Psicoanálisis y Ciencia

Algunas observaciones sobre el concepto de regresión
y su aplicación en la teorización freudiana de la neurosis obsesiva
(x)

"Cuando uso una palabra
- dijo Humpty Dumpty, con algo de desprecio -
significa lo que da la gana que signifique. Ni más, ni menos.

El problema
- dijo Alicia -
es el de si se puede hacer
que las palabras signifiquen tantas cosas diferentes.

El problema
- dijo Humpty Dumpty -
es el de saber quién manda.
Eso es todo
"

Lewis Carroll, "Alicia en el país de las maravillas"

A - Introducción

I

A partir del artículo de 1913 sobre la predisposición a la neurosis obsesiva, para Freud el rasgo distintivo de la misma es la regresión de la organización sexual a la fase sádico-anal.

No obstante, en esta caracterización, que se mantendrá hasta el final de su obra, el giro de los años 20 (del cual la obsesión no es ajena) permite diferenciar lecturas entre los textos anteriores y posteriores.
Antes, encontraremos la articulación del sadismo con la ambivalencia y bisexualidad de la analidad.
Después, encontraremos la desmezcla de pulsiones y la pulsión de muerte.

El recorrido de este artículo será el siguiente:

B - El concepto de regresión y la doble causalidad en Freud

II

Encontramos muy tempranamente la idea de regresión en la teoría psicoanalítica. Breuer la introduce en su capítulo teórico de "estudios sobre la histeria", como un decurso regresivo de la excitación, para dar cuenta de las alucinaciones. Freud la retoma en "Proyecto..." (1895) y luego en la conceptualización del aparato psíquico de la "Interpretación de los sueños". La necesidad de ese concepto está expresamente formulada allí (1) a partir del condicionamiento que implican sus hipótesis básicas: la energética por un lado, y la percepción como elemento primario (las huellas mnémicas a partir del esquema de la pizarra mágica) por el otro

Es esta la regresión llamada tópica

Sin embargo no es esta la que intervendrá principalmente en la conceptualización freudiana de la neurosis. Tras el abandono de la teoría de la seducción, Freud ubicará el real en causa en la misma ya no en un hecho fáctico, sino en el desarrollo de la sexualidad infantil y las pulsiones parciales. El síntoma se articulará entonces a partir de los conceptos de pulsión, libido y represión. Allí encontraremos la regresión temporal como regresión de la libido.

El esquema es anticipado en los "Tres ensayos..." y en el historial de Dora a partir de la idea de un "desvío de la excitación sexual" respecto de un cauce normal, fruto de obstáculos e influencias accidentales, y su retorno a "un cauce antiguo que parecía destinado a permanecer seco" (2).

III

Ya en 1894 la diferenciación entre las neurosis actuales y las neuropsicosis de defensa le plantean a Freud el problema de cómo articular la etiología sexual y el mecanismo psíquico.

La búsqueda de la causa a partir del síntoma presenta, en las primeras una relación constante. Se trata, básicamente, de una inadecuación entre satisfacción y encuentro:

Este esquema es prácticamente reducible al campo de una ley (esto es justamente lo que le permite a Freud afirmar la etiología sexual) y, por lo tanto, acorde al modelo causal de la ciencia. En tanto tal, las perspectivas que abre son las de la intervención directa sobre el síntoma, tal como ocurre en las psicoterapias y las prácticas sexológicas.

Sin embargo, la histeria y las neuropsicosis de defensa en general, plantearán algunos problemas particulares.

En primer término, la causa sexual (la escena de seducción sexual en la infancia) no es presente. Es decir, se plantea, por un lado, la paradoja de que sea eficiente sin ser actual (en tanto ausente), y por el otro, el problema de cómo eliminarla (en tanto ausente) para poder "curar" el síntoma.

En segundo término, y conjugado con lo anterior, irrumpe la dimensión del saber. Si por un lado el síntoma se presenta como un "no sé porqué", por el otro, la causa se revela activa, justamente, en tanto no sabida

El psicoanálisis se constituye así a partir de las neuropsicosis de defensa (abandonando prácticamente las neurosis actuales) como una búsqueda de una causa real a partir de una práctica interpretativa.

El inconsciente es la noción de un sujeto que sabe sin saber que sabe. El concepto de defensa plantea el síntoma como una respuesta subjetiva ante algo que se presenta como inasimilable para el sujeto. En el recorrido del efecto a la causa se intercala la dimensión del "olvido" (un no saber), el cual adquiere, por ello mismo, el estatuto de una segunda causa. Lo que podría llevarnos a hablar de una "etio-epistemología" de las neurosis.

IV

El historial de Schreber nos presenta un nuevo intento de articular esta doble causalidad, inconsciente y sexualidad (simbólico y real), poniendo el acento, ahora, en la represión. Las fases del proceso son las siguientes (3):

La regresión se presenta entonces entre la denegación (frustración) de la satisfacción y la fijación de la pulsión. La vía para tal regresión libidinal la proveen las fantasías "cuyo contenido, en caso de enfermar, [el sujeto] transpone en los síntomas". Estos son entonces "una satisfacción sustitutiva de lo denegado", "contienen un fragmento del quehacer sexual de la persona o su vida sexual íntegra" (4)

Causa 1: insuficiente, predisposición, fijación de la pulsión

Causa 2: eficiente, represión, olvido, denegación de la satisfacción

Efecto: síntoma, retorno de lo reprimido, satisfacción sustitutiva

No puede haber represión sin fijación, pero tampoco puede haber síntoma sin fracaso de la represión. No puede haber enfermedad sin articulación entre fijación y represión, entre causa real y causa significante.

La primera se presenta como un hecho de sexualidad, inscripta en un desarrollo evolutivo. La segunda se presenta como un hecho de interpretación en una práctica del sentido que abre a una nueva dimensión de la verdad

V

Podemos abrir, entonces, varios interrogantes:

No nos extrañará entonces encontrar la regresión asociada a dimensiones heterogéneas

VI

Contestar la primera de estas preguntas por la afirmativa implica suponer una concordancia, como en la ciencia, entre lo real (la evolución) y lo simbólico (el saber)

Esta es la vía que adoptaron los postfreudianos, dando la primacía al primero. Habría un desarrollo "normal" de la sexualidad cuyo final es la etapa genital definida como "la capacidad de encontrar una plena satisfacción mediante el orgasmo genital" que posibilita "una regulación fisiológica de la sexualidad" (5). En estos términos, toda neurosis se inscribiría en el esquema de las neurosis actuales, es decir, en la suposición de una posible adecuación entre satisfacción y encuentro sexual.

La sola existencia de esta "normalidad" exige el correlato de un saber sobre la misma. Saber que, en tanto tal, es socializable. De donde se desprende que el no saber que implica la represión sólo puede considerarse en términos de ignorancia (un error respecto del saber social inscripto en lo real) o cobardía. De donde la terapia analítica no puede escapar a los marcos de la educación y el incentivo moral. Se comprende porqué se habla a veces de los "prefreudianos"!!

C - La dimensión de la falta

VII

Sin embargo no es eso lo que descubre la experiencia analítica. Luego de casi 40 años de práctica analítica, Freud es taxativo: "en ningún momento del trabajo analítico se padece más bajo el sentimiento opresivo de un empeño que se repite infructuosamente, bajo la sospecha de 'predicar en el vacío', que cuando se quiere mover a las mujeres a resignar su deseo del pene por irrealizable y cuando se pretende convencer a los hombres de que una actitud pasiva frente al varón no siempre tiene el significado de una castración". Mas allá de la forma en que se presenta esta resistencia, lo decisivo es que "No permite que se produzca cambio alguno, que todo permanece como es. A menudo uno tiene la impresión de haber atravesado todos los estratos psicológicos y llegado, con el deseo del pene y la protesta masculina, a la 'roca base', y de este modo, el término de la actividad. Y así tiene que ser pues la desautorización de la femineidad no puede ser más que un hecho biológico, una pieza de aquel gran enigma de la sexualidad (...). Nos consolamos con la seguridad de haber ofrecido al analizado toda la incitación para reexaminar y variar su actividad frente a él" (6)

Para Freud, el fin de análisis presenta una resistencia irreductible, un tope que no depende ni de la particularidad clínica del paciente ni de la eventual torpeza del analista. Se trata de un impasse de estructura, válido para todo sujeto. El complejo de castración, ya definido años antes como el "complejo nuclear" de las neurosis, constituye un escollo insuperable. La "desautorización de la femineidad" asignado aquí a un hecho biológico, es el "caput mortum" de la experiencia. Se posee el significante del hombre, y Freud lo comprueba: el único símbolo de la libido es masculino. En cambio, el significante de la mujer está perdido. Por eso, hombre o mujer, todo sujeto en análisis sólo puede partir "volens nolens" su búsqueda, para hacer existir la relación sexual (7). El "enigma de la sexualidad" que constituye la "femineidad" es el punto de no saber radical en el inconsciente, irreductible a todo tipo de saber socializado.

VIII

El desarrollo evolutivo desemboca así en un vacío. En el momento en que esperaríamos encontrar el surgimiento de la "pulsión genital" que unifique el registro de la satisfacción en términos de un goce de la relación sexual, solo encontramos los complejos de castración y de Edipo.

La antropología ya nos enseña que en la especie humana la ley de la alianza sustituye a la ley del apareamiento sexual entre machos y hembras. Las estructuras elementales de parentesco determinan las condiciones algebraicas (exogamia) de la elección de objeto.

Lo que Freud agrega es que, por un lado, el condicionamiento de estas elecciones eróticas (lo que llama "condición de amor") tienen un carácter constriñente y compulsivo interno, como lo testimonia el historial del hombre de los lobos y sus enamoramientos automáticas ante la presencia de mujeres en cuclillas y realizando tareas humildes; por otro lado, estos condicionamientos, paradójicamente, resultan de la investidura libidinal inicial de los objetos que estan dentro del espacio de la familia. La elección exogámica es secundaria, y requiere de una interdicción sobre estos primeros objetos, siendo esta misma prohibición la que brinda las vías de la elección sustitutiva.

Lo que así descubre el psicoanálisis es que allí donde se creería encontrar el goce del apareamiento sexual, este se revela como incestuoso. El posicionamiento sexual tiene por condición, entonces, la renuncia al goce. La frustración, en ese sentido, es estructural.

IX

Ahora bien, si "las aspiraciones del completo de Edipo son aquello sobre lo que recae la defensa", el motor de la misma es el complejo de castración (8). Puesto que "la exigencia pulsional no es un peligro en si mismo, lo es solo porque conlleva un auténtico peligro exterior, el de la castración" (9), Freud ubica al padre, en tanto agente de la misma, como causa de la represión.

Tenemos articuladas así la positividad de la ley paterna con la negatividad que implica el registro de la pérdida. Por la primera, la interdicción paterna se presenta metaforizando (sustituyendo) el goce de la madre

El complejo de Edipo relata bajo la forma de un mito la simbolización del goce en la lengua, a partir de una sustitución fúndante. La señal del angustia y la formación de síntomas testimoniarán que la misma no es completa, y constituirán un intento por ligar en el significante un excedente que insiste. Retomaremos este problema más adelante.

Aquí queremos destacar el otro costado, la dimensión de este vacío, constitutivo para el sujeto, que implica esta extracción primaria de goce. El complejo de castración, en tanto motor de la defensa, tiene como punto de partida una ausencia paradójica: la ausencia de pene en la madre. La castración es ante todo las castración del Otro primordial.

X

El complejo de castración revela, en el registro imaginario, la estructura misma del lenguaje

En la carta 69 a Fliess, tras confesarle a su amigo que ha descubierto que sus histéricas lo engañaban, Freud señala que en el inconsciente es imposible encontrar índice alguno de realidad (10). El lenguaje no permite distinguir entre realidad y fantasía, motivo por el cual "en el mundo de las neurosis la realidad psíquica es la decisiva" (11)

Si la verdad tiene estructura de ficción, ello implica que la única referencia es el discurso mismo. Por eso también Hegel deduce que "el lenguaje es lo más verdadero" (12)

Por su misma estructura, en el lenguaje hay algo que no tiene nombre. Se introduce así una negatividad esencial (el universal hegeliano). En ese sentido, el falo, como significante ausente, entra en juego a partir del momento en que el sujeto tienen que simbolizar como tal, en la oposición significante-significado, al significado mismo, a la significación (13)

Lo que se plantea en el complejo de castración es la presencia de un deseo más allá de toda demanda, ubicado en ese primer Otro (la madre) al que el sujeto dirige su demanda (14). Ante la falta en el Otro, es con su textura imaginaria con lo que el sujeto intenta responder. La castración es el sacrificio que se plantea para constituir el significante faltante.

Así como la contrapartida de la falta de referencia que implica el lenguaje es la construcción, con su mismo uso, de algún tipo de pantalla que recubra ese vacío, eventualmente lo designe, las estructuras clínicas son formas de recubrir la ausencia del pene en la madre, modos típicos de suplementarl al falta en el Otro (). En el lugar de la falta se ubicará entonces algún tipo de objeto que intente suturar esa hiancia que abre el lenguaje. Podemos escribirlo de esta manera:

a ---> objeto suplementario
------
- ---> ausencia de referencia, castración materna, significación fálica

D - La estrategia del deseo en la neurosis obsesiva

XI

"La situación inicial de la neurosis obsesiva no es otra que la de la histeria, a saber, la necesaria defensa contra las exigencias libidinosas del complejo de Edipo. Empero, la configuración ulterior es alterada decisivamente por un factor constitucional. La organización genital de la libido demuestra ser endeble y muy poco resistente. Cuando el yo da comienzo a sus intentos defensivos, el primer éxito que se propone como meta es rechazar en todo o en parte la organización genital (de la fase fálica) hacia el estadio anterior, sádico anal. Este hecho de la regresión continúa siendo determinante para todo lo que sigue" (15)

Importan entonces determinar las relaciones entre los estadios pregenitales y la fase fálica.

Desde la psicología evolutiva encontraríamos un desarrollo madurativo

Estadios
--|----|----|-----|-----|--------- madurez sexual

Desarrollo evolutivo

La neurosis implica entonces una "regresión de formas adultas a formas infantiles de la sexualidad" o "la perduración de estadios anteriores del desarrollo" (16). El obsesivo típico es "aquél que ha renunciado a su genitalidad y se ha hecho una vez más, sádico-anal" (17)

XII

Otra lectura es la que podemos hacer a partir del artículo de Freud de 1917 sobre las transposiciones de la pulsión, en particular del erotismo anal (18)

La pregunta que allí se formula es la de cómo se incluyen las pulsiones parciales en la "organización genital", en función de su "significatividad". El punto de partida de las elucidaciones lo constituye el hecho de que "en las producciones de lo inconsciente - ocurrencias, fantasías, síntomas - los conceptos de caca, hijo y pene se distinguen con dificultad, y fácilmente son permitidos entre si", son tratados "como si fueran equivalentes entre si y se pudieran sustituir sin reparo unos por otros".

Para las mujeres, los vínculos entre hijo y pene resultan de la envidia del pene, expresión femenina del complejo de castración

Para el varón, el pene "es discernido como algo separable del cuerpo" a partir del reconocimiento de la falta de pene en la mujer, entrando en analogía con las heces en tanto estas constituyen "el primer trozo de lo corporal al que se debió renunciar. De ese modo el viejo desafío anal entra en la constitución del complejo de castración". Este desafío se plantea a partir del hecho de que "en torno a la defecación se presenta para el niño una primera decisión entre la actitud narcisista y la del amor de objeto. O bien entrega obediente la caca, la "sacrifica" al amor, o la retiene para la satisfacción autoerótica o, más tarde, para afirmar su propia voluntad".

XIII

Varias son las conclusiones que se pueden extraer de este texto.

En primera instancia, la diacronía de la constitución del sujeto debe entenderse a partir de una retroacción significativa desde el completo de castración.

Mediante las equivalencias simbólicas, la regresión a la fase anal ubica la dialéctica que en la fase fálica plantea el problema de la diferencia de los sexos, en el registro de los objetos de la demanda, intenta reducir lo que es del orden del deseo en el registro de la demanda. El falo simbólico, en tanto significante que marca el deseo del Otro, imposible de ser demandado, es objeto de una denegación, una Verneinung.

El obsesivo intentará suplementar la falta en el Otro () con nuevos significantes. De ahí el valor del objeto anal.

Las heces entran en la subjetivación por intermedio de la demanda del Otro. La ambivalencia que se plantea en ese nivel dibuja una estructura totalmente homóloga a la del síntoma obsesivo.

Por su duplicidad, el objeto anal viene a simbolizar el falo en su desaparición. La imposibilidad que especifica el deseo del obsesivo resulta de su suspensión respecto de la estructura del objeto anal donde "la inhibición no es sino la introducción de otro deseo diferente a aquel que la función satisface de manera natural" (19).

La oposición del retener y expulsar ubican los deseo del obsesivo en la función de la defensa, marcando así su excentricidad en relación al deseo sexual. El deseo como imposible es el deseo en tanto defensa contra otro deseo, la transformación del objeto del deseo en el significante mismo de la imposibilidad.

El obsesivo intenta hacer del significante signo, restituir la pregunta que se abre a partir de la inconsistencia del Otro, en el Otro, manteniéndolo como completo

En ese sentido, el obsesivo toma a su cargo la prohibición de goce que impone la ley del significante. Su anhelo es el de obedecer a un amo para protegerse del deseo. Al identificar su castración a la del otro, el obsesivo llama a su socorro algún elemento que se presente en una posición tercera en relación al deseo del Otro, algo donde poder colocarse para evitar la evanescencia que implica su división subjetiva ($).

XIV

La regresión a la fase sádico-anal da cuenta entonces, por un lado de la agresividad que resulta de la especularidad imaginaria, y por el otro de la identificación simbólica a los objetos de la demanda

E - La dimensión del goce

XV

Los síntomas de la neurosis obsesiva son parte de las observaciones clínicas (junto a la reacción terapéutica negativa y la compulsión de repetición) que motivaron el giro de los años 20 en la obra freudiana, y el desarrollo de los conceptos de pulsión de muerte, superyó, consciencia moral, sentimiento inconsciente de culpa, necesidad de castigo y masoquismo primario.

A partir de entonces, la regresión a la fase sádico-anal podrá asociarse a una nueva descripción del síntoma y el proceso que Freud llamará desmezcla de pulsiones

XVI

Freud señala que los síntomas obsesivos son "de dos clases y de contrapuesta tendencia. O bien son prohibiciones, medidas precautorias, penitencias, vale decir, de naturaleza negativa, o por el contrario, son satisfacciones sustitutivas, hartas veces con disfraz simbólico (...) Constituye un triunfo de la formación de síntoma que se logre enlazar la prohibición con la satisfacción, de suerte que el mandato o la prohibición originariamente rechazantes cobren también el significado de una satisfacción" (20).

Hasta aquí, el síntoma se presentaba como una forma de satisfacción sustitutiva de las aspiraciones libidinales edípicas rechazadas. Ahora, el síntoma obsesivo contrapone este intento de satisfacción sustitutiva de las pulsiones sexuales a la instancia prohibidora, alcanzando su máxima expresión a partir del predominio de esta última. La nueva satisfacción resulta paradójica, puesto que se obtiene a partir de la misma renuncia de la satisfacción de las pulsiones sexuales.

La tendencia de la formación del síntoma, en el caso de la neurosis obsesiva consiste en obtener satisfacción a partir de la denegación (frustración) (21).

Es esta misma paradoja que Freud plantea en "El malestar en la cultura" respecto de la consciencia moral, la cual se comporta con tanta mayor severidad y desconfianza cuanto más virtuoso se presenta el individuo. Este reforzamiento de la instancia moral y/o prohibidora es fruto de la regresión al estadio sádico-anal, en tanto la esencia de dicha regresión estriba "en una desmezcla de pulsiones, así como a la inversa, el progreso de las fases anteriores hacia la fase genital definitiva tiene por condición un suplemento de componentes eróticos" (22).

Así, el superyó adquiere un sesgo cruel y severo pues, en tanto "que proviene del ello, no puede sustraerse de la regresión y al desmezcla de pulsiones allí sobrevenida" (23)

Es así como la pulsión de muerte cobra un valor particular en la neurosis obsesiva. En la regresión al estadio sádico anal, el acento recaerá ahora sobre el sadismo.

XVII

Como vemos, la paradójica satisfacción a partir de la renuncia a la satisfacción de las pulsiones eróticas y reforzamiento de la instancia prohibidora es correlativa de la estrategia señalada en los puntos anteriores, mediante la cual el obsesivo intenta suturar la falta en el Otro, en el mismo registro significante. El resultado es que el síntoma obsesivo nos presenta el sujeto dividido, ya no solo por el significante (inconsciente y represión) sino también en el registro de la satisfacción.

Trataremos de reordenar, entonces, estas paradojas, a partir del concepto de goce

XVIII

En 1911, en sus formulaciones sobre los dos principios del acontecer psíquico (24) Freud señala una vez más que el punto de partida del psiquismo humano no es la adecuación con la realidad, sino el placer.

Si para Goethe "al principio fue la acción", para Freud vale que "al principio fue el Lust".

La relación con la realidad es secundaria, y está marcada por una actitud del sujeto de extrañamiento, evitación, esencial. La realidad implica siempre una dimensión desagradable.

Ahora bien, esta tendencia a la huida es aún más primaria, pues ya está incluida en el principio mismo de placer, que puede entenderse, en ese sentido como evitación del displacer.

Así, el principio de placer (PP) y los procesos inconscientes, son lo primario. Si el psiquismo debe abandonar esa condición, el el Lust-Ich debe transformarse, ello se debe a las "imperiosas exigencias de las necesidades internas" que consideran insuficiente la simple satisfacción alucinatoria.

El resultado será el establecimiento del principio de realidad (PR), el cual, señala Freud, "no implica el destronamiento del primero sino su aseguramiento" (25). La operación es

PR (principio de realidad)
------------------------------------
PP (principio de placer)

El principio de realidad, en ese sentido, se presenta como una continuación del principio de placer por otros medios. Podríamos entonces hablar de principio de placer en sentido restringido o en sentido generalizado. El esquema sería el siguiente (26)

R = realidad
L = Lust (placer)
L1 = PP en sentido restringido, goce suprimido por la sustitución del PR al PP
L2 = PP en sentido generalizado, goce obtenido a partir de la substitución PR/PP, es decir, la sustracción de L1

El principio de placer generalizado (L2) puede pensarse entonces a partir de una voluntad de goce que el PP sería incapaz de satisfacer. Y del goce pedido en la substitución PR/PP nace una satisfacción sustitutiva.

XIX

Ahora bien, esta substitución PR/PP resulta incompleta. Perdura un resto que retorna

 

Así, no todo el registro del pensamiento cae bajo la regulación del PR. Esta escisión se refleja también entre las pulsiones yoicas y sexuales y su correlato entre allo-erotismo y auto-erotismo. "Al establecer el principio de realidad, una clase de actividad del pensar se escindió, ella se mantuvo apartada del examen de realidad y permaneció sometida únicamente al principio de placer. Es el fantasear" (27)

Por su parte, los factores del autoerotismo y el periodo de latencia contribuyen al hecho de que "la pulsión sexual queda suspendida en su plasmación psíquica y permanezca más tiempo bajo el imperio del principio de placer, del cual, en muchas personas, jamás puede sustraerse" (28).
En consecuencia, tendremos:

Sustitución Retorno Sustitución Retorno Sustitución Retorno Sustitución Retorno Sustitución Retorno  
PR ^
|
o
pensamiento 2 ^
|
o
pulsiones yoicas ^
|
o
alloerotismo ^
|
o
R ^
|
o
 





L2
PP pensamiento 1 pulsiones sexuales autoerotismo L1  

Los síntomas, como dijimos anteriormente, constituyen formaciones transaccionales que intentan ligar el excedente que insiste en estas metáforas. Los síntomas son el retorno de lo reprimido y la satisfacción sustitutiva que nace de esta sustracción inicial.

XX

En el síntoma obsesivo se presenta la particularidad que el superyó, fuente de la realidad para Freud, operador de la substitución PR/PP, adquiere un carácter particularmente severo. La satisfacción sustitutiva que implica el retorno de lo reprimido es denegada con energía. Para dar cuenta de este fenómeno, recordemos que para Freud, si bien el deseo es esencialmente insatisfecho, la pulsión, en cambio, siempre se satisface. Más allá de todo lo que tiene lugar en el mundo, la pulsión siempre tiene una meta interna (29). El goce es esa satisfacción interna de la pulsión que, en ese sentido, es siempre positiva.

La pulsión es una demanda que no se puede interpretar. En ese sentido decimos que es muda. La pulsión no habla, pero supone la estructura del lenguaje, como lo testimonia Freud al articularla en formas gramaticales. Las vicisitudes de la pulsión obedecen las reglas del lenguaje.

En cambio habla de deseo cuando la demanda puede interpretarse. De ahí, por un lado su estatuto de insatisfecho, y por el otro, su posibilidad de constituirse como defensa contra otro deseo.

Lo que Freud descubre respecto de las exigencias de la mora, es que tienen la misma fuerza que las pulsiones. El mandato superyoico se presenta con la estructura de una exigencia no interpretable, y en ese sentido, pulsional (30). Tendríamos entonces el siguiente esquema (31):

La pulsión puede finalmente satisfacerse en la ética de la renuncia. El concepto de goce permite entonces unificar los registros de la pulsión de muerte (más allá del PP y del PR que lo recubre) y la libido (PP y PR). Con lo cual, el masoquismo constituye "una patología del placer en el displacer" (32).

XXI

La regresión al estadio sádico-anal, al articularse con la desmezcla de pulsiones viene dar cuenta del sadismo del superyó y la paradójica satisfacción que el obsesivo encuentra en la renuncia a las pulsiones eróticas.

Notas

(x) Publicado en el número 3 (julio 1991) de "Extensión", Boletín de la Cátedra Psicopatología I, Facultad de Humanidades y Cs. de la Educación, Universidad Nacional de La Plata

(1) Sigmund Freud, "La interpretación de los sueños", Obras Completas, Editorial Amorrortu, Tomo V, página 537

(2) Sigmund Freud, "Fragmento de análisis de un caso de histeria", Obras Completas, Editorial Amorrortu, Tomo VII, página 45

(3) Sigmund Freud, "Puntualizaciones psicoanalíticas sobre un caso de paranoia (dementia paranoides) descripto autobiográficamente", Obras Completas, Editorial Amorrortu, Tomo XII, página 62/3

(4) Sigmund Freud, "Cinco conferencias sobre psicoanálisis", Obras Completas, Editorial Amorrortu, Tomo XI, página 45

(5) Otto Fenichel, "Teoría psicoanalítica de las neurosis", Editorial Paidos, página 554

(6) Sigmund Freud, "Análisis terminable e interminable", Obras Completas, Editorial Amorrortu, Tomo XIII, páginas 253/4

(7) Jacques-Alain Miller, "Matemas I", "Otro lacan", Editorial Manantial, páginas 110/1

(8) Sigmund Freud, "Inhibición, síntoma y angustia", Obras Completas, Editorial Amorrortu, Tomo XX, página 109

(9) Idem, página 120

(10) Sigmund Feud, "Fragmentos de la correspondencia con Fliess", Obras Completas, Editorial Amorrortu, Tomo I, página 301

(11) Sigmund Freud, "Conferencias de introducción al psicoanálisis", Obras Completas, Editorial Amorrortu, Tomo XVI, página 336

(12) Hegel, "La fenomenología del espíritu", Fondo de Cultura Económica, página 65

(13) Jacques Lacan, El Seminario, Libro V, "Las formaciones del inconsciente", sesión del 12 de febrero 1958

(14) Idem, sesión del 9 de abril de 1958

(15) Sigmund Freud, "Inhibición, síntoma y angustia", Obras Completas, Editorial Amorrortu, Tomo XX, página108

(16) Otto Fenichel, op. cit, página 188

(17) Idem, página 189

(18) Sigmund Freud, "Sobre las transposiciones de la pulsión, en particular del erotismo anal", Obras Completas, Editorial Amorrortu, Tomo XVII

(19) Jacques Lacan, El Seminario, Libro X, "La angustia",

(20) Sigmund Freud, "Inhibición, síntoma y angustia", Obras Completas, Editorial Amorrortu, Tomo XX, 107

(21) Idem, página 112

(22) Sigmund Freud, "El yo y el ello", Obras Completas, Editorial Amorrortu, Tomo XXI, página 43

(23) Sigmund Freud, "Inhibición, síntoma y angustia", Obras Completas, Editorial Amorrortu, Tomo XX, 110

(24) Sigmund Freud, "Formulaciones sobre los dos principios del acaecer psíquico", Obras Completas, Editorial Amorrortu, Tomo XII, página

(25) Idem, página 228

(26) Jacques-Alain Miller, Seminario 1987/8, "Causa y consentimiento", sesión del 18 de mayo de 1988

(27) Sigmund Freud, op. cit., página 226

(28) Idem, página 227

(29) Jacques-Alain Miller, "Lógicas de la vida amorosa", Editorial Manantial, página 51/3

(30) Idem, página 60

(31) Idem, página 119

(32) Idem, página 124

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