Michel Sauval - Psicoanalista Jacques Lacan, Seminario "La angustia", Lectura y comentarios de Michel Sauval

Notas y comentarios
Sesión del 27 de marzo de 1963

Una mujer analista

Contratransferencia y mujeres

Lacan retoma el articulo de Lucia Tower (ver notas y comentarios de la sesión anterior), como "ejemplo" de lo que llamará "las facilidades de la posición femenina en cuanto a la relación con el deseo" (1) para el caso, "una menor implicación en las dificultades del deseo".

En la sesión del 27 de febrero, Lacan señala que ninguno de los autores que venían trabajando (Szasz, Low, Little, y también Tower), "puede evitar situar las cosas en el plano del deseo". Pero la dificultad del abordaje en lo referente a la contratransferencia, lo que constituye el obstáculo, "es el problema del deseo del analista". En ese sentido, Lucia Tower es quien articula, "por primera vez", "lo que, en la relación analítica, puede sobrevenir, del lado del analista, de lo que ella llama un pequeño cambio, un pequeño cambio para él, el analista" (2). Ella misma explica que la diferencia entre un caso y otro radica en cómo fue conmovida, pues "no es ella quien conmovió al otro, es el otro quien la puso, a ella, sobre el plano del amor" (3).

Según Lacan, se comprenderá porqué son, en su mayoría, mujeres, las que han osado hablar de este asunto, abordando "la función del deseo en el amor", recordando que "en la medida en que el deseo interviene en el amor (...) el deseo no concierne al objeto amado"(4).

"Bend" y "Stoop"

Volviendo al artículo de L. Tower, es a partir de lo que Lacan llama "su autocrítica interna" y ella "su contratransferencia", que ella, en el caso exitoso, se percató "que había descuidado algo que se podría llamar la justa apreciación o centramiento de su paciente" (5). Según Lucía Tower, ella "tomó en consideración una vez más las exigencias transferenciales de ese paciente", pero al ponerle "las cosas en su lugar", no pudo sino darle la impresión de que ella "era sensible a aquello mismo que acababa de descubrir", a saber, que el paciente "se ocupaba mucho más de su mujer", que tenía más consideración por lo que sucedia en el interior de circulo conyugal que lo que ella habia sospechado, y "el paciente no pudo sino traducir esta rectificación" en los siguientes términos: que "su deseo (el del paciente), está mucho menos desprovisto de influencia sobre su analista de lo que él creía", y que "no está excluido que sea capaz de hacer algo con esa mujer, su analista" "doblegarla (courber") - to stoop en inglés, "She stoops to conquer", es un título de una comedia de Sheridan - doblegarla a su deseo" (6), tal como lo refiere la propia Lucia Tower, aunque aclarando que "ni por un instante es cuestión de que esto se produzca", que ella está advertida.

Mediante "esa rectificación, que le parece una concesión, una apertura que se le ofrece, en verdad el deseo del analizado es puesto de nuevo en su sitio", Ese era justamente el problema, ese lugar "él nunca ha podido encontrarlo", y esto es su "neurosis de angustia" (7).

En este párrafo, nos encontramos con una situación parecida a la del "niederkommen lassen" del análisis de la joven homosexual femenina en la sesión del 23 de enero (ver notas y comentarios). En ese momento, Lacan usa esa expresión (con el malentendido subyacente, por ser en alemán, que pudiera ser propia de Freud), que le sirve muy especialmente para reformular su propia noción de pasaje al acto. Ahora, Lacan atribuye a L. Tower (como citándola) el uso del verbo "to stoop" en lugar del "to bend" que realmente utiliza, así como "deseo" en lugar de "voluntad" ("will"). Estos "errores" no parecen simples equivocaciones inocentes y sin consecuencias, como ya lo anticipa la referencia a la comedia "She stoop to conquer", (atribuida a Sheridan, cuando es de Goldsmith) para indicar donde buscar el sentido del verbo que está introduciendo. Estas "bévues" fueron analizadas detalladamente por Gloria Leff (8), cuyo trabajo despliega una serie de consideraciones sobre el manejo de la contratransferencia y la posición del analista respecto al objeto a.

En primer lugar, cabe señalar que, a diferencia de la situación de la sesión del 23 de enero (con el "niederkommen lassen"), en este momento Lacan está comentando y analizando un artículo que ya lleva más de un mes de presentación en el seminario (desde el 20 de febrero), que fue introducido y comentado por Granoff, quien no solo maneja muy bien el inglés, sino que lo conoce muy bien. De hecho, al final de la reunión del 20 de febrero, vuelve a tomar la palabra luego de la presentación de Perrier, con un comentario sobre este mismo párrafo en cuestión (9). Sin embargo, el 27 de marzo, nadie sale a corregir a Lacan, tampoco Granoff (10).

Los verbos "bend" y "stoop" comparten el campo semántico de doblar, plegar, encorvar, etc., pero a diferencia de "to bend", "to stoop" es un verbo intransitivo, es decir, que no admite objeto o complemento directo (con "bend" podríamos decir "doblar un alambre" ("bend a wire"), o "doblegarla" ("bend her"), pero no lo podríamos decir con "stoop"). El verbo "stoop" tiene dos acepciones. Como "to stoop" significa doblar el cuerpo hacia adelante, hacer reverencia. Y como "to stoop to", significa condescender (frente a lo que siga en la frase), descender voluntariamente de una superioridad o dignidad. A Gloria Leff le resulta dificil encontrarle una traducción precisa al castellano (no le parece suficiente ni doblegarse ni plegarse), por lo que adopta la sugerencia que le hicieron de usar el verbo del español antiguo "abajarse", opción que también se aviene muy bien con la propuesta de traducción al francés que hace el propio Lacan en la sesión del 29 de mayo, cuando, analizando un verso de T. S. Eliot, "when lovely woman stoop to folly" (11), cuestiona la traducción de "stoop" por "s'abandonner" ("abandonarse") y propone "s'abaisse" (esto también confirma que la introducción del verbo "stoop" en esta sesión no es fruto de un eventual desconocimiento, por parte de Lacan, de las diferencias con "bend", o de un simple error).

La comedia de Goldsmith, "She stoop to conquer" (12), vendria a ilustrar algo de esto, en particular, el personaje de Kate Hardcastle, quien, siendo una persona de alcurnia, para lograr la conquista de Marlow, se "abaja" ("stoop") a los modos y condiciones de una camarera. Lo llamativo del personaje de Kate es que, disfrazándose de camarera, lo que busca, no es tanto conquistar a Marlow (cosa que como camarera logra rápidamente), sino "curarlo" de su timidez y lograr, no solo que se anime a declararle su amor, sino que salga de su inhibición y decida casarse con ella, a sabiendas que es una mujer de buena cuna.
En la sesión del 27 de febrero, Lacan señala que "mientras la dialéctica del amor esté puesta en el rango de un accidente, de una Erniedrigung (degradación) de la vida amorosa, de un Edipo que tiene un traspié, no se comprenderá absolutamente nada del deseo del analista" (13). En ese sentido, podríamos decir que Marlow funciona según la lógica de Freud, condenado a relacionarse con mujeres que desprecia, y suponer que Kate encarnaría la ambición de superar el complejo de castración: "se abaja a la condición de camarera, concede para poder construir ese espacio en el que él podrá sentirse comodo para seducirla" (14), y luego encara la transición, el regreso, a su personaje original. En términos de Gloria Leff, "Kate, mediante un artificio, desempeña cabalmente su función de castradora, transformando a Marlow en sujeto deseante, aunque al final no sabemos qué futuro espera a este personaje, ya que no sabemos "como va a arreglárselas Marlo con esa flata que, después de haber sido enteramente depositada en Kate, está ahora completamente de su lado" (15).

La diferencia entre los verbos "bend" y "stoop" podría presentarse como una pregunta sobre de quien es el mérito del "éxito" de ese análisis, ¿del paciente o de la analista?. El verbo que usa L. Tower es "bend". Para ella, su paciente fue capaz de "bend her to will", plegarla a su voluntad. Es lo que reconoce también Lacan cuando, como vimos más arriba, subraya que "no es ella quien conmovió al otro, es el otro quien la puso, a ella, sobre el plano del amor" (16). El mérito del éxito en el primer caso dependió de la "fuerza movilizadora de este hombre para plegarla a la voluntad de él" (17). Ese sería el terreno del "bend" (doblegar) y de la "will" (voluntad)". Hubo análisis porque él consiguió plegarla a su voluntad.

Ahora bien, ese "éxito" no se situaría tan de ese lado en la perspectiva del "stoop" que propone Lacan. Con su referencia a la comedia de Goldsmith, podríamos decir que compara a L. Tower y su paciente con Kate y Marlow. En consecuencia, no sería el paciente sino L. Tower el agente de la acción en la medida en que es ella quien cambia de punto de vista y posición con respecto al paciente. Gloria Leff subraya, incluso, que L. Tower ya se "abaja" (to stoop) en el mismo sueño, desde el lugar de analista al de esposa amistosa. Al "abajarse" de analista mujer a esposa amistosa ella "habría recurrido a un artificio y a esto se debería el éxito de ese análisis" (18).

El reemplazo del término voluntad por el de deseo permite relativizar la fuerza de esa atribución de "méritos" a uno u otro polo de la relación. Al hablar de deseo, el "éxito" de ese análisis no descansa ni en la "voluntad" del paciente ni en la de la analista, ya que ninguno de los dos sería el amo del juego.

"Búsqueda sádica" y "scrutinise"

L. Tower señala que luego de la "activa reparación de los agujeros en este análisis", y tras más de tres años "en una queja continua de baja intensidad", el paciente se apropió del análisis "en forma sumamente asertiva", desapareciendo su bloqueo de comunicación, y "comenzó a someterme a presiones emocionales intensas, por sí solo llevó su análisis hacia una revisión exhaustiva de todo su desarrollo con nuevos insights" (19), e interpreta la situación en términos de sadismo y masoquismo: "se desarrolló en mi, de manera transitoria un monto de masoquismo suficiente como para absorber el sadismo que este paciente descargaba y que lo había aterrorizado a lo largo de su vida" (20).

En la sesión del 20 de marzo, Lacan ya había abordado esta etapa de ese análisis, poniendo el acento en la puesta a prueba de la autenticidad de cada uno de los pedacitos de la analista (ver notas y comentarios). No se trata de sadismo, al que definió como una búsqueda de la angustia del Otro como forma de ocultar el goce del Otro, el objeto. Para Lacan, la "búsqueda del objeto que se trata en la manera con que, una vez reconocida la verdad de su deseo, el paciente se comporta", esa "búsqueda sádica apunta al objeto y, en el objeto, al pequeño fragmento faltante" (21). No se trata de sadismo sino de "búsqueda sádica".

En esta sesión del 27 de marzo, Lacan retoma el punto en que el paciente interpretó la rectificación de L. Tower como una concesión, una apertura, por cuya vía, su deseo había sido verdaderamente devuelto a su lugar. Y ahí inventa la palabra "scrutinisé". La búsqueda sádica de la sesión anterior, la búsqueda del objeto, se plantea ahora como una presión, donde ella es "escrutada, escrutinizada, como se dicen inglés to scrutinize", de un modo que "le hace sentir que no puede permitirse la menor desviación", es "puesta a prueba, pedacito por pedacito", y "si pareciera por un instante que no soy capaz de responder, pues bien, es mi paciente quien va a estallar en mil pedazos" (22)
"To scrutinise" en inglés, o "scruter" en francés, significa escrutar, es decir, mirar una cosa con mucha atención para descubrir algo en ella.
Lacan introduce la palabra "scrutinisée" que no existe en francés. Translitera parte del "scrutinise" inglés para inventar "scrutiniser" en francés (23). Este término retoma con más precisión la "quête sadique" planteada en la sesión del 20 de marzo...

Un asunto macho

Consecuentemente, Lacan tampoco avala la cuota de masoquismo que L. Tower se atribuye: "habiendo buscado el deseo del hombre, lo que encuentra en él como respuesta no es la búsqueda de su deseo, el de ella, es la búsqueda de a, del objeto, el verdadero objeto, aquello que está en juego en el deseo, que no es el Otro, sino este resto, el a". Simplemente ella aguanta bien, a pesar de que eso sea agotador, hasta que con la llegada de las vacaciones, "de una manera que para ella es tan sorprendente como divertida" (24), todo eso se detiene. Ella se sacude y piensa en otra cosa ("elle s´ébroue et pense a autre chose") ya que, después de todo, "ella sabe muy bien que por mucho que él busque, nunca ha sido cuestión de que encontrase".

Se trata, justamente de que "él se dé cuenta de que no hay nada que encontrar, porque lo que es el objeto de la búsqueda para el hombre, para el deseo macho, sólo le concierne, por así decir, a él". Tal es, para Lacan, "el objeto de mi lección de hoy. Lo que busca es -, lo que a ella le falta, pero esto es una cuestión de macho", porque ella sabe muy bien que a ella no le falta nada, que "la forma en que la falta interviene en el desarrollo femenino no está articulada en el plano donde la busca el deseo del hombre, cuando se trata propiamente para él de la busqueda sádica", que consiste en "hacer que surja aquello que en la pareja debe estar en el lugar supuesto de la falta" (25).

Justamente, de esto es de "lo que él tiene que hacer un duelo", y ese trabajo de duelo es el que hicieron juntos. "El tiene que hacer el dueño de querer encontrar en su pareja - en la medida en que la propia analista se sitúa como una pareja femenina, sin saber demasiado qué hace - su propia falta -, la castración primaria, fundamental, del hombre", en "su raíz biológica, la de las particularidades del instrumento de la copulación en este nivel de la escala animal" (26).

Una vez que ese duelo se realice, se podrá pasar a la "comedia edípica", la comedia de la ley, donde "el deseo de nuestro buen hombre toma los caminos bien trazados por la ley, demostrando una vez más que la norma del deseo y la ley son una sola y misma cosa". Lo que había antes, y es franqueado por este duelo, es "la falta (faute): el llevaba todo el fardo, todo el peso de su -". Era "desmedidamente pecador" (27).

"Embarazo" y objeto a

Respecto al final de ese proceso, cuando la depresión y la irritación "repentinamente desaparecieron por completo", Gloria Leff señala que en sus dos primeras versiones de su artículo, L. Tower no describe ese escrutinio como incómodo ("discomforting") sino como "discomfiting" (desconcertante). "Discomfit" es derrotar, vencer, frustrar, desconcertar, obstruir, confundir. Es sinónimo, en inglés, de "embarrass", el estado de una persona que experimenta malestar al hablar o actuar, el mismo término que utiliza Lacan en su cuadro. Para G. Leff, Lacan "relaciona las vacilaciones de la analista con este lugar eróticamente incómodo y así le da un giro a la cuestión de la contratransferencia" (28). Como vimos en sesiones previas, Lacan había retomado el análisis de la joven homosexual femenina, y había señalado que "sin advertir de qué está embarazo, Freud está conmovido (ému)" (ante esa amenaza a la fidelidad del inconsciente) y entonces pasa al acto (29). El analista embarazado es aquél que contiene el objeto a, como ocurre con Freud, quien "seguía siendo para su paciente la sede del objeto parcial, de un objeto parcial falicizado".

En cambio L Tower no pasa del embarazo al pasaje al acto. Luego de vacilar un tiempo advierte que la amenaza no es contra ella (como supone Freud) y de esto depende el desenlace del análisis.
En la tercera versión (la definitiva) de su artículo, L Tower abandona el "discomfit" y pone "discomfort", es decir, detecta "una diferencia entre sentir que el paciente la está derrotando, desconcertando, deshaciendo, y percatarse de que, estrictamente hablando, solo la está sometiendo a un escrutinio muy incómodo" (30).

Un análisis se logró y el otro fracasó. Freud permaneció como sede del objeto parcial porque fue "demasiado padre para dejarse seducir por esta joven y aceptar, luego, que lo dejara caer" (31)

Que Tower "no está hecha para un diálogo masoquista", lo demuestra su relación "con el otro, el otro paciente, el otro macho" (32), con el que "ella yerra" ("qu'elle loupe si bien"). Inicialmente era el que le caía mejor. En las primeras versiones de su artículo, caracteriza sus posibles respuestas contratransferenciales como "reacciones positiva, inevitablemente erotizadas". Su explicación del fracaso se basa en la repentina percepción de que ese hombre no sería analizable por ella. La verdadera dificultad contratransferencial fue su "ilusión de poder tratarlo". A semejanza del primer caso, percibió que la esposa no se oponía al tratamiento (la esposa, incluso, "recurrió a ella "con desesperación" porque "no se producian cambios significativos en la relación de su marido con ella"). Para G. Leff, Tower hizo suya esta desesperación de la esposa y "desesperadamente" salió de la jugada (pasaje al acto).
El paciente le mostraba "su necesidad dependiente y erótica", pero, según menciona Tower en su borrador del artículo, "esas declaraciones impetuosas del paciente no me movieron hacia ninguna respuesta personal que no fuera una incomodidad más bien intelectual". Para Leff, con esta incomodidad intelectual Tower estaría "describiendo otra acepción más del embarrass". Mientras que el primer caso, aún sin saber lo que hace, "ella transita ese lugar incómodo, se desplaza por su contratransferencia y le da un viraje definitivo al análisis de ese paciente" (33), en el segundo caso, ella interpreta que el paciente quería "reducirme para que yo lo plegara a mi voluntad". ¿Por qué no se dejó seducir? Ella no se permite "hacerse el amo" porque teme que las "impetuosas demandas eróticas" del paciente la conmuevan. La situación se precipita cuando de golpe, el paciente desarrolla un estado depresivo esquizoide, que derivó en el fin del análisis, a partir de la sesión accidentada fuera de horario. Leff subraya que en vez de dejarse llevar por su reacciones contratransferencias inevitablemente erotizadas, se paralizó en una secuencia de tres enunciaciones distintas: no era analizable / no era analizable por mi / no era analizable por una mujer, eligiendo finalmente la tercera. En este análisis fallido, para Tower la cuestión se centraría en quien controla a quien. Para ella, el paciente no tenía los controles necesarios en su yo, y tenía que adquirirlos "mediante identificación e incorporación", antes poder experimentar "la vivencia afectiva de un sadismo subyacente o a llevarme a confiar en él como mujer" (34).

Los controles de que disponía el primer paciente le permitieron "responder como mujer ante un hombre". En cambio, en el segundo caso, el paciente no logró que ella confiara en él, como mujer. En este caso, sus problemas de comunicación estaban diseñados "para adquirir un objeto en vez de destruir uno frustrante y en ningún momento experimentaron una atenuación sustancial". Colocada en el lugar de objeto amado, Tower siente que la amenaza está dirigida contra ella y rompe los límites del marco analítico. Para este paciente Tower "fue la sede del objeto parcial y esto le impidió localizar su contratransferencia y desplazarse por ella" (35). El segundo paciente le pedia a Tower "hacerse el amo". Ella no se hace el amo sino que asume una posición de dominio y muestra que, en esa ocasión, es el amo del juego. No sabemos qué podría haber servido o no, porque la ruptura del marco analítico canceló la condición mínima necesaria para poner en marcha cualquier análisis. Pasaje al acto de Tower, y acting out del paciente dos años despues (del que Tower no acusa recibo).

Una mujer analista

Lacan señala que con el primer paciente, "lo importante en ese análisis fue que ella, sin saber muy bien lo que hacía, se colocó como un partenaire femenino", que, como dice la propia Tower, ella pudo responder "como una mujer ante un hombre".

En la sesión del 2 de diciembre del 64 (36), Lacan refiere esa obra de Sheridan deteniéndose en una de las escenas más ágiles, para analizar una frase y contrastar lo que ocurre en la lengua inglesa y la lengua francesa con los efectos de sentido que derivan de la relación del adjetivo y el sustantivo en cuanto a su orden. Esto viene al caso para definir la secuencia entre "analista mujer" o "mujer analista", respecto de su comportamiento o posición con su paciente. Para Lacan, L. Tower se comportaría más como mujer que como analista, incluso, sería analista por comportarse como mujer. L. Tower se presenta como "analista mujer", y Lacan sugiere que fue "mujer analista", cuando señala que el paciente había percibido "que a esta mujer, su analista, el podría hacerle algo, plegarla". Es decir, esta mujer, que es su analista, se pliega a su deseo.

Mas adelante, en la sesión del 29 de mayo (ver notas y comentarios), Lacan retomará esta cuestión de la función del analista del lado femenino, para el caso, de la mascarada femenina, con el artículo de Rivière, quien plantea que no hay diferencia radical ni superficial entre la feminidad genuina y la mascarada, "son lo mismo". Pero no hay mascarada posible si el analista está en posición de amo.
O bien el analista es la sede del objeto parcial, o bien el análisis es el espacio donde yace este objeto parcial, y el objeto puede ponerse a jugar en el analizante. La primera opción corresponde a la concepción freudiana: el analista embarazado del objeto a está en posición de amo, es eróticamente inaccesible y el análisis es interminable. En la segunda opción, el analista activa su contratransferencia a la manera de un artificio y el análisis no queda detenido en la angustia de castración. Eso es lo que significa el analista en posición de partenaire femenino. "Un analisis no depende de lo que el analista comprenda si no de cómo se las arregla con los vaivenes de su erótica analítica" (37)

Neurosis contratransferencial

Aunque Gloria Leff subraya que la respuesta de L. Tower a su sueño contratransferencial, en el caso del análisis exitoso, no sería autoreferencial, que ella no se habría dedicado a "desenmascarar cual había sido el deseo inconsciente que la llevó a tal sueño, o a buscar información sobre ella, o sobre su propia infancia. En cambio el sueño le informa sobre el estado de ánimo de la esposa de su paciente" (38), eso no es tan así. En su artículo, Lucía Tower dice que "mi respuesta contratransferencial se debía a la reactivación de un conflicto edípico inconsciente bajo la forma de una decidida competitividad hacía, y un temor frente a, otra mujer en una situación triangular" (subrayado mio) (39). Este sería el núcleo de su "neurosis de contratransferencia". La situación del primer caso se resuelve positivamente en la medida en que su interpretación del sueño le permite salirse de la situación de rivalidad reprimida con la esposa, lo que le permite poner en juego su deseo, como lo indica Lucía Tower cuando dice que "solo a partir de la resolución de mi respuesta contratransferencial a la situación marital (...) fue que este hombre empezó a agradarme mucho como persona" (subrayado mio) (40) (recordemos que al comienzo el que le agradaba más era el segundo paciente)

Con el segundo paciente, cuyo análisis resulta fracasado, el punto de viraje también resulta de una situación sorpresiva para la analista: "la explosión de sentimientos homicidas" en esa cita solitaria en el consultorio "desierto", cuyo resultado, para Lucía Tower, es que "nunca más confié en mi habilidad para trabajar psicoanalíticamente con este hombre, ni volví a recibirlo fuera de horas habituales" (41), motivo por el cual, racionalizaciones mediante, lo termina despachando con otro analista.
Con el primero ella pudo prestarse al juego de "una mujer ante un hombre" porque su propio inconsciente percibió que el yo del paciente tenía "controles incorporados", controles que "parecen haber estado ausentes" en el segundo, motivo por el cual, según Lucía Tower, era necesario que los obtuviera mediante identificación e incorporación "antes de que él pudiera experimentar la vivencia afectiva de su sadismo subyacente o llevarme a confiar en él como mujer" (negritas mías) (es decir, vuelve a interpretar su posición en términos de las posibilidades de su fantasma, para el caso, en relación a la disposición de “controles” en su partenaire).

En suma, lo que habría determinado tanto el éxito de un análisis como el fracaso del otro, sería lo mismo: su “neurosis de contratransferencia”. G. Leff reconoce que para Lucía Tower, “el destino de ambos análisis descansa en que los pacientes logren ‘forzarla’, ‘plegarla’, ‘empujarla’” (página 227 del libro). Es este fantasma de lo que sería una “mujer” (y, concordantemente, lo que sería una posición masculina) lo que le permitió "abajarse" a la posición de "una mujer ante un hombre" en el caso exitoso, de modo tal que el inconsciente del paciente percibiera "que de hecho él había forzado una respuesta contratransferencial en mi" (42). Pero es también ese mismo fantasma el que no le permitió a Lucía Tower asumir, ficcionalmente, la posición de "amo" que le requería el caso fracasado. A diferencia de la situación menos sexualizada que le plantea el primer paciente (“nunca había hecho referencia alguna al ‘amor sexual’”), en el caso del segundo se paraliza ante "el temor de inclinar la demanda de su lado con un hombre ‘varonil, controlado y recto’, que le agrada y cuyas demandas eróticas no puede circunscribir" (43). El resultado es que no logra desplazarse y, colocada “en el lugar de objeto amado", "siente que la amenaza está dirigida contra ella y rompe los límites del marco analítico" (44). Es decir, se mantiene como sede del objeto parcial y, por lo tanto, no puede "localizar su contratransferencia y desplazarse por ella".

En suma, "responder como una mujer ante un hombre" funcionó en un caso porque puso en juego el deseo de Lucía Tower para sostener el "escrutinio" del paciente, y no funcionó en el otro porque la condujo a un pasaje al acto (es decir, caerse, salirse de la escena). La relación supuestamente más simplificada que tendría, como mujer, con el deseo del Otro, que habría de traducirse en una facilidad para valerse de un artificio, funcionó en el primer caso, pero no en el segundo.

Saber referencial y deseo del analista

En la sesión del 30 de enero de 1963 (45), Lacan señala cómo Margaret Little es llevada al extremo de su posición contratransferencial teórica (consistente en suponer que el analista debe brindar una "respuesta total" al paciente) en el caso de la paciente cleptómana que comienza a llorar y entra en duelo ante la muerte de una persona en Alemania "con la que había tenido relaciones muy distintas de las que había tenido con sus padres" (ver notas y comentarios). M. Little interpreta, pero nada funciona, hasta que, conmovida, le confiesa a la paciente que "ya no entiende nada y que verla así le da pena".
Podriamos considerar esta intervención como un elemento contratransferencial. En todo caso es lo que plantea Lacan al señalar que esa intervención le hace percibir a la paciente que en la analista hay angustia, y así se "abre una dimensión que permite a este sujeto femenino captarse como una falta". Lacan subraya que, de este modo, Margaret Little "introduce por una vía involuntaria lo que está en juego y debe estarlo siempre en el análisis (...) la función de corte" (subrayado mío) (46).

Volviendo al caso de Lucía Tower, podríamos asociar aquél “plegarme afectivamente a sus necesidades”, con lo que pasa con Margaret Little. Ella sostenía la teoría de que el analista debe poder ofrecer una respuesta total a las necesidades del paciente, pero ese saber referencial termina verificándose como inoperante, incluso como una resistencia. La situación puede dar un viraje cuando, finalmente, la analista se quiebra y se angustia.

En los dos casos (L. Tower y M. Little) tenemos un "quiebre" de la "resistencia" del analista en cuanto a su adhesión a su saber referencial. En ambos casos tenemos que ese "quiebre" produce un vacío que sirve al desarrollo del análisis de sus pacientes en la medida en que ópera como deseo del Otro.
Podríamos decir que, a semejanza de Alcibíades, el analizante busca quebrar la resistencia del analista, lograr la caída del A al objeto a. Que eso ocurra, o no, podría ser la diferencia entre un análisis y el banquete de Platón. En un análisis, Sócrates debería poder caer, hacer jugar su no saber de otro modo que como reserva del objeto transicional (recordemos, justamente, que lo llamativo del diálogo de Platón es que se interrumpe antes de que Sócrates inicie el elogio del reenvío a Agatón, y que Lacan rescata este punto de "ignorancia" que se produce como final del diálogo para subrayar que lo que hace Sócrates, lo hace sin saberlo, y eso es lo que permite esclarecer la función del objeto parcial en el amor)

Lucia Tower se deja doblegar, y podríamos que algo parecido pasa con Margaret Little. Pero en esos quiebres, ninguna se sale de su fantasma personal, de su “neurosis de contratransferencial” (en términos de L. Tower). De lo que se salen es del fantasma como saber referencial teórico. Margaret Little se sale del formato teórico porque el mismo se le agotó, aunque con su respuesta de "ya no sé qué hacer por ud", se mantiene en su fantasma de ayudar a la gente. Lucía Tower también se sale del formato teórico de su fantasma masoquista, para dar lugar a su manera de entender lo que es una "mujer", que es su manera singular de hacer funcionar ese fantasma masoquista. Pero solo en tanto lo hacen jugar desde la singularidad, y no desde el lugar de saber referencial, lo ponen en juego desde una falta. Esa operación es la que ha puesto en juego, en ambos casos, el deseo del analista, tal como lo señala Lacan cuando nos dice que más allá de lo que Margaret Little entiende que ocurre, su intervención fue operativa porque puso en juego el deseo del Otro en el proceso de duelo de su paciente.
Y en cuanto a Lucia Tower, Lacan indica que ella funciona como analista por responder como mujer y no como analista. Es decir, deja de lado la posición de analista que le dicta su saber referencial, y su modo de adecuarse al saber textual del paciente es funcionar como mujer. Mejor dicho, al salirse de la posición que la teoría le comanda no cabe otra cosa que abajarse a su singularidad, a su fantasma personal de mujer, y jugar como tercera mujer y dócil. Lucía Tower deja de ser "analista mujer" para ser "mujer analista".
El paciente pliega a una mujer que, accidentalmente, es su analista.

La pregunta sería si podemos asociar el paso del saber referencial como marco de no saber para el saber textual, a la puesta en juego de una situación contratransferencial. En otros términos, si es de ese modo que, efectivamente, el deseo del analista puede ofrecerse como un lugar vacante ofrecido al deseo del paciente para que el mismo se realice como deseo del Otro

Notas

(1) Jacques Lacan, El Seminario, Libro X, La angustia, Editorial Paidós, página 215

(2) Traducción de la estenotipia.
Página 163 en la edición Paidós

(3) Traducción de la estenotipia.
Página 168 en la edición Paidós

(4) Idem, página 168

(5) Idem, página 215

(6) Traducción de la estenotipia.
Página 216 de la edición Paidós

(7) Idem, página 216

(8) Gloria Leff, "Juntos en la chimenea. La contratransferencia, las "mujeres analistas" y Lacan", Epeele, México, 2007

(9) Estenotipia de la sesión del 20 de febrero 1963 (transcripción en francés, traducción de Rodriguez Ponte)
W. Granoff: "la otra posición: la de Lucy Tower, sobre la cual terminaré, quien, por relación a los pacientes de sexo masculino, después de sus desarrollos muy valientes sobre la contratransferencia, termina por decirnos: “ustedes comprenden, eso anduvo bien por-que el paciente me ha plegado, en conjunto, sobre un punto preciso, a sus necesidades”. En nota al pie, con una precipitación bastante extraña, ella dice: “pienso que está muy claro para todo el mundo que eso no se acompañó de ningún pasaje al acto, sino que yo he podido tener confianza en él, trust him, en tanto que mujer, as a woman”. La cuestión está ahí, en ese clima optimista, a decir verdad: ¿era preciso trust him o al contrario distrust him? Queda de todos modos que es en la medida en que ella se sitúa como mujer ante un hombre que ella alcanza ahí una posición freudiana, es decir, que, en el fondo, no hay diferencia entre (...) una situación de amor verdadero y una situación de amor transferencial")

(10) Ni siquiera 10 años después, cuando Granoff recuerda que fue él quien le había llamado la atención a Lacan sobre el tema de la contratransferencia en 1963.
W. Granoff "Filiations. L'avenir du complexe d'Oedipe", Gallimard, Paris 2001

(11) Lacan, op. cit, página 286

(12) Oliver Goldsmith (Ver en Wikipedia), "She stoops to conquer; or the mistakes of a night"

(13) Traducción de la estenotipia.
Página 168 de la edición Paidós

(14) Gloria Leff, op. cit., página 187

(15) Idem, página 188

(16) Traducción de la estenotipia.
Página 168 de la edición Paidós

(17) Gloria Leff, op. cit., página 194

(18) Idem, página 195

(19) Lucia Tower, "Contratransferencia", Revista "Me cayó el veinte" nº 3, página 133

(20) Idem, página 134.

(21) Lacan, op. cit., página 212

(22) Traducción de la estenotipia.
Página 216 de la edición Paidós

(23) GLoria Leff, opc. cit. , página 206

(24) Traducción de la estenotipia.
Página 217 de la edición Paidós

(25) Lacan, op. cit., página 217

(26) Idem

(27) Traducción de la estenotipia.
Página 218 de la edición Paidós

(28) Gloria Leff, op. cit., página 214

(29) Traducción de la estenotipia.
Página 143 de la edición Paidós

(30) Gloria Leff, op. cit., página 217

(31) idem., página 218

(32) Lacan, op. cit., página 216 -
Sorprendentemente, tanto la edición Paidos y la Seuil escriben Otro con mayúscula ("con el Otro, el Otro paciente, el Otro macho"), cuando simplemente se está refiriendo, como se desprende claramente del texto, al "otro" paciente cuyo análisis fracasó

(33) Gloria Leff, op. cit., página 221

(34) L. Tower, op. cit., página 137

(35) Gloria Leff, op. cit., página 228

(36) Jacques Lacan, Seminario "Problemas cruciales del psicoanálisis", sesión del 2 de diciembre 1964.
Ver estenotipia y traducción de Rodriguez Ponte

(37) Gloria Leff, op. cit., página 242

(38) Idem., página 139

(39) L. Tower, op. cit., página 133

(40) Idem página 135

41) Idem página 137

(42) Idem página 135

(43) Gloria Leff, op. cit., página 227

(44) Idem, página 228

(45) Lacan, op. cit., página 157

(46) Idem., página 158

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