Deseo del analista

Duelo y deseo del analista (x)

Entre el Ideal y el objeto
(La sesión del 28 de junio de 1961)

Repitamos una vez más la síntesis que nos ofrecía Lacan respecto de la escena de Sócrates y Alcibíades: "el último resorte del deseo, (...) es la caída del Otro, A, en otro, a".

Concordantemente, veremos que la última sesión del seminario sobre la transferencia se inicia con una referencia al ideal del analista y termina con una referencia a un duelo "alrededor de lo que está centrado el deseo del analista".

La posición del analista se irá midiendo, a lo largo de esta sesión, por sus relaciones con el ideal y el objeto, al tiempo que la dirección de la cura será planteada en términos de una distancia entre aquellos.

En ese sentido, encontramos, en esta última sesión del seminario VIII sobre la transferencia, un planteo similar al que hará Lacan tres años después, en la última sesión del seminario XI, sobre los cuatro conceptos fundamentales del psicoanálisis, cuando propone que la intervención del analista debe servir a una máxima distancia entre el ideal y el objeto.

Claro que entre un seminario y otro, el estatuto del objeto a habrá cambiado mucho en la enseñanza de Lacan. Y correlativamente, la intervención del analista, y en particular, la noción deseo del analista, serán planteados de modos diferentes. La distancia entre el objeto y el ideal conducirán:

2.1 – El ideal del analista

Veamos entonces el comienzo de la sesión del 28 de junio de 1961 (xx).

Lacan señala que el discurso de este año ha apuntado a la posición del analista: "Se trata de lo que se encuentra en el meollo de la respuesta que el analista debe dar para cumplir con el poder de la transferencia. Esa posición la distingo diciendo que, en el lugar mismo que le corresponde, el analista debe ausentarse de todo ideal del analista" 13.

Dos preguntas se abren a partir de este párrafo:

Respecto de la primera pregunta Lacan señala que hay cosas que se pueden presentar como siendo del orden del ideal, en particular las "calificaciones del analista", es decir, su saber y sus competencias. Luego Lacan aclara que si bien queda claro que "el analista no debe ser completamente ignorante de un cierto número de cosas", "no se encuentra ahí lo que está en juego en su posición esencial" 14.

Pero que no sea en las "calificaciones" del analista, donde se encuentre lo que está en juego, no le resta importancia a esta asociación planteada entre ideal y saber 15. Esto queda puesto de relieve con la segunda pregunta. En efecto, Lacan no dice que el lugar del analista se caracterice por la "ausencia" de ideal sino por un "ausentarse" del ideal. La definición de "ausentarse" es "alejarse momentáneamente del lugar donde uno debe estar, donde los otros piensan encontrarlo ".

En otros términos, la posición del analista no es sin el ideal, se constituye como una operación respecto del ideal: ausentarse del mismo

Si ahora recordamos que la posición del analista se define a partir de la respuesta que este debe dar para "cumplir con el poder de la transferencia", entonces este "ausentarse" del ideal del analista implica que esa operación se realiza en el marco de la transferencia. Es decir, una operación respecto del lugar donde "los otros piensan encontrarlo", para el caso, encontrarlo en términos de saber: un saber supuesto.

2.2 – La interrogación del objeto

Este "ausentarse" del saber supuesto abre la interrogación por el objeto, motivo por el cual encontraremos, a continuación, en esta sesión del seminario de Lacan, un largo desarrollo sobre las relaciones entre el objeto a, el falo y el narcisismo, que ocupa las dos terceras partes de la sesión, y del que me interesa señalar un par de párrafos. Son dos párrafos (en los que el transcriptor de la edición Seuil de 1991 ha cometido varios errores importantes, al menos lo suficientemente importantes en relación a precisar cómo Lacan entiende esta interrogación del objeto)

El primero

"El horizonte de la relación con el objeto no es, ante todo, una relación conservadora. Se trata, si puedo expresarme así, de interrogar al objeto acerca de lo que lleva en el vientre. Esto se desarrolla a lo largo de la línea en la que tratamos de aislar la función de a minúscula, la línea propiamente sadiana, por la que el objeto es interrogado hasta las profundidades de su ser, solicitado para que se muestre en lo que tiene de más oculto para rellenar esta forma vacía y como tal fascinante
¿Hasta dónde puede el objeto soportar la pregunta? Quizás hata el punto en el que se revela la última falta en ser, hasta el punto en el que la pregunta se confunde con la destrucción misma del objeto. Tal es el fin - y por eso existe la barrera que les situé el año pasado, la barrera de la bellezaq o de la forma. Aquí, la exigencia de conservar el objeto se refleja en el sujeto mismo"
16 (subrayado mio)

El segundo:

"Por otra parte, sólo si ordenamos la escala ascendente y concordante de los objetos respecto al vértice fálico podemos comprender el vínculo de los distintos niveles que comporta, por ejemplo, el ataque sádico, en la medida en que no es en absoluto la pura y simple satisfacción de una agresión presuntamente elemental, sino una forma de interrogar al objeto en su ser y de extraer de él la escisión, el 'o bien' introducido, a partir del vétice fálico, entre el ser y el tener.
(...) Siempre hay un momento en que soltamos ese objeto, como objeto del deseo, a falta de saber cómo proseguir con la pregunta.
Forzar a un ser, ya que tal es la esencia de a minúscula, mas allá de la vida no está al alcance de todo el mundo"
17 (subrayado mío).

Según se desprende de estos dos párrafos, para Lacan, el sadismo aparece como el eje mismo de la interrogación del objeto. Incluso, aún en el extremo de su "destrucción", Lacan no deja de asignarle al sadismo una función "heurística" 18.

Ahora bien, ¿cómo se articula esto con el sujeto y la dialéctica del deseo?

La vía será la del duelo, la de la pérdida del objeto.

Esto abre inmediatamente al problema de la naturaleza misma tanto del duelo como de su resolución.
Y la referencia obligada aquí es el puntilloso trabajo de Jean Allouch en "Erótica del duelo en el tiempo de la muerte seca".

2.3 - Acerca del duelo

La crítica que hace Allouch, en ese libro, a la concepción del duelo, tanto en Freud como en los postfreudianos, me parece capital para poder entender como pasamos de la interrogación sadiana del objeto al duelo en juego en la función del analista, y más precisamente, en el deseo del analista.

El principal problema que se plantea a partir de la lectura de "Duelo y melancolía" es que se cree saber (comprender, conocer) lo que ha perdido aquél que está de duelo. Y es el propio Freud quien introduce esa confusión cuando presenta lo que denomina el "trabajo del duelo", como un trabajo destinado a la sustitución de un objeto por otro.

Un ejemplo de los extremos a lo que esto pudo ser llevado es la tipificación, por parte de los postfreudianos, de los caracteres "genitales" como aquellos que no dependen de una relación objetal, aquellos que pueden mover su libido de un lugar al otro, en suma, aquellos que no tendrían que hacer, nunca mas, duelo alguno.

En otras palabras, el problema es precisar cual es el objeto del duelo.

Allouch subraya el problema de método que se plantea en "Duelo y Melancolía": Freud no parte del caso sino del cuadro clínico, es decir, de una serie de rasgos que no son síntomas en el sentido psicoanalítico del término. Es este problema de método lo que, para Allouch, lleva a Freud a un discurso mas bien médico sobre la cuestión del duelo. Y en tanto discurso médico, la perspectiva que se instala es la de la restitución (para el caso, la sustitución del objeto). Es también en tanto discurso médico que la realidad puede adquirir el estatuto de "prueba". Sin embargo, nada es más evidente que el hecho de que "el duelo pone a quien está de duelo entre la espada y la pared de ese estatuto de la realidad" 19. Aquí como en otras circunstancias, lo que la experiencia psicoanalítica pone de relieve es que no se trata de un problema de realidad sino de verdad.

En otros términos, Freud habría quedado prisionero de la experiencia psiquiátrica hecha con Meynert, quien lo había orientado hacia Esquirol, el padre de la mas indesaraigable definición psiquiátrica de la alucinación: "una percepción sin objeto ", es decir, la que usa como criterio la "realidad". Allouch le recrimina a Freud no haber prestado atención a los desarrollos de Séglas sobre la alucinación (disponibles ya en 1892), donde, a diferencia de Esquirol, la alucinación ya no es una percepción sin objeto sino la irrupción innegable del lenguaje procedente de otra parte 20.

En suma, este problema se articula, por un lado, con la concepción que tiene Freud de la psicosis como pérdida de la realidad, y por el otro, con la concepción que tiene Freud del narcisismo, ubicado en el objeto antes que en el yo (el narcisismo primario implica tomar al yo como objeto). Es la concepción que se ha dado en llamar "teoría del tubo en U", es decir, esa equivalencia por la cual la investidura recae o bien sobre sí o bien sobre el objeto. O en uno o en otro 21.

En consecuencia, para Freud, el duelo termina cuando el sujeto ha reinvestido un "nuevo" objeto que, en tanto tal, es sustituto del objeto perdido.

Lamentablemente, Freud descartó la sugerencia que le hizo Ferenczi de considerar al duelo como un trauma. Ello le hubiera permitido, entre otras cosas, pensar la temporalidad del duelo en términos de après-coup, así como estudiar al duelo mas en función de la libido de objeto y menos en función de la libido narcisista.

No obstante, el propio Freud, en algunas ocasiones, no deja de percibir que el duelo no encontraría una solución por la vía de la sustitución. Por ejemplo, eso es lo que le confiesa a Biswanger en una carta escrita el 11 de abril de 1929 en relación a la muerte de los hijos (acaba de morir el hijo de Biswanger y es la fecha aniversario de Sophie, la hija de Freud, muerta 9 años antes). Allí dice que "se sabe que el duelo agudo que causa una pérdida semejante hallará un final, pero que uno permanecerá inconsolable, sin hallar jamás un sustituto. Todo lo que tomará ese lugar, aun ocupándolo enteramente, seguirá siendo siempre algo distinto" 22. Pero (como bien lo señala Allouch) Freud vuelve a caer rápidamente sobre los dos pies del viejo sabio del romanticismo y de "Duelo y melancolía", pues inmediatamente agrega: "Y a decir verdad, está bien así. Es el único medio que tenemos de perpetuar un amor al que no queremos renunciar".

Lo que Freud no tiene en cuenta es que "no hay objeto sustitutivo por la razón esencial de que el objeto de amor es situado no por el recuerdo sino por la repetición y lo que cuenta en la repetición es justamente la cuenta, la imposibilidad para la segunda vez de ser la primera – aún cuando se la pretenda en todo idéntica a la primera. La cuenta, por sí sola, inscribe como esencial la no-sustituibilidad del objeto" 23.

La concepción del duelo de Freud tuvo muchas consecuencias al nivel de la transmisión. Ahí también supuso la posibilidad de una sustitución: un hijo alumno sustituyéndolo, incluso en vida del propio Freud.

Ferenczi, en cambio, era quien le proponía que no dejara "garantías" al respecto.

El siguiente párrafo resume, me parece, la crítica que le hace Allouch a Freud: "Del mismo modo que Ferenczi le ponía de relieve a Freud que era irreemplazable, que en cuanto inventor del psicoanálisis su sitio estaba definitivamente adquirido en su singularidad y que nadie nunca podría ocuparlo, del mismo modo decimos que el duelo debe problematizarse no a partir de la sustitución de objeto sino, por el contrario, en función del carácter absolutamente único, irremplazable de todo objeto – era cierto con Freud pionero de la vía psicoanalítica, pero también lo es con cualquiera – cada uno, cada ser hablante es tan único y por lo tanto irreemplazable como cualquier otro, en ese plano, no hay injusticia" 24.

Si ahora pasamos a Lacan, Allouch entiende que, aunque aquél no haya hecho explícitas estas mismas críticas, su concepción del duelo es diferente a la de Freud. Allouch diferencia la posición de Lacan de la de Freud a partir del siguiente párrafo de la sesión del 18 de marzo de 1959, donde Lacan dice: "Lo que, posiblemente, nos permita dar una articulación más a lo que nos es aportado en "Duelo y melancolía", esto es, a saber que, si el duelo tiene lugar y se nos dice que es en razón de la introyección del objeto perdido, para que él sea introyectado hay, posiblemente, una condición previa; ésta es que él esté constituido en tanto que objeto y que, desde ese momento, la cuestión de la constitución en tanto objeto no está, posiblemente, pura y simplemente ligada a la concepción a las etapas co-instintuales como nos son dadas" (subrayado mío)

Es en la lectura que hace Lacan de Hamlet donde esta concepción se desarrolla mas claramente. En efecto, Lacan señala que lo que le da su valor a Hamlet es que nos da acceso "al sentido de ". Ese sentido es que no hay Otro del otro.

¿Porqué, o cómo, aparece esto?

Porque, según Lacan, lo que ha ocurrido con Hamlet es la descomposición del fantasma ($<>a) (ubicado en el grafo del deseo, a continuación de ) a partir de la escena en que Hamlet rechaza a Ofelia.

"Ofelia, en esta localización, se sitúa a nivel de la letra pequeño a, la letra pequeño a en cuanto está inscripta en esa simbolización de un fantasma – siendo el fantasma el soporte, el sustrato imaginario de algo que se llama hablando propiamente el deseo en cuanto se distingue de la demanda, que se distingue, además, de la necesidad. Esa "a" corresponde a algo hacia lo cual se dirige toda la articulación moderna del análisis cuando busca articular el objeto y la relación del objeto" (sesión del 15 de abril de 1959)

La estructura imaginaria del fantasma conlleva que en el nivel imaginario funcione una no-distinción de $ y de pequeño a. Es esa estructura imaginaria la que ya no funciona para Hamlet desde el momento que ha rechazado a Ofelia. Esa descomposición consistiría pues en que "el pequeño a de $<>a, en adelante desglosado de $, llega a reunirse con el m del estrato de abajo [del grafo] mientras que $ vuelve a subir a donde Hamlet, incesantemente, rumia su melancólica procastinación" 25

Para Lacan, el fantasma se recompondrá a partir de la escena del cementerio. Es por la vía "de un duelo asumido dentro de la misma relación narcisista que hay entre el yo y la imagen del otro, es en función de lo que le representa de golpe en otro esa relación apasionada de un sujeto con un objeto que está al fondo del cuadro, la presencia del $ que le pone ante sí de golpe un soporte donde ese objeto que para él es rechazado a causa de la confusión de objetos, de la mixtura de objetos, es en la medida en que algo allí de golpe lo aferra que ese nivel puede de golpe ser restablecido, que por un corto instante va a hacer de él un hombre" 26.

Allouch sintetiza esto de la siguiente manera: "el dibujo de Laertes estrechando el cadáver de Ofelia tendría así el valor de una escritura ideográfica de $<>a, sería una transliteración" 27

En esa relación apasionada de un sujeto con un objeto se juega la relación entre el objeto y el falo, en los siguientes términos: "en la articulación del fantasma, el objeto ocupa el sitio del que el sujeto está privado simbólicamente. ¿O sea qué? Es con el falo que el objeto adquiere esa función que tiene en el fantasma y que el deseo con el fantasma como soporte se constituye" 28 (subrayado mío).

Es decir, pequeño a ocupa el lugar de F (Fi mayúscula), y es en tanto que ocupa ese sitio que se constituye como objeto de deseo.

Esto significa que luego de rechazar a Ofelia, la relación entre Hamlet y Ofelia ya no es en términos de $<>a sino de $. Y es recién en la escena del cementerio donde se opera la "reintegración de a". En analogía con el Wo es war, podemos decir que "donde estaba j (Fi), allí mismo debe advenir pequeño a".

"El duelo por Ofelia realizará, operará esa sustitución. De allí esta fórmula: el duelo compone al fantasma. Que implica inmediatamente esta otra: el duelo regula el nivel del deseo" 29 (subrayado mío).

¿Cómo compone el duelo al fantasma?

Constituyendo al objeto como objeto en el deseo (por ejemplo, como un objeto imposible, o un "inexistente absoluto sin correspondencia", o un agujero en lo real). Pero para que ese objeto se constituya como objeto en el deseo, no basta con la pérdida del mismo: es necesaria también la intervención del falo. Por eso el duelo en cuestión es un duelo esencial: el duelo del falo

Lacan recuerda que, para Freud, el falo es la clave de la represión primordial y del sepultamiento del Edipo. Es en tanto que el sujeto hace el duelo del falo que el Edipo se va al fundamento. Y ese duelo se articula a una exigencia narcisista del sujeto: "Si la satisfacción amorosa en el terreno del complejo de Edipo debe costar el pene, entonces por fuerza estallará el conflicto entre el interés narcisista en esa parte del cuerpo y la investidura libidinosa de los objetos parentales. En ese conflicto triunfa normalmente el primero de esos poderes: el yo del niño se extraña del complejo de Edipo" 30.

Pero es la situación de la niñita (quien "acepta la castración como un hecho consumado, mientas que el varoncito tiene miedo a la posibilidad de su consumación" 31) la que ya había llevado a Lacan (en el seminario IV, sobre la relación de objeto y las estructuras freudianas) a trabajar las relaciones entre frustración, castración y privación, y precisar la razón por la cual la subjetivación se efectúa, mas allá de la castración, gracias a la operación llamada privación.

"Entonces ¿qué es lo que va a aparecer aquí, al nivel de la privación, a saber, de eso que deviene el sujeto, en tanto que él ha sido simbólicamente castrado? Pero ha sido simbólicamente castrado al nivel de su posición como sujeto parlante, no de su ser, ese ser que tiene que hacer el duelo de algo que tiene que llevar en sacrificio, en holocausto, a su función de significante faltante (...)
Eso de lo que se trata es, justamente, del falo, y es por esto que él no podrá alcanzarlo jamás, hasta el momento en que, justamente, habrá hecho el sacrificio completo y, por otra parte, a pesar suyo, de todo su apego narcisista"
32.

Es solamente mediante ese sacrificio que Hamlet estará castrado, no solamente en el significante, sino también en su ser. Y ese sacrificio es el que responde a la "condición previa" que Lacan le había impuesto al texto freudiano sobre el duelo y la melancolía.

En suma, "el objeto del deseo no se constituye en el fantasma mas que sobre la base de un sacrificio, de un duelo, de una privación del falo. Estos tres términos designan aquí una sola e idéntica operación que vuelve gratuito al objeto del deseo, que permite que funcione la estructura imaginaria del fantasma" 33 (subrayado mío).

Es necesario el paso de la privación, que es la operación donde el objeto en juego es el falo simbólico 34.

En ese sentido, no basta con el nivel de lo simbólico. El duelo no puede concluirse solo en ese nivel. Es necesaria la vía descendente hacia lo imaginario, que permita constituir al objeto en lo real como objeto radicalmente perdido. O dicho de otro modo, el duelo busca hacer coincidir el agujero real con el agujero simbólico 35.

"El duelo no es solamente perder a alguien (agujero en lo real) sino también convocar en ese lugar algún ser fálico para poder sacrificarlo. Hay duelo efectuado si y solo si ha sido efectivo ese sacrificio" 36 (subrayado mío)

Y ese es el punto de concurrencia entre la interrogación sádica del objeto y la dialéctica del deseo, punto sobre el que nos habíamos detenido al final del item anterior.

2.4 – El duelo y el deseo del analista

Veamos entonces como ordena las cosas Lacan en el final de la sesión del 28 de junio de 1961

  1. El primer paso consiste en señalar lo que sería un punto concurrente entre duelo y melancolía: "Se trata de lo que llamaré, no el duelo, ni la depresión por la pérdida de un objeto, sino un remordimiento de un cierto tipo, desencadenado por un desenlace que es del orden del suicidio del objeto" (subrayado mío)

  2. El segundo paso consiste en anudar, sobre este remordimiento, el campo del deseo: "Un remordimiento pues, a propósito de un objeto que de alguna forma entró en el campo del deseo y que, por su obra, o por algún riesgo que corrió en la aventura, ha desaparecido" (subrayado mío)

  3. El tercer paso consiste en asociar ese remordimiento con la interrogación sadiana del objeto: "Freud les trazó el camino al indicarles que, ya en el duelo normal, la pulsión que el sujeto vuelve contra sí bien podría ser una pulsión agresiva hacia el objeto".

  4. El cuarto paso consiste en articular la fuente de ese remordimiento a la pérdida del objeto para, a partir de ahí, replantear la relación entre la pérdida de ese objeto y el deseo: "Su origen lo encontrarán en lo siguiente - si ese objeto se ha escabullido de esta forma, si ha llegado a destruirse, no valía la pena haber tenido con él tantos miramientos, no valía la pena desviarme por él de mi verdadero deseo" 37 (subrayados míos, ver en la nota al pie mi traducción a partir del texto de la versión Seuil corregido por "Le transfert dans tous ses errata").

En otros términos, el deseo se engañaba con ese objeto que había entrado, "a algún título", en su campo. El deseo "verdadero" se ubica mas allá de ese objeto, y el problema, para quien se hallase en dicha posición, sería el de reencontrar las vías de su "verdadero deseo".
Pero para llegar a este punto ha sido necesario sostener la interrogación sadiana del objeto, hasta sus últimas consecuencias.

Es aquí donde la dirección de la intervención analítica es capital, al menos en la medida en que podamos pensar la situación anterior como una situación propia del dispositivo analítico. En efecto, esto nos lleva al corazón de la relación entre el Ideal y el objeto pequeño a. Y lo que aquí importa (lo que Sócrates sabe, y lo que los analistas deberían al menos entrever) es que, al nivel del pequeño a, no se trata del acceso a ideal alguno: "El amor solo puede rodear esta isla, este campo del ser. Y el analista, por su parte, sólo puede pensar que cualquier objeto puede rellenarlo" 38.

Como en el caso de Hamlet, tenemos que diferenciar el campo del ser de los objetos que puedan incluirse en él, es decir, tener en cuenta la castración, no solamente en el significante, sino también en el ser

En este punto bisagra es donde la interrogación sadiana del objeto se articula al deseo del analista: "He aquí adonde nosotros, analistas, nos vemos conducidos a oscilar, en ese límite en el que, con cualquier objeto, una vez que ha entrado en el campo del deseo, se plantea la cuestión - ¿que eres tu?. No hay objeto que valga más que otro - éste es el duelo a cuyo alrededor se centra el deseo del analista" 39 (negritas mías, subrayado de Lacan, ver en la nota al pie mi traducción a partir del texto de la versión Seuil corregido por "Le transfert dans tous ses errata").

Esa es la frase que estamos tratando de entender: "el duelo a cuyo alrededor se centra el deseo del analista". Y quizás sea esta la ocasión propicia para subrayar la importancia de las correcciones señaladas en "Le transfert dans tous ses errata", pues la diferencia entre ambas versiones nos va a orientar mucho respecto de lo que está en juego en este párrafo. En la versión de Seuil (de marzo de 1991), en el lugar del párrafo que acabamos de transcribir (la parte que antecede a la cita sobre el duelo y el deseo del analista), dice esto otro: "ese límite donde se plantea la pregunta por lo que vale cualquier objeto que entre en el campo del deseo" ("cette limite ou se pose la question de ce que vaut n’importe quel objet qui entre dans le champ du désir") (subrayado mio). Como se ve, la diferencia es capital.

En la versión Seuil se trataría de una pregunta por el valor del objeto (cuestión que solo podría responderse desde el ideal). En la versión corregida, en cambio, la pregunta no es por el valor del objeto. La pregunta es por el ser. Y esa pregunta por el ser se hace "con" un objeto, con cualquier objeto que haya entrado "en el campo de nuestro deseo". Es por esta razón que no hay objeto que tenga "mas o menos" precio que otro. El objeto es solo instrumental en relación a la pregunta por el ser.

Es importante aclarar esto porque es sobre ese punto, a su vez, que se articula la cuestión del "deseo del analista": no es lo mismo que seamos llevados a vacilar respecto de lo que vale cualquier objeto que respecto de la pregunta "¿qué eres tu?". En el primer caso sería difícil no deslizarnos hacia una respuesta por el lado del ideal, y no se entiende cuál sería la función del duelo. En el segundo caso, en cambio, el duelo por la pérdida del objeto es esencial a la pregunta por el ser. Por eso ese duelo es aquello "alrededor de lo que está centrado el deseo del analista".
Es aquí donde cabría resaltar ese uso del neutro, tan típico en el estilo de Lacan, pues el mismo deja un margen de ambigüedad tanto sobre el objeto en juego como sobre quien estaría de duelo. La edición Seuil (y también la traducción castellana de Paidos), al titular esta sesión como "El analista y su duelo" (subrayado mío), entiende resolver esta ambigüedad en el sentido de que sería el analista quien debería realizar un duelo. En consecuencia, ¿sería el analista quien debería hacer el sacrificio del falo? ¿Y sería ese sacrificio del falo lo que daría su posición al deseo del analista?

En el párrafo siguiente, Lacan ilustra su planteo con la escena más famosa del banquete de Platón. Toma como ejemplo la situación en que Sócrates le señala a Alcibíades que todo lo que le dice a él es para Agaton, para señalar: "he ahí la función del analista con lo que comporta de un cierto duelo" 40.

A lo que Alcibíades apuntaba era al objeto que se encontraba en Sócrates, el agalma, el objeto del deseo, del que Sócrates no era mas que el envoltorio. Este desplazamiento sobre Agaton, por parte de Sócrates, ¿implicaría la realización de un duelo?

Finalmente Lacan termina la sesión (y el seminario) con un comentario respecto del mandamiento cristiano "amaras a tu prójimo como a ti mismo", señalando que "Esto significa - pueden plantear ustedes a propósito de cualquiera la cuestión de la perfecta destructividad del deseo. A propósito de cualquier, puedes tener la experiencia de saber hasta dónde osarás llegar en la interrogación de un ser - a riesgo, en lo que a ti mismo se refiere, de desaparecer" 41.

En la vía de la interrogación del ser, una vez mas se plantea el problema de la destrucción del objeto. Pero, en este caso, ¿cómo debe entenderse el duelo?

En suma, son varias las preguntas que se plantean, en esta última sesión del seminario sobre la transferencia, respecto de las relaciones entre el deseo del analista y el duelo:

Para intentar responder a estas preguntas vamos a comentar un par de casos clínicos presentados por postfreudianos en relación al tema de la contratransferencia, y comentados por Lacan en las sesiones del 8 de marzo de 1961 (seminario sobre la transferencia) y del 27 de marzo de 1963 (seminario sobre la angustia)

Notas

(x) Publicado en el número 14 de la revista Acheronta (diciembre 2001)

(xx) Respecto de las citas de este seminario cabe hacer un recordatorio breve de la historia del "establecimiento" de su texto. En efecto, el seminario VIII, sobre la transferencia, es el que ha generado mas conflictos, polémicas y escándalos en torno a su edición. Concretamente, este fue el primer seminario respecto del cual un grupo de analistas intentó la edición de una transcripción "crítica", independiente de J.A. Miller. Fue el caso de la versión conocida como "Stécriture" (porque así se llamaba el boletín en el que se iban publicando cada una de las sesiones del seminario). Sus realizadores fueron llevados ante la justicia por J.A. Miller, y condenados por esta el 11 de diciembre de 1985 (ver artículo publicado en ORNICAR? n° 35, página con numeración separada del resto: "Un jugement"; ver mi artículo "el testamento de Lacan"), y desde entonces, las transcripciones "críticas" han circulado solo clandestinamente.
En marzo 1991 J. A. Miller y la editorial Seuil publican una edición "oficial" del seminario. A los pocos meses, la école lacanienne de psychanalyse (a la que también pertenecían los condenados por el fallo contra Stécriture) publica "Le transfert dans tous ses erratas" que marca, uno por uno, cada uno de los errores cometidos en esa edición "oficial" de Seuil. La consistencia de esa crítica y la magnitud de los errores cometidos provocaron un escándalo editorial, a tal punto que Paidos desistió de publicar la traducción al castellano (ya terminada, a cargo de Diana Rabinovich).
Hubo que esperar mas de 10 años para que (en junio de 2001) apareciera una nueva edición en Seuil. En la misma se recogieron casi todos los señalamientos de "Le transfert dans tous ses erratas", pero sin una sola mención o referencia a esa fuente.
Cabe señalar que el año 2001 marca un cambio de posición de J.A. Miller, "obligado" en cierto modo por la amplificación que Internet permitió a la difusión de los registros sonoros (digitalizados durante el año 2000) y copias de las estenografias de los seminarios (es decir, las "fuentes" de los seminarios) (ver al respecto mi artículos "
Las estenografías del seminario de Lacan")
En el 2003 Paidos publica la traducción (realizada por Enric Berenguer) de la edición del 2001 de Seuil.
Para mantener el rastro de esta historia, aunque las citas del seminario sean las de la edición castellana de Paidos de 2003, en las respectivas notas a pie de página se indicará la versión en francés publicada en la edición de Seuil de 2001, con las eventuales correcciones de "Le transfert dans tous ses errata", con la indicación, entre paréntesis, al final, de las páginas de una y otra; todo ello seguido de mi propia traducción al castellano, cuando alguna diferencia respecto de la edición de Paidos lo amerite.

(13) Jacques Lacan, El Seminario, La transferencia, Ed. Paidos, Buenos Aires 2003 (traducción de Enric Berenguer), página 428.
Como lo señalamos en la nota anterior, en estas notas al pie agrego, para cada cita, el texto original en francés del tomo VIII de "Le Séminaire", de Jacques Lacan, de la edición de Seuil de marzo de 1991, corregida, cada vez que corresponda, según las indicaciones de "Le transfert dans tous ses errata", de edición EPEL (entre paréntesis, al final de la cita, se indica la página, primero del libro de Seuil, y segundo, cada vez que corresponda, la del libro de EPEL), seguida de mi traducción al castellano, cuando algunas diferencias lo requieran.
« Il s’agit de ce qui est au cœur de la réponse que l’analyste doit donner pour satisfaire au pouvoir du transfert. Cette position, je la distingue en disant qu’a la place même qui est la sienne, l’analyste doit s’absenter de tout idéal de l’analyste 
» (448/173)
"Se trata de lo que está en el corazón de la respuesta que el analista debe dar para satisfacer al poder de la transferencia. Esa posición la distingo diciendo que, en el lugar mismo que es el suyo, el analista debe ausentarse de todo ideal del analista"

(14) Idem.
El texto completo del párrafo es: "A títulos diversos y bajo diferentes rúbricas, efectivamente, podemos formular, a propósito del analista, algo que sea del orden del ideal. Hay calificaciones del analista, y con eso basta para constituir un núcleo de ese orden. El analista no debe ignorar por completo cierto número de cosas, eso queda claro. Pero no es este punto el que interviene en su posición esencial"
«A divers titre et sous diverses rubriques, on peut bien sur formuler à propos de l’analyste quelque chose qui soit de l’ordre de l’idéal. Il y a des qualifications de l’analyste, et c ’est déjà assez pour constituer un noyau de cet ordre. L’analyste ne doit pas être tout à fait ignorant d’un certain nombre de choses, c’est certain. Mais ce n’est point là ce qui entre en jeu dans sa position essentielle» (448)

(15) Lacan señala la ambigüedad del término "saber", y refiere que el sentido que tiene esa palabra en Platón, "es mucho más próximo al que apunto en el momento en que intento articular para Uds. la posición del analista" («Le sens qu’a chez lui [chez Platon] le mot de savoir est beaucoup plus proche de ce que je vise au moment ou j’essaye d’articuler pour vous la position de l’analyste» – Séminaire Le transfert, Ed. Seuil, page 448)

(16) Jacques Lacan, El Seminario, La transferencia, Ed. Paidos, Buenos Aires 2003 (traducción de Enric Berenguer), página 433
«L’horizon du rapport à l’objet n’est pas avant tout un rapport conservatif. Il s’agit, si je puis dire, d’interroger l’objet sur ce qu’il a dans le ventre. Cela se poursuit sur la ligne ou nous essayons d’isoler la fonction de petit a, la ligne proprement sadienne, par ou l’objet est interrogé jusqu’aux profondeurs de son être, sollicité de se retourner dans ce qu’il a de plus caché, pour venir à remplir cette forme vide en tant qu’elle est fascinante.
Ce qui est demandé à l’objet, c’est jusqu’ou peut-il supporter la question ? Peut-être jusqu’au point ou le dernier manque-à-être est révélé, jusqu’au point ou la question se confond avec la destruction même de l’objet. Tel est le terme – et c’est pour cette raison qu’il y a la barrière que je vous ai placée l’année dernière, la barrière de la beauté, ou de la forme. Là, l’exigence de conserver l’objet se réfléchit sur le sujet lui-même
» (453/180)
"El horizonte de la relación al objeto no es ante todo una relación conservativa. Se trata, si puedo decirlo, de interrogar al objeto sobre lo que tiene en el vientre. Esto se desarrolla sobre la línea en la que intentamos aislar la función de pequeño a, la línea propiamente sadiana, por la cual el objeto es interrogado hasta las profundidades de su ser, requerido a mostrarse en lo que tiene de mas oculto, para venir a llenar esta forma vacía en tanto que ella es fascinante.
Lo que es demandado/preguntado al objeto es hasta donde puede soportar la pregunta. Quizás hasta el punto donde la última falta en ser se ha revelado, hasta el punto en que la pregunta se confunde con la destrucción misma del objeto. Tal es el término – y es por esta razón que hay la barrera que les he ubicado el año pasado, la barrera de la belleza, o de la forma. Ahí, la exigencia de conservar al objeto se refleja sobre el sujeto mismo" (subrayado mío)

(17) Idem, página
« Aussi bien est-ce seulement à ordonner l’échelle montante et concordante des objets par rapport au sommet phallique, que nous pouvons comprendre la liaison des différents niveaux que comporte par exemple l’attaque sadique, pour autant qu’elle n’est pas du tout la pure et simple satisfaction d’une agression prétendue élémentaire, mais une façon d’interroger l’objet dans son être et d’y puiser le ‘ou-bien’ introduit à partir du sommet phallique, entre l’être et l’avoir
(…) Il y a toujours un moment ou nous allons le lâcher cet objet, en tant qu’objet du désir, faute de savoir comment poursuivre la question. Forcer un être, puisque c’est là l’essence du petit a, au-delà de la vie, n’est pas a la portée de tout le monde 
» (455/182)
"De la misma manera, es solamente ordenando la escala ascendente y concordante de objetos con relación a la cúspide fálica que podemos comprender el enlace de los diferentes niveles que comporta, por ejemplo, el ataque sádico, en tanto que para nada es la pura y simple satisfacción de una agresión pretendidamente elemental, pero una manera de interrogar al objeto en su ser y de extraer el "o bien" introducido a partir de la cúspide fálica, entre el ser y el tener
(...) Hay siempre un momento en que vamos a soltar a ese objeto, en tanto que objeto del deseo, a falta de saber como proseguir la pregunta.
Forzar un ser, puesto que esa es la esencia del objeto a, mas allá de la vida, no está al alcance de todo el mundo" (subrayado mío)

(18) Heurístico: que sirve al descubrimiento; parte de la ciencia que tiene por objeto descubrir hechos

(19) Jean Allouch, "Erótica del duelo en el tiempo de la muerte seca" , EDELP, página 75

(20) Ver G. Lanteri-Laura, "Les hallucinations"

(21) A criterio de Allouch, esta teoría bipolar "es el romanticismo hecho ciencia", página 146

(22) Citado por Allouch en "Erótica del duelo en el tiempo de la muerte seca", página 168

(23) Idem, páginas 172/3

(24) Idem, página 177

(25) Idem, página 271

(26) Jacques Lacan, sesión del 18 de marzo de 1959, citado por Allouch, idem, página 283

(27) Allouch, Idem, página 283

(28) Jacques Lacan, sesión del 15 de abril de 1959, citado por Allouch, idem, página 288

(29) Jean Allouch, idem, página 293

(30) Sigmund Freud, "El sepultamiento del complejo de Edipo", Obras Completas, Ed. Amorrortu, Tomo XIX, página 184

(31) Idem, página 186

(32) Jacques Lacan, "El deseo y su interpretación", sesión del 29 de abril de 1959

(33) Jean Allouch, idem, página 307

(34) Recordemos la tabla, presentada en el seminario IV (las relaciones de objeto), y completada en el seminario VI (el deseo y su interpretación)

Agente Acción Objeto
Madre simbólica Frustración imaginaria Seno real
$ real Castración simbólica imaginario
imaginario Privación real simbólico

(35) Jacques Lacan, Le transfert, sesión del 21 de junio 1961, página 458:"El duelo consiste en autenticar [y no "identificar", como dice la versión Seuil] la pérdida real, pieza por pieza, pedazo a pedazo, signo a signo, elemento gran I a elemento gran I, hasta el agotamiento".

(36) Jean Allouch, idem, página 307

(37) Jacques Lacan, El Seminario, La transferencia, Ed. Paidos, Buenos Aires 2003 (traducción de Enric Berenguer), página 439
(ver notas a pie de página
xx y número 13) -
« Il s’agit de ce que j’appellerais, non pas le deuil, ni la dépression au sujet de la perte d’un objet, mais un remords d’un certain type, déclenché par un dénouement qui est de l’ ordre du suicide de l’objet. Un remords donc, à propos d’un objet qui est entré a quelque titre dans le champ du désir, et qui, de son fait, ou de quelque risque qu’il a couru dans l’aventure, a disparu.
Analysez ce cas. La voie vous est tracée par Freud, quand il vous indique que déjà dans le deuil normal la pulsion que le sujet retourne contre soi pourrait bien être une pulsion agressive a l’endroit de l’objet. Sondez ces remords dramatiques quand ils adviennent. Vous en verrez peut-être quelle est la force d’ou revient contre le sujet lui-même une puissance d’insulte qui peut être parente de celle de la mélancolie. Vous en trouverez la source dans ceci qu’avec cet objet qui s’est ainsi dérobé, ce n’était donc pas la peine d’avoir pris, si j’ose dire, tant de précautions. Ce n’était donc pas la peine de s’être détourné de son vrai désir s’il a, cet objet, comme il semble, été qu’on aille jusqu'à le détruire
» (459/184-5)
"Se trata de lo que llamaré, no el duelo, ni la depresión por la pérdida de un objeto, sino un remordimiento de un cierto tipo, desencadenado por un desenlace que es del orden del suicidio del objeto. Un remordimiento por ende, a propósito de un objeto que entró, a algún título, en el campo del deseo, y que, por si mismo, o por algún riesgo que ha corrido en la aventura, ha desaparecido.
Analicen ese caso. La vía les es trazada por Freud cuando les indica que ya en el duelo normal
la pulsión que el sujeto invierte contra si mismo podría ser una pulsión agresiva hacia el objeto. Encontrarán la fuente en lo siguiente, que con ese objeto que se ha así escamoteado, no valía la pena haber tomado , si puedo decirlo, tantas precauciones. No valía la pena haberse desviado de su verdadero deseo si, ese objeto, como parece, ha ido hasta que se lo destruya" (subrayado mío)

(38) Idem página 440
"ce champ de l’être que l’amour ne peut que cerner, c’est quelque chose dont l’analyste ne peut que penser que n’importe quel objet peut le remplir" (459/185).
"este campo del ser que el amor no puede mas que cernir es algo del cual el analista no puede pensar sino que cualquier objeto puede llenarlo"

(39) Idem
"Voilà ou nous, analystes, sommes amenés a vaciller, sur les limites ou se pose cette question «qu’es-tu ?» avec n’importe quel objet qui est entré une fois dans le champ de notre désir, qu’il n’ y a pas d’objet qui ait plus ou moins de prix qu’un autre, c’est ici le deuil autour de quoi est centré le désir de l’analyste" (459-60/185-6)
"Es aquí donde nosotros, analistas, somos llevados a vacilar, sobre los límites donde se plantea esta pregunta ‘¿qué eres tu?’, con cualquier objeto que ha entrado una vez en el campo de nuestro deseo, que no hay objeto que tenga un precio mayor o menor que otro, he aquí el duelo alrededor de lo que está centrado el deseo del analista" (subrayado mío)

(40) Idem
"Voilà la fonction de l’analyste, avec ce qu’elle comporte d’un certain deuil" (460)

(41) Idem
"Cela veut dire, a propos de n’ importe qui: poser la question de la parfaite destructivité du désir. Vous pouvez faire l’expérience de savoir jusqu’ou vous oserez aller en interrogeant un être – au risque, pour vous-même, de disparaître" (460/186)
"eso quiere decir, a propósito de cualquiera: plantear la perfecta destructividad del deseo. Pueden hacer la experiencia de saber hasta donde osarán ir interrogando a un ser – a riesgo, para Uds. mismos, de desaparecer"

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