Michel Sauval - Psicoanalista Jacques Lacan, Seminario "La angustia", Lectura y comentarios de Michel Sauval

Notas y comentarios
Sesión del 3 de julio de 1963

El nivel escópico

Articulación del nivel escópico en el cuadro de referencia Inhibición - Síntoma - angustia (1)

Duelo

Lacan retoma sus abordajes de Hamlet (ver notas y comentarios de las sesiones de marzo y abril de 1959, del seminario VI "El deseo y su interpretación). Es la ausencia de duelo en la madre lo que en Hamlet hace desvanecerse, hundirse, hasta el más radical impulso posible de un deseo. Hamlet es un personaje que no retrocede ante demasiadas cosas, al que no le tiembla el pulso. "La única cosa que no puede hacer es justamente el acto que está hecho para hacer porque el deseo falta" (2).
El deseo falta porque se ha hundido el Ideal: "a la sobrevaloración por parte de su padre de la Gertrudis conyugal, tal como se presenta esta actitud en los recuerdos de Hamlet, resulta patente que le corresponde dialécticamente su propia evasión animal de la Gertrudis materna" (3). El resultado es que, cuando el ideal es contradicho, se hunde, lo que desaparece es, en Hamlet, el poder del deseo, el cual no será restaurado más que a partir de la visión de un duelo con el que entra en competencia. Un duelo verdadero, el de Laertes por su hermana, Ofelia, el objeto amado por Hamlet y del que se encontró súbitamente separado por la carencia del deseo.

Luego parafrasea a Freud, señalando su embarazo para poder diferenciar la relación de la angustia respecto a la pérdida del objeto y el duelo (4).
Según Freud, el sujeto en duelo tiene por tarea consumar una segunda vez la pérdida provocada por el accidente del destino del objeto amado.
Lo que el trabajo del duelo busca restaurar es el vínculo "con el objeto fundamental, el objeto enmascarado, el objeto a, verdadero objeto de la relación, al que, a continuación, se le podrá dar un sustituto, que no tendrá mayor alcance que el que previamente ocupó ese lugar" (5)
.
El problema del duelo es el mantenimiento de los vínculos por donde el deseo está suspendido, no al objeto a en el cuarto nivel, sino a i(a), por el cual todo amor, en tanto que este término implica la dimensión idealizada, está narcisísticamente estructurado.

Y es esto lo que constituye la diferencia de lo que sucede en la melancolía y la manía.
Si no distinguimos el objeto a del i(a), no podemos concebir lo que Freud señala y articula sobre la diferencia radical que hay entre melancolía y duelo. Para Freud, en la melancolia, el proceso de reversión de la libido objetal sobre el yo no culmina y es el objeto el que triunfa (6).
Como el i(a) del narcisismo está para que en el cuarto nivel el objeto a esté enmascarado en su esencia, el melancólico debe pasar "a través de su propia imagen" para alcanzar, en ese objeto a que la trasciende, aquello cuya caída lo arrastrará en la precipitación, el suicidio. Y si, cuando eso ocurre, es a traves de la ventana, no es por azar, sino el recurso a una estructura, la del fantasma.

Estas diferencias entre lo que constituye el ciclo mania melancolía, y el cíclo del ideal, de la referencia duelo o deseo, solo se puede precisar acentuando "la diferencia de función entre, por una parte, la relación de a con i(a) en el duelo, y por otra parte, en el otro ciclo, la referencia radical al a, más arraigante para el sujeto que cualquier otra relación, pero también, profundamente ignorada, alienada, en la relación narcisista" (7).

En la manía, es la no función de a lo que está en juego, y no simplemente su desconocimiento.
En ella, el sujeto no tiene el lastre de ningún a, lo cual lo entrega, sin posibilidad alguna a veces de liberarse, a la pura metonimia, infinita y lúdica, de la cadena significante.

Los nombres del padre

El deseo en su carácter más alienado, mas profundamente fantasmático, es lo que caracteriza el cuarto nivel.

Esbozando la estructura del quinto nivel, Lacan subraya que, en ese nivel, el objeto a se recorta abiertamente alienado, como soporte del deseo del Otro, que ahora es nombrado.
Toda la dialéctica del quinto nivel implica una articulación más detallada de lo que se ha designado como introyección. Lo cual implica tanto la dimensión auditiva como también la función paterna.
En ese sentido, Lacan anuncia que, de proseguir su seminario como previsto, "el mismo girará no solo en torno al Nombre, sino a los Nombres del Padre" (8).

En el mito freudiano, el padre interviene, de la forma más evidentemente mítica, como aquel cuyo deseo sumerge, aplasta, se impone a todos los demás. Lo cual se presenta como una contradicción respecto al hecho que brinda la experiencia que es por esa vía que se produce la normalización del deseo en las vías de la ley. Lacan relaciona la necesidad de mantener el mito con la siguiente pregunta: ¿en la manifestación de su deseo, sabe el padre a qué objeto a se refiere dicho deseo?".

El padre no es causa sui según el mito religioso, sino un "sujeto que ha ido bastante lejos en la realización de su deseo como para reintegrarlo a su causa, cualquiera que esta sea, a lo que hay de irreductible en la función del a" (9).

"No hay ningún sujeto humano que no deba situarse como un objeto, un objeto finito, del que penden deseos finitos, los cuales sólo adquieren el aspecto de infinitizarse en la medida en que, al evadirse los unos de los otros cada vez más lejos de su centro, alejan al sujeto cada vez más de cualquier realización auténtica" (10).

El objeto a, en tanto que, en su término nunca alcanzado, es nuestra existencia más radical, debe situarse, en cuanto tal, en el campo del Otro.
Es situado ahí por cada uno de nosotros y por todos, y eso es la posibilidad de la transferencia. La interpretación que damos apunta siempre a la mayor o menor dependencia de los deseos los unos respecto de los otros.
Pero eso no es enfrentarnos a la angustia. "No hay superación de la angustia sino cuando el Otro se ha nombrado". No hay amor sino de un nombre. "El momento en que el nombre de aquél o aquella a quien se dirige nuestro amor es pronunciado, sabemos muy bien que es un umbral que tiene la mayor importancia" (11).

"Lo que hace de un psicoanálisis una aventura única es esta búsqueda del agalma en el campo del Otro". Para que el trabajo sea posible allí donde tratamos de llevar las cosas más allá del límite de la angustia, conviene que "el analista sea alguien que, por poco que sea, por algún lado, algún borde, haya hecho volver a entrar su deseo en este a irreductible, lo suficiente como para ofrecer a la cuestión del concepto de la angustia una garantía real" (12).

Notas

(1) Cuadro de la transcripción de Staferla, donde se ubican las 9 referencias que Lacan va señalando en su discurso.
Este cuadro se encuentra en la página 360 de la edición Paidós, donde (correlativamente a lo que se ha hecho en la edición Seuil), se han "resumido" las referencias de cada cuadrante,

(2) Traducción de la estenotipia.
Página 361 de la edición Paidós

(3) Jacques Lacan, El Seminario, Libro X, "La angustia", Editorial Paidós, página 362

(4) Sigmund Freud, "Inhibición, síntoma y angustia", Obras Completas, Tomo XX, Amorrortu Editores .
El párrafo que parafrasea y abrevia Lacan pertenece al punto C. «Angustia, dolor y duelo» del capítulo XI. «Addenda» de esta obra:
El problema se nos plantea en este punto: deberíamos decir que la angustia nace como reacción frente al peligro de la pérdida del objeto. Ahora bien, ya tenemos noticia de una reacción así frente a la pérdida del objeto; es el duelo. Entonces, ¿cuándo sobre-viene uno y cuándo la otra? En el duelo, del cual ya nos hemos ocupado antes, ha quedado un rasgo completamente sin entender: su carácter particularmente doliente. Y a pesar de todo, nos parece evidente que la separación del objeto deba ser dolorosa. Pero entonces el problema se nos complica más: ¿Cuándo la separación del objeto provoca angustia, cuándo duelo y cuándo quizá sólo dolor?” ― op. cit., p. 158.

(5) Traducción de la estenotipia.
Página 362 de la edición Paidós

(6) Sigmund Freud, "Duelo y melancolía", Obras Completas, Tomo XIV, Amorrortu Editores.
"Hubo una elección de objeto, una ligadura de la libido a una persona determinada; por obra de una afrenta real o un desengaño de parte de la persona amada sobrevino un sacudimiento de ese vínculo de objeto. El resultado no fue el normal, que habría sido un quite de la libido de ese objeto y su desplazamiento a uno nuevo, sino otro distinto, que para producirse parece requerir varias condiciones. La investidura de objeto resultó poco resistente, fue cancelada, pero la libido libre no se desplazó a otro objeto sino que se retiró sobre el yo. Pero ahí no encontró un uso cualquiera, sino que sirvió para establecer una identificación del yo con el objeto resignado. La sombra del objeto cayó sobre el yo, quien, en lo sucesivo, pudo ser juzgado por una instancia particular como un objeto, como el objeto abandonado. De esa manera, la pérdida del objeto hubo de mudarse en una pérdida del yo, y el conflicto entre el yo y la persona amada, en una bipartición entre el yo crítico y el yo alterado por identificación" (subrayado mío), página 246.
"el análisis de la melancolía nos enseña que el yo sólo puede darse muerte si en virtud del retroceso de la investidura de objeto puede tratarse a sí mismo como un objeto, si le es permitido dirigir contra sí mismo esa hostilidad que recae sobre un objeto y subroga la reacción originaria del yo hacia objetos del mundo exterior. Así, en la regresión desde la elección narcisista de objeto, este último fue por cierto cancelado, pero probó ser más poderoso que el yo mismo. En las dos situaciones contrapuestas del enamoramiento más extremo y del suicidio, el yo, aunque por caminos enteramente diversos, es sojuzgado por el objeto" (subrayado mio), página 249/50
.

(7) Jacques Lacan, op. cit., página 363

(8) Idem, página 364

(9) Idem

(10) Idem.

(11) Idem, página 365.

(12) Idem

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