos podido comprender y esclarecer igualmente bien. La síntesis no es por tanto tan satisfactoria como el análisis; en otras palabras: no estaríamos en condiciones de prever, conociendo las premisas, la naturaleza del resultado (...)Nunca sabemos de antemano cuáles de los factores determinantes se acreditarán como más débiles ni cuáles como mas fuertes. Sólo al final decimos que se han impuesto los que eran más fuertes. De tal modo que la causación en el sentido del análisis puede reconocerse con certeza en todos los casos, pero su previsión en el sentido de la síntesis es imposible" (20) (subrayado mío).

Solo y únicamente en el caso particular de "esa" paciente, el acontecimiento del embarazo de la madre y nacimiento del tercer hermano pudo tener las consecuencias que tuvo. En el caso de cualquier otra persona el resultado puede ser cualquier otro.

En suma, por mas que dos personas hablen el mismo idioma y compartan todo un cúmulo de cosas semejantes, lo que hace al sujeto del inconsciente es la forma singular en que eso común es tomado en cada caso. El psicoanálisis remite al punto en que una palabra, o lo que sea de común o compartido entre varias personas, tiene un valor singular. La psicogénesis de un caso es el conjunto de relaciones causales que puede obtenerse en "un" análisis. Pero, como señala Freud, eso no permite anticipar el resultado de otro caso, es decir, no permite hacer "previsión en el sentido de la síntesis".

En ese sentido, la pretensión de Yago Franco de marcar un fechamiento común para la supuesta aparición de un "hecho clínico", también común, podrá ser válido, quizás, en una discusión de epidemiología sanitaria (sea mental o no) (21), pero, evidentemente, nada tiene que ver con el psicoanálisis.

En el "caso" del paciente de Yago falta toda referencia al sentido particular que pudiera producir la "realidad social" de asaltos por resignificación de alguna situación previa y particular en la vida de ese paciente.

Para tomar una medida de la inconsistencia de la pretendida "viñeta" basta con verificar la posibilidad de leerla de un modo exactamente opuesto: el paciente no se "aislaría" en su casa sino que se manejaría con un criterio absolutamente racional de precauciones y cuidados ante una realidad objetivamente peligrosa, y en su casa desenvolvería su creatividad canalizándola en una capacidad de análisis político de los mensajes de los medios de comunicación, como lo evidenciaría su tan "lúcida" conclusión.

En suma, esta pretendida "viñeta clínica" parece mas destinada a poner en boca del "paciente" los prejuicios políticos del propio Yago Franco que a dar cuenta de alguna razón clínica.

Pero antes de pasar al aspecto político del problema, hay un par de consideraciones mas, propiamente analíticas, que quisiera hacer.

La primera de ellas es que la idea "desaparición del deseo" forma parte de un prejuicio mas general y bastante común en muchos analistas, que tienden a pensar lo que suele llamarse "patologías actuales" en términos de una modalidad u otra de "déficit de deseo".

Es evidente que el tipo de terapéutica a la que suele conducir este tipo de planteos, es a una "inyección" o "refuerzo" de deseo, lo que no podría entenderse mas que en términos de un refuerzo de sugestión (de modo lógico, todo trastorno por "déficit" convoca, forzosamente, un "refuerzo").

El artículo de Yago Franco es muy ilustrativo de este tipo de problemas, tanto porque el pretendido "hecho clínico" se plantea directamente como "desaparición del deseo", tanto por la conceptualización del analista como un sustituto de la "función de amparo" (que la cultura habría dejado de brindar).

La segunda es que la atribución a Freud del planteo de una relación directa entre catástrofes sociales y refuerzo del superyó es tan solo un exabrupto más en la serie de barbaridades que ha escrito Yago Franco a lo largo de su artículo. En las próximas reuniones de este seminario abordaremos algunos textos claves de Freud, como "El malestar en la cultura", e intentaremos ser un poco más precisos sobre las relaciones entre lo social, el superyó y el deseo, en Freud.

8 - Estafa política

Pasemos entonces a los prejuicios políticos que Yago Franco pone en boca de su paciente.

El artículo comienza diciendo: "Y finalmente el lobo saltó sobre la inmensa mayoría de los argentinos, abrió sus fauces y desde hace ocho meses se pasea intimadatoriamente por las calles (...) lo cual conduce a la imposibilidad de toda idea de futuro a nivel individual y colectivo" (subrayado mío).

Y luego Yago Franco reproduce esa misma imagen de una sociedad derrotada, aterrada y refugiada en sus casas, colocando en boca de su paciente lo siguiente: "Decíamos que se vayan todos, y al final nos hacen ir a nosotros a nuestras casas"

Realmente, no sé en qué país vive Yago Franco, porque en el país donde vivo yo, por supuesto que hay delitos y que la gente pone rejas y tiene que tomar muchos recaudos para entrar y salir de sus casas, pero al mismo tiempo, toda esa gente supuestamente atemorizada y supuestamente imposibilitada "de toda idea de futuro a nivel individual y colectivo" es la que salió a la calle hace poco e hizo un cacerolazo como hacía tiempo que no veíamos, contra la inseguridad, la falta de trabajo y toda la situación social (la televisión insistía en decir que era "contra la violencia", pero en cuanto le daban la palabra a alguna persona, en la calle, aparecían los reclamos por falta de trabajo, por miseria, y aparecía el "que se vayan todos").

En el país donde yo vivo hay organizaciones de lucha por todos lados. Las asambleas populares podrán ser más grandes o más chicas, mas enquilombadas, mas aburridas o mas aguerridas, mas de esto o menos de lo otro, pero las hay por todos lados. Todos los días hay cortes de calle y movilizaciones tanto por parte de desocupados como de ocupados que reclaman por sueldos atrasados, o por la devolución del 13%, o en defensa de los hospitales, o por un comedor, o por esto, o por lo otro.
También ocurren cosas impensadas tiempo atrás, como, por ejemplo, que en una facultad como la de psicología, pudiera desarrollar se una campaña por la elección directa del decano.Y ni hablar de la situación de las empresas que cierran y son ocupadas y puestas a producir por sus propios trabajadores, sin patrones.

En suma, se mire por donde se mire, lo que se ve es gente protestando, luchando. Incluso ante las masacres cometidas por las mafias policiales y los gatillos fáciles, como en Floresta o en el Jagüel, la gente, lejos de acobardarse o quedarse en su casa, sale a la calle, se moviliza reclamando justicia.

Justamente, creo que si hay algo que caracteriza a la situación política, en particular desde diciembre del 2001 a esta parte, es el repetido y sistemático fracaso de todos los intentos por asustar a la gente y separar a la clase media de los piqueteros para, con el aval político de algún sector de la primera, poder reprimir a los segundos.

La masacre en el puente Pueyrredón, el miércoles 26 de junio, con el apoyo de los grandes medios de comunicación, que intentaron presentar a los piqueteros como "violentos", y retuvieron 48 hs las pruebas fotográficas de la represión, fracasó en ese mismo punto en que había fracasado De la Rúa cuando lanzó el estado de sitio, porque la movilización del día siguiente (27 de junio), a plaza de mayo, fue impresionante y desmanteló el operativo del gobierno, quien tuvo que dar marcha atrás, al tiempo que los medios hacían públicos los documentos fotográficos del asesinato de los piqueteros. Además, a esa movilización siguieron las del 3 y 9 de julio.

Evidentemente, es posible que haya gente asustada, pesimista, desconectada de las luchas sociales, etc. Pero erigir un caso de esos en representativo de la situación social implica una estafa política, en la medida en que se pretende atribuir a quien está en posición de objeto (padeciendo una situación) el lugar de sujeto (agente transformador de la situación), lo cual implica un ocultamiento del sujeto histórico real que se expresa en ese conjunto de luchas que mencionábamos. En este artículo de Yago Franco, los movimientos piqueteros y la acción de la clase obrera, en tanto sujeto histórico, quedan sustituidos por las concepciones políticas derrotistas de un individuo asustado y aislado de las luchas sociales.

9 – Comentarios finales

En síntesis, la viñeta no da cuenta:

Este es el tipo de cosas en que suelen terminar los freudomarxistas: ni una cosa ni la otra.
Esto es lo que suele presentarse como psicoanálisis por parte de gente que, además, pretende ser de izquierda (recordemos que Yago Franco forma parte de la redacción de Topía, una revista que pretende ser de psicoanálisis y de izquierda)

Como se imaginarán, los lacanianos derechosos se hacen un picnic con estas barbaridades.

Que estas cosas puedan presentarse como representativas de la producción de los "psicoanalistas" comprometidos con la "izquierda" o con las "luchas sociales", no puede sino espantar a cualquiera que pretenda un poco de rigor conceptual, o que le interese medianamente el psicoanálisis.

Y para colmo, tampoco le sirven a la izquierda y a la revolución, puesto que terminan ocultando al sujeto histórico de la transformación social y vehiculizando los más reaccionarios prejuicios políticos sobre la subjetividad de los procesos sociales.

Si en términos generales es siempre catastrófico confundir el sujeto del inconsciente con el sujeto de la lucha de clases, doblemente catastrófico es pretender traficar concepciones políticas (¡y para colmo, derrotistas!) bajo el manto mentiroso de la supuesta "objetividad" o "extraterritorialidad" de alguna práctica profesional.

Si de psicoanálisis se trata, más le hubiese valido a Yago Franco atenerse a lo que decía René Kaes en un reportaje al diario Clarín de hace unos meses: "No hace falta psicopatologizar estas problemáticas. El tratamiento psíquico no debe desviar la movilización de los obreros de la toma de conciencia de los problemas sociales y políticos (...) No podemos tratar psíquicamente problemas políticos y sociales. Creo que cambia el nivel de análisis (...) Me pregunto si el desarrollo de la cultura psicoanalítica en Argentina no ha sido un factor de disminución en la elaboración de propuestas políticas y sociales, de poner el acento en otra parte, de desviar la fuerza a esos campos" (22).

En la próxima reunión comenzaremos a discutir uno de los textos paradigmátios de Freud sobre las relaciones entre el psicoanálisis y lo social: "El malestar en la cultura". Y también analizaremos el trabajo de investigación sobre las asambleas y los cacerolazos.

Artículos y materiales de referencia

Artículos debatidos

Bibliografía complementaria

Notas

1 Este artículo fue publicado en dos partes, en la revista "En defensa del Marxismo": http://archivo.po.org.ar/edm/edm20/psicoan.htm y http://archivo.po.org.ar/edm/edm21/pm3.htm
Me parece un texto muy recomendable, y por eso lo incluyo también
aquí

2 Disponible en
http://www.po.org.ar/edm/

3 "Psicoanálisis, formación de la personalidad y educación", de Pierre Fougeyrollas, en
http://archivo.po.org.ar/edm/edm16/psicoan.htm

4 "La multiplicación que divide: breves notas sobre el anarquismo conservador", de Eduardo Sartelli, en
http://archivo.po.org.ar/edm/edm13/anarco.htm

5 "Sobre 'Althusser, estrategia del impostor' de Alejandro Bonvecchi", de Marcelo Novello, en
http://archivo.po.org.ar/edm/edm17/sobre.htm

6 Reich, Wilhelm – " Materialismo dialéctico y psicoanálisis", Ed. Siglo XXI, Segunda edición, 1972, página 35. En este libro de W. Reich se encontrarán muchísimas más citas como esta.

7 Pierre Fougeyrollas lo decía así: "La base real del inconsciente es la explotación del hombre por el hombre y la represión de las fuerzas vitales que resulta de esta explotación, aunque Freud no hubiera ido hasta ahí". Revista "En defensa del Marxismo " número 16.

8 Les recomiendo el reportaje a Jorge Altamira, sobre estos temas, en el número 15 de la revista Acheronta

9 Cabría señalar que esto tampoco aseguraría que las ballenas no vayan a extinguirse algún día. Solo aseguraría que no sería el lucro capitalista una función determinante en ese sentido. No hay transformaciones que solucionen algún problema en forma absoluta. La solución de un problema (para el caso, el peligro de extinción de las ballenas por el lucro capitalista) solo puede ser un nuevo problema, es decir, un problema diferente (¿quizás una sobrepoblación de ballenas?)

10 Aunque no faltan los que piensan que podría haber un "psicoanálisis de izquierda", como parece ser el caso, por ejemplo, en la revista Topía. Ya tendremos ocasión de analizar algunos artículos en ese sentido, de su director, Enrique Carpintero.

11 Ver al respecto los siguientes artículos: - "El fracaso de las instituciones ‘psicoanalíticas" y "El testamento de Lacan", publicado en el número 12 de Acheronta ( http://www.acheronta.org )

Sobre el tema del carácter político de las instituciones analíticas es recomendable el debate ocurrido durante el año 1999 en el seno de los Foros del Campo Lacaniano. Ver en
http://www.psicomundo.com/foros/psa-politica/crisis.htm
y más en general, todo el foro de Política del psicoanálisis, en
http://www.psicomundo.com/foros/psa-politica/index.htm

12 Firmaron ese llamado a votar por Chirac, entre otros, Jacques Nassif (presidente de "Cartels constituants de l'analyse freudienne"), Pierre Naveau (presidente de la "École de la Cause freudienne"), Catherine Mathelin (presidente de "Espace analytique"), Jean-Jacques Gorog (presidente de los foros del campo lacaniano y de la "Ecole de psychanalyse du champ lacanien"), David Nasio (presidente de "Séminaires psychanalytiques"), René Major (presidente "Société internationale d'histoire de la psychiatrie et de la psychanalyse"), etc. Ver un listado mas completo en http://www.acheronta.org/acheronta15/lappelde.htm

13 Esa es, justamente, una de las virtudes de las crisis, incluidas las políticas: obligan a decir explícitamente lo que en otras ocasiones no se reconoce públicamente

14 Ver también las críticas a este mismo artículo de Yago Franco de parte de Paola Valderrama, en ¿Psicoanálisis de la sociedad o payasadas pseudoizquierdistas? (Prensa Obrera 773), y de Alejandro Guerrero, en "El lobo de Yago Franco" (Prensa Obrera 778)

15 Sigmund Freud, "Psicogénesis de un caso de homosexualidad femenina", Obras Completas, Ed. Amorrortu, Tomo XVIII, página 142

16 Idem, página 143

17 Idem, página 149

18 Idem, página 151

19 Idem página 153

20 Idem página 160

21 Por eso insisto en que el problema se ubica en las confusiones (conscientes o no, maliciosas o no) sobre la naturaleza del sujeto en cuestión, porque, eventualmente, un debate epidemiológico sobre salud mental podría tener su interés. El absurdo es pretender que eso pueda ser psicoanálisis o, como lo veremos enseguida, lucha de clases.

22 Ver en http://old.clarin.com/suplementos/zona/2002/04/21/z-00602.htm

Volver al sumario de psicoanálisis y lucha de clases