Michel Sauval - Psicoanalista Jacques Lacan, Seminario "Lógica del fantasma", Lectura y comentarios de Michel Sauval

Sesión del 11 de enero de 1967
"El Inconsciente y el Ello"

Notas de lectura y comentarios
La ubicación de las citas es indicada con paginación de la edición Paidós

Cogito y Alienación

1 - Cogito y negación

Lacan retoma la operación de alienación, definida como una elección forzada, una alternativa que concluye en una falta esencial, a partir de la transformación del cogito en "o yo no pienso o yo no soy".
Dicha formulación resulta de la aplicación de las leyes de De Morgan (1) a la negación de la conjunción inicial "yo pienso y yo soy"
.
Estas son las operaciones de la lógica proposicional que vimos en sesiones previas (donde p= "yo pienso" y q= "yo soy":

Conjunción
Conjunción negada
Ley de dualidad (De Morgan)
Alienación

( p Ù q )

Ø ( p Ù q )

Ø ( p Ù q ) « ( Ø p Ú Ø q )
Ø ( p Ú q ) « ( Ø p Ù Ø q )

( Ø p Ú Ø q )

Pero en esta sesión, Lacan va a utilizar las operaciones de la teoría de conjuntos, en cuyo caso, la ley de dualidad la escribimos de este modo:

Ø ( A Ç B ) = (Ø A È Ø B ) : la negación de la intersección es igual a la reunión de las negaciones
Ø ( A È B ) = ( Ø A Ç Ø B ) : la negación de la reunión es igual a la intersección de las negaciones

La secuencia de operaciones entonces es la siguiente.
La conjunción de partida pasa a ser, en teoría de conjuntos, la intersección
Y la negación de esa intersección, , por la ley de dualidad, es equivalente a la reunión de las negaciones

Los siguientes gráficos de Venn ilustran las operaciones y donde recae, finalmente la negación

La parte gris es la que corresponde a
la intersección de A y B --- A ∪B


La parte gris es la que corresponde a
la unión de A y B --- A ∩ B



La parte gris es la que corresponde a
la negación de A


La parte gris es la que corresponde a
la negación de B



La parte blanca es lo que queda excluido de la reunión de las negaciones de A y B


Al pasar de una conjunción / intersección a una disyunción / reunión, la negación pasa de la conectiva a los términos.

El resultado de la reunión de las negaciones de A y de B, no es equivalente a la suma o adición de sus componentes - como sería el caso de la reunión de los términos sin negación - sino que implica una parte excluida de cada conjunto, “el complemento de la unión entre las dos negaciones” (94), que corresponde "propiamente hablando, a lo que está negado" (94).

Esto significa que la negación de cada uno de los conjuntos es igual al otro conjunto (completo) menos la intersección negada.
Es decir, "no B" es igual a A (completo) menos la parte excluida: "no B" = A - "la parte excluida"

Lacan prefiere pasar de la tentativa de literalización del manejo de la lógica proposicional al "plano de lo que llega al fundamento de la formulación del desarrollo matemático, a saber, la teoría de los conjuntos" (95), porque la noción misma de conjunto se funda en la posibilidad del conjunto vacío (2), y ese es el lugar "donde queda congelado" y "donde se asegura, de un modo velado, la existencia del sujeto de la enunciación" (95).

Con la transformación de la ley de dualidad de De Morgan, en toda fórmula donde tengamos un conjunto, el conjunto vacío, el signo de la unión y el de la intersección, si los intercambiamos por pares (conjunto vacío por conjunto, conjunto por conjunto vacío, unión por intersección e intersección por unión) “se conserva el valor de verdad que pudo establecerse en la fórmula inicial” (95)

El punto es que al negar la intersección de dos conjuntos que no tuvieran otro elemento en común más que el conjunto vacío lo que hago es negar el conjunto vacío mismo. Haciendo valer los dos términos de la negación en francés, "ne …. pas" (que no existe en castellano), Lacan subraya que "este conjunto vacío, en tanto que representando al sujeto de la enunciación, nos fuerza a tomar, bajo un valor que debe examinarse, la función de la negación" (96).

La serie de posibilidades que resultan de la ambigüedad para, por ejemplo, "yo no deseo", es ilustrativa:
- un yo no deseo transitivo (hay algo que yo no deseo)
- o no soy yo el que desea
- o no es verdadero que yo desee (que el deseo, sea o mio o no, no tiene nada que ver).

Veremos que en el caso del cogito, la negación no caerá ni sobre el pensar ni sobre el ser, sino sobre el "je" común a ambos.
Y en consecuencia,
Lacan terminará positivizando los términos en juego con relación al "pensar" y al "ser".
Como no-p es equivalente a q menos la intersección, y no-q es equivalente a p menos la intersección, si p y q son pienso y soy, resulta que cuando no pienso, esto es equivalente al "ser" menos el "je", y cuando no soy, esto es equivalente al "pienso" sin el "je". Por lo tanto, el ser que soy, cuando no pienso, es un ser positivizado, mochado del je : un ser acéfalo (no-A, es decir B menos "pas je"). Y el pensar que pienso cuando no soy (no-B, es decir A menos "pas je"), es un pensar positivizado, mochado del je : un pensar acéfalo.

Tenemos los conjuntos "yo pienso" y "yo soy", cuya intersección seria el ego ("yo").

Si negamos la intersección de esos dos conjuntos, por la ley de dualidad, eso equivale a la reunión de la negación de cada conjunto, es decir, la reunión de "no A" y "no B".
Y, como señalamos más arriba,"no A" = B - "la parte excluida" y "no B"= A - "la parte excluida"

Así quedan definidos, y articulados, de un modo nuevo, "Ello" e "Inconsciente".
El "inconsciente" es un pensar positivizado, pero acéfalo. Y el "ello" es un ser positivizado, pero también acéfalo.

2 - El rechazo de la cuestión del ser

Toda la reflexión de occidente es movida por la relación entre el pensamiento y el ser, cuyas bases nos proporciona Parménides con su sentencia "la misma cosa son el pensamiento y el ser" ("to auto noein kai einai") (3) .
Para Aristóteles, la prioridad está dada a la cosa existente, de la que el espíritu debe extraer las propiedades, de un modo clasificatorio. La cosa es el hypokeimenon del que se trata de saber qué predicados le convienen y cuáles no. En ese sentido, todo conocimiento es relativo a un género y solo la analogía permitiría pasar de uno a otro. A pesar de la fuerza analítica del saber clasificatorio, el mismo no posee en si mismo la más mínima unidad. Las propiedades son tomadas de las cosas. Entre el hombre y el mundo no hay intermediarios.

A esta relación del pensar y el ser, el cogito de Descartes "sustituye pura y simplemente la instauración del ser del yo" (98)
Para Descartes, si queremos que el saber sea otra cosa que el apilamiento de opiniones verosímiles, debe encontrar su principio, no en el ser indefinidamente variable de las cosas, sino en la unidad del sujeto que, más bien lo inventa más que descubrirlo. La univocidad del saber que deriva de la primacía de las matemáticas obliga a Dios a obedecer a esas leyes que, por eso mismo, pasan a compartir la eternidad de Dios (sin por ello debérsela). Dios hace lo que quiere, pero ya no puede querer lo que hace ya que lo que hace está impuesto por la racionalidad matemática, su nueva compañía, en y por la eternidad. La principal fuente de error es considerar que las ideas que están en mí son similares o conformes a las cosas que están fuera de mí. Así como el ego alcanza su certeza del hecho mismo de pensar más allá de todo pensamiento singular, de todo pensamiento de algo, del mismo modo, con la idea de Dios, se alcanza un grado cero de la idea, una representación que anuncia que un referente excede al orden de la representación. El ego no puede saber nada del sensible, solo pensamientos. No hay acceso a la realidad del mundo, solo queda la vía indirecta: Dios.

Este "rechazo de la pregunta del ser" (del ser de las cosas), engendra la ciencia. Justamente, las condiciones de la ciencia moderna coinciden con las condiciones de la creación divina. Dios creador operó la codificación que introduce las figuras de Descartes en lo sensible. Pero Dios no puede ser confundido con esas figuras. Ese conjunto de figuras debe ser unívoco, y diferente de Dios (que, en algún momento, debe ser reconocido como equívoco).

El cogito zanja la paradoja que introduce el recurso a la fórmula morganiana, que puede formularse de este modo : ¿hay un ser del "je" fuera del discurso? (98)
En el cogito, el único ser que hay se sostiene del "ergo sum" - donde las comillas que lo rodean hacen de él un "ergo sum" cogitado - que se presenta para Descartes, como "un ergo de necesidad" (99).
El ergo sum no es mas que el rechazo del duro camino del pensar al ser, y del saber que debe recorrerlo. Este ergo sum toma el atajo de ser "aquel que piensa", un "yo pienso" como puro "piensa-ser".

El ser de este ergo sum implica que no soy salvo que la cuestión del ser sea eludida, pues solo soy ahí donde necesariamente soy para poder decirlo, mejor dicho, para hacérselo decir al Otro.
Esa es la marcha que podemos seguir en Descartes, y que tiene el mismo perfil que el del razonamiento por recurrencia:.
Esta dimensión del Otro es esencial pues constituye el límite de lo que puede definirse como el conjunto vacío que constituye el "yo soy".
El "yo pienso" lo argumento con el Otro, vía por la cual se produce el vaciamiento del "yo soy". El "yo soy" es lo que el Otro me devuelve por el "yo pienso" que le ofrezco.
"Je", en tanto "yo soy" se constituye de no contener elemento alguno. "'No soy' significa que no hay en este conjunto elemento que exista bajo el término de yo (“je”) " (99).

La fórmula de Descartes “Ego sum sive ego cogito”, “soy, es decir, pienso” indica que “el Pienso no es más que un ropaje similar al Soy” (99). Este rechazo del ser implica que la alienación no significa que estemos tomados en el Otro, sino que está esencialmente fundada en el rechazo del Otro, en tanto este Otro es lo que vino a ocupar el lugar de la interrogación sobre el ser que el cogito viene a limitar. “Sum ergo Deus“ (101) es la prolongación del cogito. La operación deja por entero a cargo del Otro - el cual no se asegura sino de la instauración de un ser como ser del "je" - la cuestión de las verdades eternas.

3 - Elección forzada.

El cogito como operación mental tiene la misma estructura que la forclusión (rechazo del ser del "pienso"). La ciencia moderna, que sería el retorno en lo real de esta primera forclusión, requiere para constituirse, de una segunda forclusión, la de ese Otro que el cogito hizo surgir. A partir del momento en que el "yo", como instauración del ser, fue elegido, ya no nos quedan mas opciones: es hacia el "yo no pienso" que debemos dirigirnos, pues esta instauración del "yo" como puro y único fundamento del ser es precisamente lo que pone un término, un punto final, a toda interrogación sobre el pensamiento del ser.
Es respecto de esta elección forzada del "yo no pienso" donde debemos interrogarnos respecto de la pérdida resultante de dicha elección.
Y es en ese sentido que importa comprender que la negación no recae sobre el "ser" sino sobre el "yo" mismo en tanto que fundado en este "no soy" (103)

El descubrimiento Freudiano se produce en el interior de los efectos de este franqueamiento. Freud se mantiene en la línea de este corte por el cual la pregunta que el pensamiento le dirigía al ser es sustituida, bajo el modo de un rechazo, por la sola afirmación del ser del "je". El "denken" (pensamientos) de Freud en sus "Formulaciones sobre los dos principios del acontecer psíquico" (4) no es otra cosa que "el franqueamiento (la facilitación) que siempre hay que hacer con la mínima investidura" (103) y que permite trazar en lo real la vía hacia la satisfacción. Nada en la interrogación freudiana viene a reanimar el pensamiento del ser "mas allá del límite que ha fijado el cogito" (100).

Es en relación a esto que toma sentido lo que Freud trae tanto en relación al Inconsciente como al Ello.

 

Fantasma y Ello

1 - Fantasma y Ello

Conexa a la elección del "yo no pienso", algo surge cuya esencia es ser "no yo" ("pas je"), en el lugar mismo del ego, de la intersección del "yo pienso" al "yo soy".
Este "no yo" es lo que Freud nos trae al nivel del segundo paso de su pensamiento, la segunda tópica, como siendo el "Ello" (103).
Lacan señala que hasta ahora, en particular las veces que hizo referencia al aforismo freudiano del “Wo Es war…”(5) , no ha podido hacer sentir donde yace la esencia de ese "no yo" que constituye al “Ello”. El error en que caen infaliblemente quienes quedan atrapados en los senderos psicológicos, herederos de la tradición de la filosofía antigua, es hacer del alma, o de la psique, "algo que es".
Pero este Ello, en esa extraña positividad que toma por ser el "no" de ese "yo" que por esencia "no soy", es preciso saber de qué extraño complemento puede tratarse en ese "no yo" (103).

El "Ello" es, en el discurso, en tanto estructura lógica, todo lo que no es "yo", todo el resto de la estructura lógica, es decir, "gramatical" (104).

2 - Un niño es pegado

El fantasma, soporte de lo que se trata en la pulsión, se expresa en la fórmula "un niño es pegado" ("Ein Kind wird geschlagen") (6), cuya estructura no podría ser redoblada o explicada por ningún metalenguaje, simplemente "se muestra" (104).
En dicho texto, basado en el análisis exhaustivo de 6 casos (principalmente de neurosis obsesiva), y otra cantidad de casos más en general, lo primero que señala Freud es que, aunque “a esa fantasía se anudan sentimientos placenteros en virtud de los cuales se sigue reproduciendo" y que "en el ápice de la situación representada se abre paso casi regularmente una satisfacción onanista (…) la confesión de esta fantasía solo sobreviene con titubeos, el recuerdo de su primera aparición es inseguro, una inequívoca resistencia sale al paso de su tratamiento analítico y la vergüenza y el sentimiento de culpa se movilizan con mayor vigor en este caso que a raíz de parecidas comunicaciones sobre los comienzos recordados de la vida sexual(7).
Como señala Lacan, “no es lo mismo jugar mentalmente con el fantasma que hablar de él(8). Llegar a la primera fase presentó mayor dificultad que el acceso a recuerdos sexuales infantiles en otros casos, como por ejemplo el de Emma, de la descripción del "proton pseudos" histérica y sus escenas infantiles con el pastelero que le pellizcó los genitales a través del vestido. Llegar a ese recuerdo sexual infantil, a pesar de estar reprimido, no presenta la misma dificultad que hablar y reconstruir estas fantasías.

Recordemos que Freud ordena el resultado del análisis de la fantasía en tres fases, en un orden histórico que, obviamente, es inverso al de presentación en el análisis. .
La llamada primera fase de la fantasía ocurre en la primera infancia. Se formula mediante el enunciado "el padre pega al niño”, que se podrá completar de la forma “el padre pega al niño que odio”. Freud aclara que llegar a este punto es una mezcla de recuerdo y fantasía. No se trata solo de un recuerdo de un hecho factico. No es que el padre le pega a un niño en una situación fortuita, ajena al sujeto. Por eso no es solo recuerdo, tiene la estructura de fantasía en el sentido de la implicación de la escena y el fantaseador.

La tercera fase es la que se presenta inicialmente en el análisis. Tiene el texto conocido por la comunicación de los pacientes, “un niño es pegado”, pero la persona que pega nunca es el padre: o se la deja indeterminada o es investida por un subrogante del padre. La persona propia del fantaseador ya no sale a la luz en la fantasía, es solo un observador distante. Los golpeados suelen ser varoncitos pero no son familiares. Y "la fantasía es ahora la portadora de una excitación intensa, inequívocamente sexual, y como tal procura la satisfacción onanista(9).

La fase más interesante es la intermedia a estas dos, donde el fantaseador pasa a ser el niño pegado y “la fantasía  se ha teñido de placer en alto grado”. El texto seria: “yo soy azotado por el padre” y tiene un indudable carácter masoquista.
"Esta segunda fase es, de todas, la más importante y grávida de consecuencias; pero en cierto sentido puede decirse de ella que nunca ha tenido una existencia real. En ningún caso es recordada, nunca ha llegado a devenir consciente. Se trata de una construcción del análisis, mas no por ello es menos necesaria(10) (subrayado mío). Nunca tuvo existencia real, no hay recuerdo, no hay novela, no se cuenta, nunca devino consciente - es decir, nunca llegó al orden de la representación, como ocurre en la primera fase, donde hay mensaje, comunicación. No es recordada, no hay manera de subjetiva esa fase.

El ordenamiento que hace Lacan en la sesión del 16 de enero de 1957 (titulada en las ediciones oficiales como "Pegan a un niño y la joven homosexual") (11) aunque se basa en la lógica del esquema Lambda y la palabra plena, no deja de presentarnos la estructura del fantasma.
En lo que se presenta como primera fase, el sujeto organiza una situación primitiva dramática a partir del punto en que se encuentra en su análisis. La situación fantasmática tiene tres personajes: el agente del castigo, el que lo sufre, y el sujeto. Hay una relación del sujeto con los otros dos, relacionados a su vez entre ellos en virtud de un elemento centrado en el sujeto. “El sujeto está presente en la situación como quien debe presenciar lo que ocurre para hacerle saber que se le da algo, el privilegio de la preferencia, la prelación”. El ha de creer o inferir algo de determinado comportamiento que afecta al objeto segundo. Este último es tomado como instrumento de la comunicación entre los dos sujetos. “A fin de cuentas, es una comunicación de amor, porque si se le declara a él, el sujeto central, lo que recibe, o sea la expresión de su anhelo, de su deseo de ser preferido o amado, es a expensas del segundo(12).

La introducción del segundo sujeto es necesaria. “Nos encontramos ante una estructura intersubjetiva plena, en el sentido que se establece con el franqueamiento consumado de una palabra. La cuestión no es que la cosa haya sido dicha, sino que la situación ternaria instaurada en el fantasma primitivo lleva en sí misma la marca de la estructura intersubjetiva que constituye toda palabra consumada(13). Esta etapa está preñada de todas las virtualidades. Ni era sexual, ni especialmente sádica, sino que contenía estos caracteres en potencia. Freud lo señala así también, refiriendo a la profecía que las tres brujas hicieron a Banquo: “No indudablemente sexual, no sádico tampoco, pero sí el material desde el cual ambas cosas están destinadas a nacer después(14).

“La precipitación en uno u otro sentido, pero conservando la ambigüedad, se produce en la segunda etapa(15). La segunda fase es dual, con toda la problemática que suscita en el plano libidinal. Encontramos, en su relación con el otro, “ese o bien o bien fundamental de la relación dual(16). Pero esta etapa, hay que reconstruirla, de tan fugaz que es. Se precipita rápidamente hacia la tercera etapa.

Tras la reducción de la primera situación subjetiva, con su tensión temporal y el paso a la situación segunda, dual y recíproca, se llega a la situación desubjetivada que es la del fantasma terminal, a saber, “un niño es pegado”.
En ese “pegan” impersonal, se encuentra vagamente la función paterna, pero en general el padre no es reconocible, se trata de un sustituto. Lo que queda es una desubjetivización radical de toda la estructura en la cual “el sujeto está reducido únicamente al estado de espectador o tan solo de ojo, es decir lo que caracteriza siempre el límite al llegar a la última reducción a toda clase de objeto. Para verlo es preciso no siempre un sujeto pero si al menos un ojo que puede ser únicamente una pantalla sobre la que se instituye el sujeto(17).
La relación imaginaria se inscribe entre los máximos a-a’ de la relación mas o menos marcada por la especularidad y la reciprocidad entre el yo y el otro. Pero aquí nos encontramos ante un elemento situado en la línea S-A, a saber una palabra inconsciente, que ha habido que encontrar mediante todos los artificios de la transferencia. Puede ser tanto esta – “mi padre al pegar a un niño a quien yo odio, me manifiesta su amor”, como esta otra “mi padre pega a un niño por miedo a que yo crea que no soy su preferido”, o cualquier otra fórmula que destaque como sea alguno de los acentos de esta relación dramática. "Esto que está excluido, que no está presente en la neurosis, pero que se manifiesta indirectamente en todos sus síntomas constitutivos, se encuentra en un elemento del cuadro clínico, que es el fantasma" (18).

El fantasma perverso tiene una propiedad que ahora podemos aislar.“Hay aquí como una reducción simbólica que ha eliminado progresivamente toda la estructura subjetiva de la situación para dejar subsistir solo un residuo, completamente desubjetivado y a fin de cuentas enigmático, porque conserva toda la carga - pero una carga no revelada, sin constituir, no asumida por el sujeto – de lo que en el Otro constituye la estructura articulada en la cual el sujeto está implicado. En el fantasma perverso, todos los elementos están presentes, pero todo lo que es significación, o sea la relación intersubjetiva, se ha perdido. Lo que podemos llamar los significantes en estado puro se mantienen sin la relación intersubjetiva, vaciados de su sujeto. Lo que aquí se indica en el sentido de una relación estructurante fundamental de la historia del sujeto en el plano de la perversión, al mismo tiempo se mantiene, está incluido, pero bajo la forma de un puro signo” subrayado mio) (19).

A semejanza de lo que pasa con el fetiche, "se trata de la imagen como último testimonio privilegiado de algo que, en el inconsciente, debe ser articulado, y vuelto a poner en juego en la dialéctica de la transferencia, o sea que debe recobrar sus dimensiones en el interior del diálogo analítico(20).

En suma, no hay "physis" que pueda dar cuenta que "un niño.... sea pegado" (104).
La pulsión es "montaje gramatical, cuyas inversiones, reversiones, complejizaciones no se ordenan de otro modo que en la aplicación de diversas inversiones (Verkehrung), de negaciones parciales y elegidas" (104).
No hay otra manera de hacer funcionar la relación del "je" en tanto que "ser en el mundo" que pasando por esta estructura gramatical que es la esencia del Ello, del Ello en tanto que no es "je".
El "je" como tal está excluido del fantasma. Como lo hemos visto en el ejemplo de "un niño es pegado", solo aparece como sujeto "en la reconstrucción significante de la interpretación", en la “Bedeutung” que vamos a dar, a saber, que “en algún momento ha de ser él, el sujeto, quien es pegado” (104). Pero eso nunca es confesado en el enunciado del fantasma.

Tenemos una línea divisoria entre dos "complementos": el "yo" del "pega" ("bats"), “ese ser que es en tanto rechazo del ser”, y el "pas je" donde bascula, con lo que queda como articulación del pensamiento que es “la estructura gramatical de la frase” (105).

Notas

(1) Como lo señalamos anteriormente, las "leyes de De Morgan" es el nombre que reciben leyes, tanto del álgebra de proposiciones como del álgebra de clases.
Si se trata del álgebra de proposiciones, de lo que se trata es de "conectivas" entre proposiciones, siendo la "conjunción" y la "disyunción", dos tipos diferentes de conectivas.
En cambio si se trata del álgebra de clases, la teoría de conjuntos, las operaciones serán "reunión", "intersección", "pertenece", "no pertenece", etc.

(2) El axioma del conjunto vacío (CV) es el único axioma de la teoría de conjuntos de Zermelo-Fraenkel (ZF) y de la teoría de Von Neumann-Bernays-Gödel (NBG) que postula directamente la existencia de un conjunto, junto con el axioma del infinito (este último hace innecesario CV, pues postula también la existencia de )

(3) Parménides, “Poema

(4) Sigmund Freud, "Formulaciones sobre los dos principios del acaecer psíquico" ("Formulierungen über die zwei Prinzipien des psychischen Geschehens") (1911), Obras Completas Amorrortu, Tomo XII, página 226

(5) Sigmund Freud, 31° Conferencia de "Nuevas conferencias de introducción al psicoanálisis", Obras Completas, Editorial Amorrortu, Tomo XXII, página 74

(6) Sigmund Freud, "Un niño es pegado", Obras Completas, Editorial Amorrortu, Tomo XVII.

(7) Idem, página 177

(8) Jacques Lacan, El Seminario Libro IV, "La relación de objeto", Editorial Paidós, página 117

(9) Sigmund Freud, "Un niño es pegado", Obras Completas, Editorial Amorrortu, Tomo XVII, página 183

(10) Idem

(11) Jacques Lacan, El Seminario Libro IV, "La relación de objeto", Editorial Paidós

(12) Idem, página 118

(13) Idem, página 119

(14) Sigmund Freud, "Un niño es pegado", Obras Completas, Editorial Amorrortu, Tomo XVII, página 184

(15) Jacques Lacan, El Seminario Libro IV, "La relación de objeto", Editorial Paidós, página 119

(16) Idem, página 120

(17) Idem

(18) Idem

(19) Idem, página 121

(20) Idem, página 122

(21) Idem

(22) Idem, página 121

(23) Idem, página 122

 

 

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