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Sesión del 22 de febrero de 1967
"De la sublimación al acto sexual"
Notas de lectura y comentarios
La ubicación de
las citas es indicada con paginación de la edición Paidós
Pasaje al acto como "instauración del sujeto"
1 - Pasaje al acto
La alienación es la eliminación del Otro en tanto que campo cerrado y unificado, el rechazo del Otro por fuera del “umbral” que determina el corte en que consiste el lenguaje.
En otros términos, no hay universo del discurso, ni nada que pueda asumir ese término.Junto a los términos del cuadrado lógico, conformado por la alienación (arriba a la derecha) y la instauración de los dos polos del Ello (arriba a la izquierda) y el Inconsciente (abajo a la derecha), y la castración (en el cuarto lugar), Lacan ubica las siguientes correspondencias: la repetición, el pasaje al acto, el acting-out y, finalmente, la sublimación
El pasaje al acto es presentado como “modo privilegiado y ejemplar de la instauración del sujeto”, y el acting out el lugar donde se manifiesta el campo del Otro eliminado bajo su forma de manifestación verídica.
Esta ubicación del pasaje al acto en el polo del “no pienso” y el “Ello”, como una posición de estructura imposible de eludir a raíz de la elección forzada de la alienación, plantea la revisión de ciertas concepciones habituales, tales como la idea de acción y la referencia psicopatológica.
Por ejemplo, incluso en la conceptualización principal de Lacan del pasaje al acto, con el caso de la joven homosexual femenina, en el seminario X “La angustia”, lo que queda asociado descriptivamente es la “acción” de la “caída” del puente, aunque lo fundamental en esa conceptualización, es la identificación del sujeto con el objeto a, cuya consecuencia es la salida de la “escena”. Esta coincidencia del sujeto con el objeto implica una “caída del Otro”, los mismos términos con los que es concebida la alienación. Y el concepto de acting-out también será distinguido de su referencia habitual para permitir dar cuenta de la constitución en la escena transferencia del sujeto en posición deseante.Repasemos, con el caso de la joven homosexual femenina de Freud, los ejes principales de la conceptualización del pasaje al acto.
El análisis de ese caso permite precisar "una característica de la relación del sujeto con el objeto a", una relación "que se puede llamar universal", ligada a la función de resto del a.
El agregado del término “lassen” (1) al “niederkommen” freudiano de ese caso, permitirá conformar el “dejar caer” que, para Lacan "es el correlato esencial del pasaje al acto (...) es la estructura misma del pasaje al acto" (2).
2 - Acto simbólico
Al respecto, cabe reseñar algunas variaciones de conceptualizaciones desde 1957, en el seminario IV “La relación de objeto”. En esa ocasión, cada cambio en la configuración subjetiva del caso, es leída en términos de operaciones destinadas a sostener el eje simbólico ante el aplastamiento sobre el eje imaginario provocadas por ciertas situaciones (nacimiento del hermano menor, rechazo de la Dama). La lectura del caso mostraba cómo, en cada ocasión, se sostenía la dimensión simbólica del falo.
Cuando a la edad de los 13 o 14 años, la joven adora y cuida un niño real, mostrándose así "bien orientada" en la dirección que se espera como "típica" de la mujer, es decir, la maternidad, "¿qué satisface en ella este niño que cuida? La sustitución imaginaria fálica por medio de la cual, como sujeto, se constituye, sin saberlo, como madre imaginaria" (3).. Lacan ordena del siguiente modo estos elementos en su esquema lambda:
Si se satisface cuidando de este niño es ciertamente para “adquirir así el pene imaginario del que está fundamentalmente frustrada, lo que indico poniendo el pene imaginario bajo el signo menos" (4).
¿Qué pasa, entonces, luego del nacimiento del hermano, cuando se produce el cambio de elección de objeto de la joven homosexual?
"El padre, que estaba en el Otro con mayúscula en la primera etapa, pasa al yo (moi). En a' está la dama, el objeto de amor que ha sustituido al niño. En A, el pene simbólico, es decir, lo que en el amor, en su punto más elaborado, está más allá del sujeto amado" (5).
¿Cómo se ha producido este cambio?
"Ha habido, en el plano de la relación imaginaria, una introducción de la acción real del padre, este padre simbólico que estaba ahí en el inconsciente"(6) , en el momento en que el padre da realmente un niño, no a la hija, sino a su madre. La satisfacción imaginaria a la que se había entregado la chica cuidando un niño real como sustituto del niño deseado inconscientemente se vuelve insostenible por la introducción de "un real que respondía a la situación inconsciente en el plano de lo imaginario". Consecuentemente, por esta "interposición, el padre se realiza ahora en el plano de la relación imaginaria y no ya como padre simbólico" (7). Se instaura entonces otra relación imaginaria que "está marcada por el hecho de que lo que estaba articulado de forma latente en el Otro con mayúscula empieza a articularse de forma imaginaria, al modo de la perversión" y que la joven completa como puede: "se identifica con el padre y desempeña su papel. Se convierte ella misma en el padre imaginario. Se queda igualmente con su pene y se aferra a un objeto que no tiene, un objeto al que ella deberá darle necesariamente eso que no tiene” (8).Lacan acuerda con Freud en su interpretación de la caída del puente como un "acto simbólico". El desencadenante de la caída del puente es leído como respuesta al corte que la "Dama" pretende establecer en su relación con la joven como consecuencia del encuentro con el padre cuando la joven paseaba con la "dama". En ese momento "la joven se queda sin recursos”. Hasta ese momento había encontrado el medio de mantener el deseo por la vía de la relación imaginaria con la dama. "Cuando ésta la rechaza, ya no puede sostener nada. El objeto se ha perdido definitivamente, y ni siquiera aquella nada en la que se ha basado para demostrar a su padre cómo se puede amar tiene ya razón de ser. En ese momento, se "suicida". Como Freud subraya, esto tiene igualmente otro sentido, el de una pérdida definitiva del objeto. El falo que se le niega definitivamente, cae, "niederkommt". La caída tiene aquí valor de privación definitiva y también de mímica de una especie de parto simbólico" (9).. Esa palabra "niederkommen" es la que habilita a Freud a interpretar el acto "como una forma demostrativa de convertirse ella misma en ese niño que no ha tenido, destruyéndose al mismo tiempo en un último acto significativo del objeto" (10).
3 - Súbita puesta en relación del sujeto con lo que él es como a
En el seminario X “La angustia”, la lectura será diferente puesto que, muy contrariamente, ya no se trata de sostener la equivalencia del deseo y la ley sino de precisar un más allá de este impasse que, en términos de transferencia y fin de análisis, se expresa como el obstáculo de la “roca viva” de la castración freudiana.
Lo que resalta ahora en la escena del cruce de la joven con el padre, es la supuesta "mirada cargada de irritación" (11) del padre. Pero, el niederkommt ya no será pensado como un "acto simbólico" destinado a sostener el falo simbólico. Al contrario, "el salto se produce en el momento mismo en que se cumple, en lo absoluto de un sujeto que sólo nosotros, analistas, podemos concebir, la conjunción del deseo y de la ley" , es decir, ante la imposibilidad de sostener esa conjunción, en el punto en que el sujeto queda súbitamente en relación "con lo que él es como a" (12). Luego de la decepción que le produjo el nacimiento de su hermano, la joven homosexual se dedica a "hacer de su castración de mujer lo que hace el caballero con su Dama, o sea, ofrecerle precisamente el sacrificio de sus prerrogativas viriles, lo cual, por inversión de dicho sacrificio, hacía de ella el soporte de aquello que falta en el campo del Otro, o sea, la garantía suprema de que la ley es ciertamente el deseo del padre, de que se está seguro de ello, que hay un gloria (ley) del padre, un falo absoluto, Φ (...) Su resentimiento y su venganza son esta ley, este falo supremo " (13).
¿Qué significa esto? Que la joven desarrolla toda la escena para la mirada del padre, con cuyo encuentro especula, hasta el momento en que esto ocurre realmente y la desaprobación que percibe en esa mirada le quitan todo su valor a la escena. El pasaje al acto interviene entonces como solución imperiosa ante la necesidad de que cese esa confrontación de la escena con la mirada. Veamos más en detalle la estructura de la escena y qué significa esta "súbita puesta en relación del sujeto con lo que él es como a"
Edipo quiere decir que "el deseo del padre es lo que hace la ley". El mandato, a la vez, constituye y prohíbe al objeto. El falo es la ley del deseo del padre, es la prohibición de la madre, y se inscribe como castración, es decir, - φ. Pero el falo en juego en la escena no es este - φ de la castración. A partir de su decepción, por inversión del sacrificio de "su castración de mujer", la joven homosexual hace de ella el soporte de Φ, transforma ese - φ en Φ, positiviza el falo, positiviza su falta, haciéndola don de lo que no tiene. Lacan lo dice “prestándole” palabras a la joven homosexual: ya que "no pude ser yo tu mujer sumisa ni tu objeto, Ella será mi Dama y yo seré, por mi parte, quien sostenga, quien cree la relación idealizada con aquello que de mí misma fue rechazado, aquello que de mi ser de mujer es insuficiencia" (14).
Ella sostiene esa relación idealizada con aquello que de su ser de mujer es insuficiencia, dando lo que no tiene, y así transforma su castración (-φ) en Φ, el falo absoluto, la garantía de la ley del padre.Esto es lo que instrumenta y sostiene la escena del amor a la "dama", como un acting-out, donde lo que permanece escondido en esa escena es para quién se monta: la mirada del padre. Por eso la situación no se sostiene luego del encuentro: la escena no puede confrontarse con la mirada. La escena solo puede sostenerse en la medida en que esa mirada está ausente; convocada, imaginada, pero ... ausente. El sujeto, como a, está en el cuadro de amor de la joven homosexual con su dama, "potencialmente ofrecido a la mirada del padre", en aquello que, de ese cuadro, es portador , es decir, el don del falo a la dama, un falo que no está negativizado, sino que por el contrario, se escribe Φ.
Al producirse el encuentro, la construcción se desarma, y la joven se ve confrontada "con la ley que se presentifica en la mirada del padre. Esto es lo que la hace sentirse definitivamente identificada con a, y al mismo tiempo, rechazada, expulsada, fuera de la escena. Y esto, sólo puede realizarlo el dejar caer, el dejarse caer" (15).
Cuando se encuentra con la mirada del padre, la joven se ve confrontada a ser todo lo que la escena, el acting-out, estaba destinado a significar que ella era, a saber, esa mirada. En ese momento se produce la equivalencia de Φ con a, ya que la mirada del padre (a) es la escena , y la escena (Φ) es la mirada del padre. En esto consiste esa "súbita puesta en relación del sujeto con lo que él es como a" que desencadena el pasaje al acto, el niederkommen.
El "dejar caer" es visto "del lado del sujeto": "el pasaje al acto está del lado del sujeto en tanto que éste aparece borrado al máximo por la barra. El momento del pasaje al acto es el de mayor embarazo del sujeto, con el añadido comportamental de la emoción como desorden del movimiento. Es entonces cuando, desde allí donde se encuentra - a saber, desde el lugar de la escena en la que, como sujeto fundamentalmente historizado, puede únicamente mantenerse en su estatuto de sujeto - se precipita y bascula fuera de la escena. Esta es la estructura misma del pasaje al acto" (16).
El pasaje al acto de la joven homosexual de Freud se presenta como una caída del Otro (tanto en sentido subjetivo como objetivo). Sea como resultado de una pérdida del “falo que se le niega definitivamente”, que da lugar al “parto simbólico” en el que se convierte ella misma en ese niño que no ha tenido, destruyéndose al mismo tiempo “en un último acto significativo del objeto”. Sea dejándose “caer”, identificada con el objeto a, precipitándose y basculando fuera de la escena.
El problema para articular estas coordenadas del pasaje al acto con la elección forzada de la alienación hacia el “no pienso”, es el predominio de las características episódicas del caso en términos de la caída del puente, que siguen asociando la identificación al objeto a una caída del Otro en términos de “acción” antes que a la represión del “no soy”, que es lo que nos propone la formulación del pasaje al acto como “instauración del sujeto”.
¿La “puesta en relación del sujeto con lo que es como a”, es siempre y solo “súbita”?
4 - Una “forma de ser”
Para abordar ese problema, creo que puede ser útil el análisis de un caso que Diana Rabinovich presenta en el libro “Una clínica de la pulsión: las impulsiones” (17).
Se trata de una mujer joven, casada, con varios hijos; una profesional que trabaja con el marido en un comercio, en buena posición económica, en cuya consulta no hay nada que permita delimitar bien qué le ocurre, solo una queja inespecífica sobre un malestar que no se sabe si es consigo misma o con los demás (parece oscilar entre ambos). Desde un criterio médico, podría ser ubicada en el marco de la obesidad, pero la paciente no hace ninguna referencia en la consulta y no aparece como síntoma en el sentido de propuesto subjetivamente como problema. Ya hizo varias terapias y análisis que no sabe que le dieron, salvo un vocabulario pre hecho para referirse a lo que le pasa. Lo único que atina a decir es que experimenta un malestar que no puede definir.
Rabinovich caracteriza este punto de partida como “caracteropático”, para referirse, no a la distonía o sintonía del síntoma con el yo, sino a la relación entre carácter (18) y persona, a la forma de asumir el “yo” en el nivel del "i(a)" en el grafo del deseo, que podría considerarse como el lugar donde se ubica la “respuesta” de la paciente. Es decir, llega a la consulta desde una posición que no es la del síntoma que hace pregunta sino la de un carácter, la de “una forma de ser”, que no hace preguntas. Hay una homología entre el yo y el fantasma como respuestas al deseo del Otro, que se diferencian del síntoma como respuesta al Otro de la demanda, es decir, al Otro del piso inferior.
Por medio de su “personaje”, su carácter, la paciente sostiene al Otro como consistente, obtura su inconsistencia.En medio de su tono un poco reivindicativo y quejoso, se presenta como alguien siempre ocupada, haciendo muchas cosas, respondiendo de un modo u otro a demandas diversas, familiares o de otro tipo. Estaba siempre allí donde la llamaran. Pero, en ese sentido, aunque la situación se presente como que los otros le demandan, su posición no es de demanda del Otro, sino que consiste en “darse”. No es la oblatividad obsesiva sino lo que se podría llamar “la generosidad oral”, rasgo que Abraham había detectado como propio del carácter oral. Es alguien que se adelanta a la demanda, está allí antes que el otro alcance a demandar.
Es difícil pensar en esta paciente y su personaje como separado del fantasma, aunque no sepamos cuál es su fantasma. Quizás sea oral, quizás no. Tampoco se presta a un diagnóstico de estructura ya que no se manifiesta como un deseo insatisfecho, prevenido o imposible. Parece más bien que con este lugar yoico obtiene cierta ganancia, un plus de gozar que hace al Otro consistente. Pero no se trata de un plus de gozar haciendo existir al Otro del goce y al goce del Otro, punto en que se ubica el perverso, sino de una neurosis, donde el goce es la verdad que hace consistente al Otro y a su deseo. Lo que la paciente sostiene es al Otro garante de la verdad y no al Otro como lugar del goce, y por eso es una neurosis y no una perversión.
Tras un año de entrevistas, comienzan a aparecer relatos de ataques de bulimia, que aparece como una impulsión, para diferenciarla de una compulsión. Cada tanto tiene una vivencia de que no puede más, cuando las demandas llegan a cierto acmé, o cuando no puede responder. Ahí es cuando cae de la escena como objeto que asegura la verdad del Otro, a través de este punto de goce, y se produce el pasaje al acto que es la bulimia, cuando ya no puede sostenerse detrás del “personaje” yoico.
En suma, la consulta de esta paciente se presenta en la posición del “yo no pienso” (por eso no hay pregunta con relación al Otro), elección en la que surge algo cuya esencia es ser “pas je”, es decir, algo que se sustenta por no ser “je”, que se positiviza en una forma particular que es el “Ello” freudiano, dando un “ser” que se afirma en el Ello.
Encontramos una articulación del fantasma y la pulsión, con cuyo movimiento la relación “yo - i(a)” es solidaria. Aquí, la respuesta fantasmática, cuya estructura definitiva no se conoce, es el yo “encarnando la satisfacción pulsional”. Hay algo del orden de la satisfacción que, al satisfacerse en ese “personaje” en forma directa, deja al “sujeto” sin lugar, el sujeto deseante está, como “sujeto”, mudo en la pulsión. Un sujeto mudo que solo puede mostrar esa curiosa satisfacción muda que le da ese “personaje” particular que desempeña, representado bajo las especies del i(a).El paso al “yo no soy” no puede ser dado sin las formaciones del inconsciente. Frente a la necesidad de cada tanto recuperar fuerzas con la impulsión, empieza a producirse un viraje del pasaje al acto, que se ubica del lado del “yo no pienso”, al acting-out, que está del lado del “yo no soy”, donde el objeto está indicado, se dirige a otro, en el orden de una transferencia salvaje plenamente establecida, y por eso se emparenta con el síntoma.
5 - Acting-in
Esta paciente comienza a hacer algunos acting-out, acting-out que a su vez tiene algo de acting-in, porque se vincula con el desencadenamiento de la transferencia.
No resulta de una falla del analista, como en el caso de Kris, sino que este acting le da la señal al analista de que ya está colocado en posición analítica. Es un acting que no es cualquiera: se olvida del dinero para pagar.
La pérdida que se producía cuando esta posición se produce, en la cual hay ganancia de goce, está desplazada al dinero, dentro del marco analítico. En lugar de pasar al acto y comer, se olvida de darle de comer a alguien.
Este acting se puede leer como un lapsus, recuperado como formación del inconsciente por la intervención, la sanción del analista (que no fue una interpretación).La paciente comienza a adelgazar y un primer Otro comienza a volverse inconsistente: su marido. Día a día esta señora se revela como una dama “insatisfecha”. Incluso vive algo de depresión que hay que relacionar con la pérdida de la ganancia de goce de la situación anterior.
A través de una serie de sueños aparece un medio decir en el que se pregunta si ella puede causar el deseo de alguien. Ella satisfacía antes en su cabeza las demandas al Otro en una posición que sostenía al Otro, a otro cuya verdad era el goce, pero que no era el Otro del goce como goce sexual.Pasa netamente del “yo no pienso” al “yo no soy”, la impulsión cede, se empiezan a producir más acting-out, más lapsus, y menos pasaje al acto. Hasta el momento del viraje era la paciente la que estaba en el lugar de un objeto que debía obturar al Otro, o sea, hacerlo consistente. Recién cuando se produce este vuelco, el analista empieza a virar como analista hacia la posición de objeto.
6 - Instauración del sujeto
La referencia al pasaje al acto como modalidad de “instauración del sujeto” plantea la prevalencia de la elección hacia el “no pienso”, es decir, formas de “ser” por el lado del objeto, respecto al “no soy” y el sujeto del inconsciente.
El lenguaje, en su práctica radical (que es el psicoanálisis), es solidario de algo que debemos reintegrar, al modo de una emanación del campo del Otro, que es la Verdad, “la dimensión propia del lenguaje” (166). La práctica analítica se constituye allí donde la verdad se hace reconocer, en tanto nos sorprende y se impone. La verdad se manifiesta de manera enigmática en el síntoma (este enigma es un rebus) y su correspondiente opacidad subjetiva (el sujeto es cósico, de la peor cosa, la cosa freudiana).
Es de los análisis que surge la distinción fundamental que aisló (del acto y del pasaje al acto) al acting-out como una categoría autónoma, emparentada con el síntoma en tanto manifestación de la verdad.
En el cuarto lugar del cuadrángulo, finalmente, encontraremos la sublimación, en tanto la repetición es su estructura fundamental y en tanto comporta la dimensión esencial de la Befriedigung, la satisfacción.
Notas
(1) La "traducción" del "niederkommen" por "dejar caer" y/o "dejarse caer" plantea varios problemas, no solo por el cambio de interpretación que acarrea respecto a la caída del puente, sino porque la traducción misma resulta "forzada", ya que en "niederkommen" no hay ninguna referencia a "dejar". El agregado del término "lassen" (que significa "dejar" / participio de permitir: dejar / dar el permiso para / tolerar que / subjuntivo: hacer / infinitivo: obligar a") conforma una expresión que se presenta como freudiana pero que en realidad consiste en añadir al "niederkommen" un "lassen" que no figura en ninguna parte del texto freudiano.
(2) Jacques Lacan, El Seminario, Libro X, “La angustia”, Editorial Paidós, página 128
(3) Jacques Lacan, El Seminario, Libro IV, "La relación de objeto", Editorial Paidós, página 126
(4) Idem
(5) Idem, página 130
(6) Idem
(7) Idem, página 131
(8) Idem
(9) Idem, página 149
(10) Idem
(11) Jacques Lacan, El Seminario, Libro X, “La angustia”, Editorial Paidós, página 123
(12) Idem
(13) Idem,
Cabe señalar que en las versiones Seuil y Paidós dice "gloria del padre" ("gloire du père"), pero en la estenotipia (y en la versión Roussan) dice "loi du père". Hay cierta homofonía entre "loi" y "gloire", pero no sé porque Miller ha preferido transcribir la exaltación de la "gloria" ("gloire") a la precisión de la "ley" ("loi")(14) Idem, página 124
(15) Idem, página 125
(16) Idem, página 128
(17) Diana Rabinovich, “Una clínica de la pulsión: las impulsiones”, Editorial Manantial
(18) En “Tres ensayos de teoría sexual infantil”, Freud señala que “Lo que llamamos el ‘carácter’ de un hombre está construido en buena parte con el material de las excitaciones sexuales, y se compone de pulsiones fijadas desde la infancia, de otras adquiridas por sublimación y de construcciones destinadas a sofrenar unas mociones perversas, reconocidas como inaplicables”. Freud, Obras Completas, Editorial Amorrortu, Tomo VII, página 218