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Sesión del
8 de marzo de 1967
"Satisfacción sexual y sublimación"
Notas de lectura y comentarios
La ubicación de
las citas es indicada con paginación de la edición Paidós
Acto sexual y sublimación
1 - Acto analítico
“El acto analítico no es un acto sexual” (202). Es enteramente lo contrario, que no es lo mismo que lo contradictorio.
Lo contrario es del orden de lo real, "no hay macho sin hembra", es decir, una operación lógica de intersección.
En cambio lo contradictorio es del orden de lo simbólico, "si algo es macho, entonces no es no-macho", implica el principio del tercero excluido.A pesar de tener un cierto sentido de “topos” respecto del orden la naturaleza, Aristóteles nunca consideró la cama como un “topos” del acto sexual, no hay rastros en él de la cama considerada como “lugar del Otro”. En ciertas condiciones, entrar en la zona de la cama puede calificar un acto como relacionado con el acto sexual. El “lecho analítico” significa también una zona que no carece de relación con el acto sexual, pero introduce lo sexual en una “relación de contrario”, bajo la forma de un campo vacío, o de un "conjunto vacío" (203) de una intersección, es decir, que “allí no podrá pasar nada de nada” (203).
Retomando los esquemas de la media y extrema razón, tenemos el A, el a, y su relación con este otro A.
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El campo del Otro (A) no se duplica, sino que se desdobla.
Duplicar sería aumentar algo en otro tanto, volver a hacer algo, en tanto que desdoblar es extender algo doblado, separar algo formando dos o más elementos semejantes.
De manera que, en su interior (en la parte blanca), se trata de un Otro en tanto que “campo del acto sexual”, y desdoblado, ese Otro (en la parte verde) es ese campo del “Otro de la alienación”, que nos introduce , donde la verdad se presenta de esa manera despedazada, fragmentaria, que la constituye como una “intrusión en el saber” (204).Hay una relación entre el a (en amarillo) y ese A (en verde): tienen la misma función respecto de cosas diferentes.
El a (la forma como se presenta el sujeto, producción de su historia, desecho de esa historia) tiene la misma relación con el A del Otro sexual, que el A de la verdad con el conjunto de “la suma de las dos primeras” (204)
Las proporciones, entonces, son las siguientes:
Si es el analista quien procede al corte a realizar en el “campo de la verdad”, eso no implica que se lo pueda identificar con A.
Hay una estrecha relación entre el campo del A de la intervención verídica y la manera como el sujeto viene a presentificar el a, aunque solo sea a manera de protesta ante un corte anticipado.Veamos el acting-out del caso de los “sesos frescos”. Con su concepción del análisis de las defensas como concéntricas de la pulsión, Kriss aplasta sobre la “realidad” la problemática del plagiarismo y el “robo de ideas” de su paciente, perdiendo de vista que “lo esencial no es que el sujeto sea o no un plagiario de verdad, sino que todo su deseo sea el de plagiar” (201). Lo que el paciente enuncia, luego de un tiempo en silencio, es un acting-out en el que “el objeto a oral es presentificado en un plato por el paciente, en relación con esa intervención de su analista” (201).
La intervención de Kris no se ubicó en el “campo de la verdad” sino en el “campo del Otro sexual”, descuidando que en el análisis, es de la desexualización del campo propio del acto sexual que dependen las repercusiones que tendrán entre sí los demás sectores del campo.
2 - Satisfacción en el acto sexual
Volviendo a la satisfacción en el acto sexual, entre cualquiera de los partenaires y la idea de pareja como uno, está la falta (falta en ser, falta en el goce del Otro), la no coincidencia del sujeto, como producto, con lo que cree equivaler en cuanto al rol que ha de sostener en el campo del acto sexual. Tanto para el hombre como la mujer, la falta fálica (castración o penisneid) es lo que ahí simboliza “la falta esencial” (206).
El pene resulta simbolizar esa falta en tanto materializa, bajo la forma de la detumescencia, esa falta en el goce que parece derivar de la ley del placer. En la medida en que el placer tiene un límite, o el exceso de placer es displacentero, cuando la cuestión se da por terminada ahí, “parece que no falta nada” (206). Y eso es, justamente, un error de cálculo.Como vimos previamente, la secuencia de reportes de segmentos según la proporción de la media y extrema razón permite igualar la falta (1 - a) con a2.
El 1 – a = a2 es lo que tiene de satisfactorio el acto sexual, en cuanto no se perciba en él lo que falta.
3 - Sublimación
Al contrario del acto sexual, la función sublimatoria parte de la falta, y es con ayuda de esa falta que construye lo que es su obra, que consiste en la reproducción de esa falta hasta precisar el punto donde su corte último equivale a la falta del punto de partida a2 = (1 - a) . Esto implica, dentro del acto, una repetición. Solo retrabajando la falta de manera infinitamente repetida se alcanza el límite que le da, a la obra entera, su medida.
Si como hicimos previamente con el a respecto del 1, ahora plegamos el a2 en sentido inverso, resulta una nueva diferencia, es decir (a - a2), que es fácil demostrar que es igual a a3. Y si luego plegamos el a3 nuevamente hacia la derecha tendremos (a2 - a3), que también es fácil demostrar que es igual a a4. Y así sucesivamente resultan dos series (tomando siempre el resto como operación) con las potencias pares e impares, que convergen, desde cada lado, a un encuentro de ambas, hasta totalizarse como 1.
En la serie de los plegamientos, las potencias pares de a se van sucediendo de derecha a izquierda, y las potencias impares de a se van sucediendo de izquierda a derecha.
El punto donde se produce el límite de convergencia entre las series de potencias pares e impares reparte el campo 1 en las magnitudes a para la sumatoria de las potencias pares y a2 para la sumatoria de las potencias impares (ya vimos que a2 = 1 - a, por lo tanto, a2 + a = 1)
Con la medida a, obtenemos la ecuación de la sumatoria infinita de las potencias, que nos da el “número de oro”.
No es menos cierto que esta “justa medida” del “número de oro” viene a ilustrar “la medida del sujeto con respecto al sexo en un caso ideal” (208).
Esto también podría instrumentarse para cualquier valor de una “x” con la sola condición de que esta “x” esté comprendida entre 0 y 1, es decir, que tenga alguna carencia respecto del 1. Pero en ese caso, la manipulación no será tan fácil en cuanto a la función repetitiva de la sublimación.El a no remite solo a la función sexual, le es anterior, “está relacionado pura y simplemente a la repetición misma” (208).
Lo que se llama fantasma es la relación de a con el sujeto tachado $ que se esfuerza por situarse respecto de la satisfacción sexual.