Psicoanálisis y Ciencia |
Ciencia y modo de producción (x)
Del amo antiguo al capitalismo
Vimos (1) que para Koyré, si la técnica griega no superó el estadio de la techne es porque los griegos no pudieron fundar una dinámica. La ciencia moderna surge en la medida en que la precisión aplicada por los griegos a las medidas celestes, descendió sobre la tierra.
La cuestión, entonces, es precisar de qué modo bajan las matemáticas de los cielos a la tierra y que efectos resultan de ello, deducir que tipo de sujeto corresponde a una física ordenada por los "lugares naturales" con relación al tipo de sujeto que corresponde a una física ordenada por la matemática.
Veamos como piensa el Lacan del seminario XVII esta "bajada" de las matemáticas "del cielo a la tierra".
La lectura que hace Lacan del mundo antiguo ubica al esclavo como el soporte del saber (Lacan, Le Séminaire, livre XVII, "L' envers de la psychanalyse", Ed. Seuil, página 20).
Aristóteles mismo era consciente de la relación entre esclavismo y maquinismo. En un pasaje, al comienzo de su "Política", dice que "el esclavo cesaria de ser necesario si les navettes y los plectres pudiesen ponerse en movimiento por ellos mismos" (Referido por Koyré en "Etudes d' histoire de la pensée philosophique", Ed. Gallimard, página 306), pues para los antiguos hay tareas tan penosas o aburridas que "ningún hombre digno de ese nombre, o al menos ningún hombre libre, podría aceptar realizarlas" (Koyré, ídem).
Lacan subraya este saber-hacer del esclavo (un saber previo a toda pregunta sobre si el saber se sabe), y señala que lo que la filosofía testimonia en su historia es "el robo, el rapto, la sustracción al esclavo, de su saber, por la operación del amo" (Lacan, ídem, página 21)
En esto consiste el esfuerzo por despejar lo que se llama episteme, y que Lacan traduce como "colocarse en buena posición", la posición que permita que el saber devenga saber de amo (ídem).
"La función de la episteme en tanto que especificada como saber transmisible, remítanse a los diálogos de Platón, está, enteramente, tomada de las técnicas artesanales, siervas. De lo que se trata es de extraer la esencia para que ese saber devenga saber de amo" (ídem) (subrayado mío)
"La filosofía, en su función histórica, es esta extracción, esta traición, casi diría, del saber del esclavo, para obtener su transmutación en saber de amo" (ídem, página 22).
Así se constituye el saber de la antigüedad, un saber que en tanto saber de amo ha devenido saber teórico.
La ciencia moderna, en cambio, surge a partir del rechazo a este tipo de saber.
"La ciencia sólo nació el día que alguien, en un movimiento de renuncia a este saber, mal adquirido, si puedo decirlo así, extrajo por primera vez la función del sujeto de la relación estricta de S1 con S2, me refiero a Descartes. ( ) Es conveniente distinguir el momento en que surge este viraje de la tentativa de traspaso del saber del esclavo al amo y el de su reinicio motivado sólo por cierto modo de plantear en la estructura toda función posible del enunciado en tanto se sostiene únicamente en la articulación del significante" (ídem, página 22/3).
De esta manera se nos plantean dos cuestiones.
Por un lado, delimitar "lo que se produce en el paso del discurso del amo antiguo hasta el del amo moderno, que llamamos capitalista", que consiste en "una modificación en el lugar del saber" (ídem, página 34) (subrayado mío), y por el otro, resolver el misterio de cómo llega el amo a desear el saber del esclavo, lo que nos llevará al discurso histérico, el discurso que "hace que haya un hombre animado por el deseo de saber" (ídem, página 37)
Hacia el final de la clase del 26 de noviembre del 69, Lacan se pregunta: "¿Cómo llegó el filósofo a inspirar al amo el deseo de saber? Les dejo en este punto. Es una pequeña provocación. Si alguno lo descubre de aquí a la próxima vez, ya me lo dirá".
Parece ser que la idea no prosperó demasiado pues a la clase siguiente (17 de diciembre del 69), al promediar la misma, Lacan insiste: "¿Qué parentesco establezco entre el discurso filosófico y el discurso de la histérica?, ya que parece que fue el discurso filosófico el que animó al amo con el deseo de saber. ¿Dónde está aquí la histeria en cuestión? Aquí hay un dominio que no vamos a desflorar. Si alguno gusta de adelantarse al orador con el pensamiento, tendrá ocasión de ejercer su talento. Les aseguro que el camino me parece prometedor".
Estoy lejos de tener la arrogancia de pretender "adelantarme" o "hacer gala" de talento alguno. Pero afirmándome en la suposición de saber que le otorgo a Lacan, tomaré su promesa para animarme a intentar articular algunas cuestiones al respecto, en gran parte, a partir de las propias referencias de Lacan, básicamente, aquellas que remiten a Sócrates (en particular las del Seminario VIII, La transferencia).
Pero eso lo haremos en un segundo momento. Primero abordaremos la cuestión de "lo que se produce en el paso del discurso del amo antiguo hasta el del amo moderno, que llamamos capitalista".
Esto requiere que podamos precisar las características de ese saber de amo al que debe renunciar Descartes para poder extraer "la función del sujeto de la relación estricta de S1 con S2", y que giro implica, en el lugar del saber, el discurso del amo moderno.
Ciencia moderna y capitalismo
Lo primero que tenemos que tener presente es que cuando Lacan se refiere a S1 y S2, en el Seminario XVII, ya no se trata de los mismos S1 y S2 de la definición del significante de "Subversión del sujeto y dialéctica del deseo".
Ahora S2 es el conjunto de los significantes del saber inconsciente, entendiendo por tal, un saber sin sujeto.
En el seminario anterior ("De un Otro al otro"), Lacan había tratado al par S1 - S2 como un par ordenado. Y en ese seminario es dónde Lacan redefine al "objeto a" como lugar de captación del plus de gozar, a partir de la modificación histórica que se produjo en la relación entre el saber y el goce, a partir del surgimiento del régimen capitalista como modo de producción dominante (el concepto de plus de goce es deducido en homología al concepto marxista de plusvalía).
Esta modificación de la relación entre saber y goce es correlativa de la unificación de la ciencia occidental y el surgimiento de un mercado de saber.
El saber ya no es entonces un lujo de amo, sino que el saber, al participar en la producción, tiene un valor, se cotiza
El concepto de producción será clave en Lacan a partir de ese momento.
Lo que se modifica profundamente en la época moderna es que las cosas ya no se producen, principalmente, como valores de uso, sino en tanto mercancías, es decir, como valores de cambio.
Y esto requiere del cálculo: la realización de un plus de valor requiere de la contabilidad.
Es importante tener esto presente porque, como veremos mas adelante, esto mismo es lo que esta en la base del cortocircuito que este modo de producción establece entre el sujeto y el goce.
El verdadero motor de la sustitución del trabajo humano por la máquina es el modo de producción capitalista. Si la maquina se desarrolla es para desarrollar la capacidad productiva de los trabajadores y la única razón para tal desarrollo es la realización de una parte mayor de la plusvalía.
Solo ese mecanismo tan absurdo podía impulsar realmente a los hombres a desarrollar los medios de producción al ritmo que hemos visto que se han desarrollado durante los siglos XVIII y XIX.
El modo en que el cálculo penetra lo real es por medio de la contabilidad capitalista.
Es la contabilidad capitalista la que requiere la medida del tiempo, la medida de los componentes necesarios para la producción, la medida de los costos y la proyección de las ganancias
La importancia del tiempo, la introducción del cronometro = descubrir el valor del tiempo, poder medirlo, fraccionarlo, volverlo mercancía.
Como lo señala el Lacan del seminario XVI, el desarrollo del saber científico va a la par de la constitución del saber en mercancía, de la transformación de la universidad en el mercado del saber. La ciencia se impuso, como modo de pensamiento, junto al modo de producción capitalista, en tanto el saber se hizo mercancía.
Si el saber no se volvía mercancía, no se habría impuesto la ciencia moderna.
El saber debe transformarse en un medio de producción y debe ser requerido como tal, es decir, como mercancía para que el impulso del lucro capitalista lo lleve al desarrollo que le conocemos actualmente.
Las condiciones materiales del mundo antiguo
El mundo clásico fue masiva e invariablemente rural: la agricultura representó durante toda su historia el ámbito absolutamente dominante de producción y proporcionó de forma invariable las principales fortunas de la ciudad.
Las ciudades grecorromanas nunca fueron predominantemente comunidades de manufactureros, comerciantes o artesanos, sino que en su origen y principio constituyeron agrupaciones urbanas de terratenientes.
La distancia mas que la división del trabajo, dictaba los costes relativos de la producción.
Esto definió el carácter costero de la civilización clásica: el comercio interlocal que la unía se realizaba principalmente por mar (en tiempos de Diocleciano era mas barato enviar trigo por barco desde Siria a España que transportarlo 120 Km por carretas)
El mar fue el vehículo del imprevisible esplendor de la Antigüedad: la específica combinación de ciudad y campo que caracterizó al mundo clásico fue operativa, en último término, debido únicamente al lago situado en su centro.
La posición única de la antigüedad clásica en la historia no puede separarse de este privilegio físico. Esa posición tampoco puede separarse de otro rasgo fundamental: el modo de producción esclavista fue la invención decisiva del mundo grecorromano.
La esclavitud ya había existido antes bajo diversas formas, pero siempre en condiciones jurídicamente impuras, entre otros tipos mixtos de servidumbre, y reducida a solo una categoría reducida en un conjunto amorfo de dependencias y falta de libertades.
La esclavitud nunca fue el tipo predominante de extracción de excedente en las monarquías prehelénicas: los imperios sumerio, babilónico, asirio y egipcio no fueron economías esclavistas.
Las ciudades estado griegas fueron las primeras en hacer de la esclavitud algo absoluto en su forma y dominante en su extensión, transformándolo así de puro instrumento secundario en un sistemático modo de producción.
Las grandes épocas clásicas en las que floreció la civilización de la Antigüedad (Grecia en los siglos V y IV a.C. y Roma desde el siglo II a.C. hasta el siglo II d.C.) fueron aquellas en que la esclavitud fue masiva y general entre los sistemas de trabajo (según A. Andrewes, en tiempos de Pericles la proporción entre ciudadanos libres y esclavos era de 2 a 3).
Mientras el uso de la esclavitud se hacía general, su naturaleza se hizo correlativamente absoluta.
Y esto es lo que nos importa en particular.
Ya no consistía en una forma mas de servidumbre sino en una condición extrema de pérdida completa de la libertad, que se yuxtaponía a una libertad nueva y sin trabas.
La libertad y la esclavitud helénicas eran indivisibles: cada una de ellas era la condición estructural de la otra, en un sistema diádico que no tuvo antecedentes en los imperios del Oriente Próximo.
La esclavitud fue la base de la ciudad antigua: solo el trabajo esclavo podía liberar de sus bases rurales a los miembros de una clase terrateniente de un modo tan radical que los transmutara en ciudadanos esencialmente urbanos.
A diferencia del caso del señorío feudal, la finca con esclavos permitió una permanente disyunción entre residencia y renta. El vínculo entre el esclavo productor y el apropiador urbano no era consuetudinario ni estaba condicionado por la localización de la tierra. Ese vínculo era el acto comercial universal de la compra de mercancías que se realizaba en las ciudades. El trabajo esclavo de la antigüedad concentra dos atributos contradictorios. Por un lado, la esclavitud representaba la mayor degradación rural imaginable del trabajo, al tiempo que era la más drástica comercialización urbana concebible del trabajo al implicar la reducción de toda la persona del trabajador a un objeto estandarizado de compra y venta.
La esclavitud fue el pivote que unía económicamente a la ciudad y el campo con un desorbitado beneficio para la polis.
Una de las consecuencias de todo esto fue que las relaciones esclavistas de producción fijaron algunos límites insuperables a las fuerzas de producción, tendiendo finalmente a la paralización de la agricultura y la industria, constituyéndose en el principal componente del derrumbe de la Antigüedad.
En una perspectiva comparada, una de las cosas más sorprendente de la Antigüedad es su global estancamiento tecnológico, el cual contrasta con su vitalidad cultural.
Los efectos de la esclavitud sobre la técnica fueron, en ese sentido, totalmente sofocantes.
Esta presión no se reduce a una causalidad intraeconómica, sino que se expresó en una ideología que estigmatizo al trabajo en general con el signo de la deshonra.
El divorcio entre el trabajo material y la esfera de la libertad era tan rígido que los griegos no tenían siquiera una palabra para el concepto de trabajo, ni como función social ni en cuanto a conducta personal.
La productividad quedó siempre fijada al uso de esclavos, motivo por el cual, la vía típica de expansión para cualquier estado de la Antigüedad siempre fue la conquista geográfica antes que el avance económico. Los saqueos, los tributos y los esclavos eran los objetos fundamentales del engrandecimiento.
Como nunca, el poderío militar estaba ligado al crecimiento económico.
Las primeras instituciones "democráticas" de la Grecia clásica aparecieron en Quíos a mediados del siglo VI, y la tradición afirma también que fue Quíos la primera ciudad que importó en gran escala esclavos procedentes del bárbaro Oriente.
Y en Atenas, las reformas de Solón fueron seguidas de un vertiginoso aumento de la población esclava en la época de la tiranía.
La polis clásica, independientemente de sus divisiones de clases internas, estaba erigida sobre una mano de obra esclava esclavizada de la que recibía toda su forma y toda su sustancia.
En la Atenas del siglo V había entre 80 y 100 mil esclavos para entre unos 30 o 40 mil ciudadanos
La principal diferencia de Roma respecto de Grecia es que Roma nunca conoció el equivalente de las sacudidas del gobierno de los tiranos Griegos que rompieron el predominio de la aristocracia y condujeron a una posterior democratización de la ciudad basada en una firme agricultura de pequeños y medianos propietarios. En Roma, una nobleza hereditaria mantuvo intacto su poder por medio de una constitución civil extremadamente compleja. En la república romana nunca tuvo lugar una reforma agraria duradera o sustancial. Una de sus consecuencias fue el surgimiento de los proletarii, ciudadanos sin propiedades cuyo único servicio al estado consistía en tener hijos que se concentraron en las ciudades y se "controlaban" mediante las famosas distribuciones publicas de granos.
Estas diferencias fueron fundamentales a la hora de poder constituir imperios.
La democracia ateniense implicaba, por un lado el rechazo de la división entre estado y sociedad capaz de permitir la constitución de una burocracia imperial, y por el otro, una dificultad insuperable para conseguir una integración institucional de sus aliados en un sistema político unificado.
La polis griega era territorialmente inelástica e incapaz de extenderse sin perder su propia identidad.
Roma, en cambio, fue capaz de integrar a sus aliados en su propio sistema político. Su carácter aristocrático permitía la "representación", cosa imposible en Grecia. Esto hizo posible la extensión de la ciudadanía romana a las clases dirigentes de las ciudades aliadas
Correlativamente, su innovación decisiva para su expansión económica consistió en la introducción de los grandes latifundios esclavistas.
La república romana fue la primera que unió a la gran propiedad agraria el trabajo de esclavos en el campo, a gran escala.
De ese modo, Roma desplegó en toda su dimensión, por primera vez, todas las potencialidades del modo de producción esclavista. El militarismo depredador de la república fue la principal palanca de acumulación económica.
La matriz primigenia del ciudad-estado fue la estrecha franja del litoral y el mar, y Grecia nunca la abandonó.
Con Roma, la Antigüedad clásica se enfrentó a grandes extensiones del interior desprovistas de una previa civilización urbana. Fue la ciudad-estado romana que había desarrollado el latifundio esclavista la que pudo realizar esa tarea. Y esa fue la diferencia entre occidente y oriente bajo el imperio romano, pues del lado oriental Roma no introdujo la esclavitud agraria en gran escala sino que dejaron intactos los sistemas de trabajo ya existentes y los nuevos esclavos conquistados en esa parte del mundo fueron para occidente.
En cuanto a aspectos jurídicos, así como "Grecia fue la primera en desprender el polo absoluto de la libertad del continuo político de condiciones y derechos relativos que siempre había predominado antes de ella, Roma fue la primera en separar el color puro de la propiedad del espectro económico de la posesión opaca e indeterminada que la había precedido" (Perry Anderson, "Transiciones de la antigüedad al feudalismo", Siglo XXI, página 63) (subrayado mío)
Los límites que implicaba el modo de producción esclavista radican básicamente en que dicho modo no disponía de ningún mecanismo natural e interno de autoreproducción.
Los prisioneros de guerra representaron siempre la principal fuente de trabajo servil en la Antigüedad.
Llegó un momento en que la república romana había saqueado todo el Mediterráneo y encontró obstáculos para la expansión de sus fronteras hacia el interior continental y bárbaro.
El precio de los esclavos comenzó a subir. Comenzaron los intentos de crianza de esclavos, pero este recurso no pudo contrarrestar el efecto del cierre de las fronteras.
Y ya era tarde para que alguien pensara en la productividad del trabajo, es decir, en el desarrollo tecnológico.
Para la enfermedad del campo no había solución urbana: ni la industria ni el comercio pudieron acumular nunca un volumen de capital o de experiencia que permitiera superar los límites establecidos por el sistema económico de la antigüedad. Incluso el carácter del propio aparato del estado romano fue un obstáculo para el desarrollo de empresas comerciales en la medida en que concentro en si el único sector manufacturero verdaderamente importante, sustrayéndolo del intercambio mercantil.
El golpe final lo dieron las invasiones bárbaras, las que junto al descalabro económico, y la desaparición del legado jurídico romano, trajeron el retorno del peso de un campesinado libre.
Finalmente, la expansión islámica en el Mediterráneo, a principios del siglo VII paralizó el comercio y bloqueo a Europa occidental en un aislamiento rural que duraría siglos.
El feudalismo es la síntesis que resulto de la combinación de estos factores.
Aquí importa subrayar la continuidad institucional de la Iglesia Católica, la única institución que abarcó todo el periodo de transición de la Antigüedad a la Edad Media en una esencial continuidad. Como dice P. Anderson, "La iglesia, extraño objeto histórico por excelencia, cuya peculiar temporalidad nunca ha coincidido con la de una simple secuencia de un sistema económico o político a otro" (ídem, paginas 130/1).
En la Antigüedad tardía fue uno de los factores que colaboró al debilitamiento del sistema imperial romano al agregar su cuota al peso parasitario de las burocracias que agotaron a la economía y sociedad romanas.
Pero también fue esa Iglesia el ámbito movedizo de los primeros síntomas de liberación de la técnica y de la cultura de los límites de un mundo construido sobre la esclavitud, esto a pesar de que la Iglesia fue una propietaria institucional de esclavos y que los Padres de la Iglesia, desde Pablo hasta Jerónimo, aceptaron unánimemente la esclavitud.
Pero la Iglesia implicó una modificación de las relaciones entre el hombre y la naturaleza, entre el espíritu y el mundo de la carne. En el desarrollo del monaquismo, el trabajo intelectual y manual quedaron unidos al servicio de Dios.
Fue también la Iglesia el motor del desarrollo del latín entre la población y de las correspondientes homogeinizaciones idiomáticas, como efecto de su tarea evangelizadora.
En síntesis, como dice P. Anderson " la civilización de la antigüedad clásica se definía por el desarrollo de unas superestructuras de una sofisticación y complejidad sin igual, situadas sobre unas infraestructuras materiales de una tosquedad y simplicidad relativamente invariables: en el mundo grecorromano siempre existió una dramática desproporción entre la bóveda del cielo intelectual y político y la estrechez del suelo económico" (ídem, página 136).
Cuando llegó el colapso nada era menos obvio que la idea de que su legado superestructural pudiera sobrevivirle. La Iglesia cumplió objetivamente esa función de vasija contenedora.
Fue la duración de la Iglesia la que le otorgó su poder diferido a la cultura antigua.
"La Iglesia fue el puente indispensable entre dos épocas en una transición catastrófica y no acumulativa entre dos modos de producción" (ídem).
Notas
[x] Clase escrita en 1997/8 para el seminario psicoanálisis y ciencia
(1) Ver "La ecuación de los sujetos", lectura y comentario del segundo capítulo, "El doctrinal de ciencia", de "La obra clara", de Jean Claude Milner