Michel Sauval - Psicoanalista Jacques Lacan, Seminario "La angustia", Lectura y comentarios de Michel Sauval

Notas y comentarios
Sesión del 29 de mayo de 1963

Castración y fantasma

Pedagogía y castración

La lectura de unos trabajos sobre las relaciones del lenguaje y el pensamiento lo llevan a Lacan a plantear algunas preguntas acerca de las dificultades o límites en la comprensión respecto a su enseñanza (1).
En el campo psicoanalítico nos encontrariamos con algún obstáculo diferente al que se presenta en la ciencia al momento del pasaje de un sistema conceptual a otro (por ejemplo, del sistema copérnicano al einsteniano).

En la ciencia, aún con las dificultades y resistencias que muchas veces ha testimoniado la historia y verificado la experiencia, cuando se ha franqueado cierta etapa de la comprensión matemática, eso está saldado, y no es necesario volver a analizar por qué vías se ha logrado. Conceptos que hubiesen parecido, en una etapa anterior, extremadamente complicados, son inmediatamente accesibles a los espíritus jóvenes, "no hay necesidad de ningún intermediario" (2).

Pero al nivel de la enseñanza escolar, no es así.
Para cierta escuela pedagógica, todo se encuentra comandado por una maduración autónoma de la inteligencia, a la que solo cabe seguir. Un ejemplo de esta escuela son las teorías de William Stern, y sus métodos de medición de la inteligencia, que dieron lugar a la noción de coeficiente intelectual. Para otra escuela, en cambio, habria una falla, una hiancia entre lo que el pensamiento infantil es capaz de formar y lo que se le puede aportar por la vía científica. Es el caso de Piaget (3).
Según Lacan, a pesar de esa gran diferencia entre ellas, ambas escuelas no dejan de reducir la eficacia de la enseñanza como tal, a cero.

Sin embargo, la enseñanza existe.
Todo el interés de la pedagogía escolar radica en constatar el punto en que, anticipando problemas que superan ligeramente las "capacidades mentales del niño", y sólo ayudándolo, se puedan obtener verdaderos efectos de desencadenamiento, de apertura, de ciertas actividades aprensivas en ciertos dominios.

En la experiencia analítica, encontraríamos, en la elaboración de nuestros conceptos, "el mismo obstáculo reconocido como constituyendo los límites de la experiencia analítica, a saber, la angustia de castración" (4).
Todo transcurre como si el endurecimiento de ciertas posiciones técnicas fuera correlativo de una "limitación de la comprensión", para cuya superación Lacan seguiría vías similares a las que se plantean en la enseñanza escolar respecto a la función de la maduración del pensamiento en el niño.
Que algún pedagogo haya podido formular que no hay verdadero acceso al concepto sino a partir de la pubertad, lo lleva a Lacan a plantear la posibilidad de concebir un punto de referencia diferente para ese "momento límite", a partir del cual hay verdaderamente funcionamiento del concepto.

Esa referencia diferente sería "la posición del objeto a, en el momento de su pasaje por" lo que Lacan simboliza con "la fórmula del -, y que no puede ser sino la angustia de castración" (5).
Esta angustia no puede ser presentificada como tal, motivo por el cual viene siendo abordada por esa vía concéntrica por la que Lacan oscila entre el estadio oral y el objeto voz, para retornar nuevamente al punto central de la castración, para preguntarse cual es verdaderamente la relación de la angustia con la castración (6).

El goce en el fantasma

El falo, como imaginario," funciona en todos los niveles caracterizados por cierta relación del sujeto al objeto a, excepto allí donde se lo espera, en una función mediadora, en el estadio fálico" (7)

Esta carencia del falo como tal, esta evanescencia de la función fálica como tal, es el principio de la angustia de castración.
Para volver sensible la verdad de esta fórmula, Lacan señala que retomará diversas vías según esta modalidad que ha llamado "girar alrededor".

Para comenzar, retoma el señalamiento de la sesión anterior respecto a la estructura propia del campo visual en lo que concierne a la sustentación y ocultación, al mismo tiempo, del objeto a.
Justamente, es en ese campo que se presenta, de un modo traumático, el primer encuentro con la presencia fálica, en lo que se llama "la escena primaria" (8).

Lacan señala que lo que choca en la evocación de la realidad de la forma fantaseada de la escena primaria, es siempre "alguna ambiguedad concerniente a la presencia del falo funcionando como pene, incluso, que lo esencial del efecto traumático de la misma son, justamente, las formas bajo las cuales desaparece, se escamotea" (9).

La forma ejemplar del modo de aparición de esta escena primaria nos la ofrece la historia del "hombre de los lobos" (10).

Lo esencial en la revelación de lo que le aparece al hombre de los lobos, lo que aparece en el cuadro, identificable en su forma a la función misma del fantasma, "no es saber donde está el falo, sino que el mismo está por doquier" idéntico a la catatonia de la imagen, catatonia que no es otra que la misma del sujeto, del niño pasmado, fascinado por lo que ve y paralizado por esta fascinación. Y "lo que en la escena lo mira", pero es invisible por estar por doquier (el arbol, lo lobos posados), no es más que la imagen de la transposición de su estado de suspensión, de su propio cuerpo transformado en este arbol, un "arbol cubierto de lobos" (11).
Se trata de algo que hace eco del goce, un tipo de goce pariente del que Freud denomina "horror del goce ignorado" en "el hombre de las ratas" (12), un goce que supera toda localización posible por el sujeto, está ahí presentificado bajo esta forma erigida. "El sujeto no es más que erección en esa captura que lo hace falo, lo arborifica (arb-horrifie), lo fija enteramente" (13).

Hay algo que sucede en el desarrollo sintomático de los efectos de esa escena, un elemento que hasta el final permanece como lo único no integrado por el sujeto, que "solo ha sido reconstruido, pero es tan esencial que el análisis que hace Freud no se sostendría si no lo admitiéramos (...) es la respuesta del sujeto a esta escena traumática por una defecación (14).

Es practicamente la primera vez en que Freud da cuenta, de un modo articulado, de la aparición del objeto excremencial en un momento crítico.
Lacan reconoce que esa articulación es en la función de oblatividad, y que Freud siempre ha subrayado el caracter de regalo, de don, en cada ocasión en que un niño suelta intempestivamente algo de su contenido intestinal.

Pero también señala que Freud va un poco más lejos, dando su "verdadero sentido" a la oblatividad, cuando "habla de sacrificio a propósito de la aparición en el campo del objeto excremencial" (15)

Lacan ubica esta referencia al sacrificio en el mismo historial del "hombre de los lobos". Pero no es ahí donde Freud utiliza ese término ("opfert" en alemán), sino en el texto "Sobre las transmutaciones de los instintos y especialmente del erotismo anal", donde dice: "En torno de la defecación se presenta para el niño una primera decisión entre la actitud narcisista y la del amor de objeto. 0 bien entrega obediente la caca, la «sacrifica» [opfert] al amor, o la retiene para la satisfacción autoerótica o, más tarde, para afirmar su propia voluntad. Con esta última decisión queda constituido el desafío (terquedad) que nace, pues, de una porfía narcisista en el erotismo anal" (subrayado mío) (16)

El sacrificio no es lo mismo que el don, y esa diferencia le da el pie a Lacan para retomar el problema al nivel del "acto normal", o maduro (ver notas y comentarios).

Notas

(1) Jacques Lacan, El Seminario, Libro X, La angustia, Edición Paidós, página 277.

(2) Idem, página 279

(3) Idem, página 278

(4) Traducción de la estenotipia.
Página 278 de la edición Paidós

(5) Traducción de la estenotipia.
Página 280 de la edición Paidós

(6) Jacques Lacan, op. cit., página 280

(7) Traducción de la estenotipia.
Página 280 de la edición Paidós.
En Paidos dice "el falo actúa por doquier con una función mediadora, salvo allí donde se lo espera", es decir, cambia el orden de los fragmentos separados por comas, asociando "una función mediadora" al funcionamiento del falo en los demás niveles cuando esa función "mediadora" del falo es propia de la etapa fálica

(8) Jacques Lacan, op. cit., página 280

(9) Traducción de la estenotipia.
Página 281 de la edición Paidós.

(10) Sigmund Freud. "Historia de una neurosis infantil", Obras Completas Editorial Amorrortu, Tomo XVII, páginas 1 a 112

(11) Jacques Lacan, op. cit., página 281

(12) Sigmund Freud. "A propósito de un caso de neurosis obsesivas", Obras Completas Editorial Amorrortu, Tomo X, páginas 119 a 172
"En todos los momentos más importantes del relato se nota en él una expresión del rostro de muy rara composición, y que sólo puedo resolver como horror ante su placer, ignorado {unbekennen} por él mismo" (página 133)

(13) Traducción de la estenotipia.
Página 281 de la edición Paidós.
Lacan hace un juego de palabras con "arborifica": "arb-horrifie" amalgama "arbol" con "horror", alusivo al "horror" del goce ignorado del "hombre de las ratas" mencionado unos renglones antes.

(14) Jacques Lacan, op. cit., página 281/2

(15) Idem, página 282.

(16) Sigmund Freud, "Sobre las transmutaciones de los instintos y especialmente del erotismo anal", Tomo XVII de las Obras Completas de la editorial Amorrortu, página 120

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