Michel Sauval - Psicoanalista Jacques Lacan, Seminario "La angustia", Lectura y comentarios de Michel Sauval

Notas y comentarios
Sesión del 12 de junio de 1963

La dimensión de la causa

Ya hemos señalado que la angustia aparece en cualquier advenimiento del objeto a en su relación con el deseo del Otro. Y respecto al deseo del sujeto, "a no es el objeto del deseo que tratamos de revelar en el análisis, es su causa" (1). .
Por lo tanto, si la angustia señala la dependencia de toda constitución del sujeto respecto del Otro, "el deseo del sujeto se encuentra suspendido de esa relación, por intermedio de la constitución primera, antecedente, del objeto a
" (2)

La presencia del a como causa de deseo se anuncia en la función de la causa, localizable en el campo del síntoma.

Síntoma obsesivo

Lacan lo ejemplifica con el síntoma obsesivo, en la medida que se devela como algo que funciona, desde sus datos iniciales, en la dimensión de la causa.
La obsesión o compulsión, en su forma más ejemplar ("haz esto o lo otro, verifica esto o aquello", etc.) conlleva que la no continuación de su linea despierta la angustia.
Esto es lo que nos indica que estamos en "el nivel más favorable para relacionar la posición de a tanto con las relaciones de la angustia como con las relaciones del deseo" (3).

Tengamos presente, no obstante, que el síntoma no está constituido sino cuando el sujeto se percata de él. El primer paso del análisis es que el síntoma se constituya en su forma clásica, que tome forma, para el sujeto, algo en tanto no-asimilado del sintoma. Para que el síntoma salga del estado de enigma informulado, es necesario que "en el sujeto se perfile algo tal que le sugiera que hay una causa para eso" (4). Esta es la dimensión original, "que hay una causa para eso", donde la ruptura de la implicación del sujeto en su conducta nos da la complementación necesaria para que el síntoma sea abordable.

Neurosis de transferencia

Para articular esto, debe ponerse de manifiesto, de un modo radical, "la relación de la función de a, causa del deseo, con la dimensión mental, como tal, de la causa" (5)
Esta dimensión de la causa indica la emergencia, en los datos de partida del análisis del obsesivo, de ese objeto a en torno al cual "debe girar todo el análisis de la transferencia" para no quedar girando en círculos.

En efecto, hay un problema propio del fin de análisis, que se formula del siguiente modo: "la irreductibilidad de una neurosis de transferencia".
Esta neurosis de transferencia "no tiene diferencia alguna con todo lo que se produce de análogo en el punto de partida del análisis, sino la de estar enteramente reunida" (6)
Se entra en el análisis por una puerta enigmática, pues la neurosis de transferencia, para cada cual - incluso para Alcibíades (que ama a Agatón) - ya está ahí. Es decir, entramos, en el análisis, en la transferencia funcionando como real, eso que solemos llamar "transferencia lateral". Y lo sorprendente del análisis es cómo, entrando a pesar de todo lo que nos retiene de la transferencia funcionando como real, "se puede obtener a la salida la neurosis de transferencia misma" (7).

Esto implica algún malentendido en lo que concierne al análisis de la transferencia.
El único objeto a proponer en el análisis de la transferencia, es el objeto a. Es justamente en esta sustracción que puede aparecer la dimensión esencial del deseo del analista.

La dimensión de la causa.

Cualquiera sea la crítica o el esfuerzo de reducción, fenomenológico o no, que le apliquemos, la categoría de la causa funciona.
Lacan propone una transferencia de la categoría de la causalidad, de la "estética transcendental" de Kant a lo que él denomina "ética trascendental".

Respecto de la "estética transcendental" de Kant, recordemos que el término estética, no remite a la belleza o al arte sino a su sentido etimológico (del griego αισθησις - aisthesis) que remite a sensación o percepción. Es decir, la estética es el estudio de la sensibilidad. Y el término "transcendental", en Kant, remite a todo conocimiento que se ocupa no tanto de los objetos como de nuestro modo de conocerlos, que debe ser a priori, independiente de la experiencia. Por lo tanto, esa "estética trascendental" aborda las condiciones de posibilidad de la sensibilidad, las formas a priori de la sensibilidad, de las intuiciones puras del espacio y del tiempo.

Lacan extrae la función de la causa del campo de esa estética transcendental, en la medida en que, para él, el espacio no es de ningún modo una categoría a priori de la intuición sensible, no es un rasgo de nuestra constitución subjetiva, más allá del cual "la cosa en sí" encontraría un campo libre, sino que "el espacio forma parte de lo real" (8).
Es importante captar la realidad del espacio, en tanto espacio de tres dimensiones, para definir la forma que adquiere, en el nivel del piso escópico, la presencia del deseo, especialmente como fantasma, a saber, la función del marco. "Si el marco existe, es porque el espacio es real" (9).

La crítica filosófica de la función de la causa se ha empeñado en señalar que la misma es inaprehensible, que detrás de una causa siempre hay otra causa, resultando la falacia del "post hoc ergo propter hoc" (10).
No obstante, esa crítica ha encontrado su fecundidad al imponer las exigencias del determinismo, resolviendo por esa vía la situación por la cual "cuanto menos aprehensible es la causa, más todo aparece causado" (11).

Esta función de la causa, presente por doquier en nuestro pensamiento, Lacan la considera como la sombra proyectada, como "la metáfora de esta causa primordial, substancia de esta función de la causa que es precisamente el objeto a en tanto que anterior a toda esta fenomenología". Dicho objeto se define como "el resto de la constitución del sujeto en el lugar del Otro en tanto que tiene que constituirse como sujeto barrado, $" (12).

Si el síntoma es enteramente implicable en ese proceso de la constitución del sujeto en tanto que tiene que hacerse en el lugar del Otro, la implicación de la causa en el advenimiento sintomático forma parte legítima de dicho advenimiento.
Esto significa que "la causa, implicada en la cuestión del síntoma, es literalmente una pregunta, pero cuyo efecto no es el síntoma. Él es su resultado. El efecto es el deseo" (13).

Es un efecto único, que permite entender todas las dificultades que ha habido para vincular la relación común, que se impone al espíritu, entre la causa y el efecto.
Justamente, e
l efecto primordial de esta causa, objeto a, a nivel del deseo, ese efecto que se llama el deseo, es "un efecto que no tiene nada de efectuado".
El deseo, tomado en esta perspectiva, se sitúa como una falta de efecto (manque d'effet). Si la causa se constituye como suponiendo efectos, es primordialmente porque el efecto falta a la cita (y fait défaut)
(14)

Y esto se vuelve a encontrar en toda su fenomenología.
El gap entre la causa y el efecto, a medida que es colmado, en la perspectiva de lo que se llama el progreso de la ciencia, hace desvanecer la función de la causa.
Ahí donde el gap es colmado, la función de la causa se desvanece. La explicación de lo que fuere desemboca, a medida que se acaba, en no dejar allí más que conexiones significantes, en volatilizar lo que la animaba en su principio, lo que empujó a explicarse, lo que no se comprende, es decir, la hiancia efectiva.

"No hay causa que se constituya en el espíritu, como tal, que no implique esta hiancia" (15)

Esto es lo que permite captar la ingenuidad de ciertas investigaciones de psicólogos, y especialmente las de Piaget (ver notas y comentarios).

Notas

(1) Jacques Lacan, El Seminario, Libro X, La angustia, Editorial Paidós, página 301

(2) Traducción de la estenotipia.
Página 301 de la edición Paidós

(3) Idem página 302.

(4) Idem, página 303

(5) Traducción de la estenotipia.
Página 303 de la edición Paidós

(6) Idem

(7) Idem, página 304

(8) Idem, página 305

(9) Idem, página 305

(10) Post hoc ergo propter hoc es una expresión latina que significa «después de esto, eso; entonces, a consecuencia de esto, eso» o «tras esto; luego, por causa de esto». A veces se acorta por post hoc.
Post hoc también se denomina correlación coincidente.
Es un tipo de falacia que afirma o asume que si un acontecimiento sucede después de otro, el segundo es consecuencia del primero. Este es un error particularmente tentador, porque la secuencia temporal es algo integral a la causalidad: es verdad que una causa se produce antes de un efecto. La falacia viene de sacar una conclusión basándose solo en el orden de los acontecimientos, lo cual no es un indicador fiable. Es decir, no siempre es verdad que el primer acontecimiento produjo el segundo acontecimiento

(11) Jacques Lacan, op. cit., página 306

(12) Traducción de la estenotipia.
Página 306 de la edición Paidós

(13) Idem

(14) Traducción de la estenotipia.
Página 306/7 de la edición Paidós

(15) Traducción de la estenotipia.
Página 307 de la edición Paidós

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