Michel Sauval - Psicoanalista Jacques Lacan, Seminario "La angustia", Lectura y comentarios de Michel Sauval

Notas y comentarios
Sesión del 26 de junio de 1963

Deseo del obsesivo

Esta sesión retoma el cuadro de doble entrada presentado en la primera sesión del seminario, y donde marcó el decalaje de los tres términos freudianos - inhibición, síntoma y angustia - y alrededor de los cuales puntuó cierto número de momentos, definidos con términos que, según el propio Lacan, conservaban cierta incompletud y comportaban cierta suspensión de enigma (1).

Inhibición
Impedimento
Embarazo
Emoción
Síntoma
Pasaje al acto
"Émoi"
Acting-oug
Angustia

Por ejemplo, la distinción entre "émotion" y "émoi", cuyas primeras referencias, y consiguientes problemas de traducción, ya se desarrollaron, en esa primera sesión, al recorrer el eje del "movimiento" (ver notas y comentarios).
La "emoción" sería "moción fuera", movimiento fuera del campo organizado o adaptado a la acción motriz.
El "émoi" (turbación/conmoción) (2), también implica un poner "fuera de" algo, tal como lo indica la referencia etimológica de "esmaier", donde "maier" remite a la raíz germánica "mogen, magan".
Pero este "fuera de" es un fuera del principio de poder y, siguiendo las formas que ha adquirido en el francés, podría ser un "fuera de mi, fuera de si" (3).

Lo que la fenomenología del obsesivo ilustra inmediatamente y de un modo sensible es que el "émoi", en la correlación señalada en ese cuadro, es el objeto a mismo (4).

Cesión del objeto

Lo que distingue la angustia es que es sin causa pero no sin objeto. Y no solamente no es sin objeto sino que "designa el objeto más profundo, el objeto último, la cosa" (5). Y es en ese sentido que es lo que no engaña.

La angustia, al tiempo que está ligada al "émoi", no depende de él sino que, al contrario, lo determina.
La angustia se encuentra suspendida entre la forma anterior de la relación con la causa, el "¿qué hay?" que va a formularse como causa.
"El embarazo es algo que, a esta causa, no puede sostenerla, puesto que, primitivamente, esta causa es la angustia la que literalmente la produce" (6)

En la confrontación del hombre de los lobos con su sueño repetitivo mayor, se produce algo, que nunca accede a su consciencia, pero que es reconstruido como un eslabón fundamental de toda la determinación ulterior: el "émoi" anal y su producto.
Esa es la forma primera, a nivel del obsesivo, en que interviene la emergencia del objeto a. La función de ese objeto, respecto del sujeto, radica en que, en esa confrontación radical, traumática, el sujeto "cede" a la situación.
No es que el sujeto vacile, ni que se doblegue. "Lo que da su verdadero sentido a este "cede" del sujeto es literalmente una "cesión"" (7) .
Este carácter de objeto cesible es uno de los caracteres del objeto a, es un carácter que marca todas las formas del objeto a.
Todos los puntos de fijación de la libido se dan alrededor de alguno de esos momentos que la naturaleza ofrece a esta estructura eventual de "cesión subjetiva" (8).

El momento decisivo en la angustia del destete no es cuando el seno falta a su necesidad sino cuando el niño "cede" ese seno, del que "pende como de una parte de él mismo" (9). El seno forma parte del individuo lactante. Que ese seno, él pueda tomarlo o soltarlo, es ahí que se produce ese momento de sorpresa más primitivo, aquél donde, por primera vez pasa el reflejo de algo en relación con ese abandono de ese órgano, algo que da su porte, su raíz a lo que en otro registro se ha denominado "derelicción" (10).

En la posibilidad del reemplazo del objeto natural por un objeto mecánico o cualquier otro objeto que se pueda encontrar, sea la nodriza, sea lo que el progreso de la cultura ha fabricado, el biberón, encontramos objetos cesibles que pueden ser los equivalentes.

Objeto transicional

A esto podemos asociar la función del objeto que Winnicott ha percibido y llamado "transicional" (11)
De lo que se trata en la relación del sujeto con el soporte que encuentra en ese objeto, es que "allí él se conforta en su función de sujeto totalmente original, la de esa posición de caída por relación a la confrontación significante" (12).

Lacan subraya que no habría ahí investimento de a, sino investidura.
La noción de "investidura" se refiere al investimento (término correspondiente desde el punto de vista económico) y a la calidad con la que se adorna el yo; también se refiere a la "prenda" que se pone para una función determinada, como la túnica del juez o el cardenal morado, investidura que como prenda instala al sujeto en una función particular con exclusión de cualquier otra..

El a es aquí suplente del sujeto, "es la relación de a sobre alguna cosa que, secundariamente reaparece tras esa desaparición:

objeto a
--------------
alguna cosa

"ese sujeto mítico primitivo, que es puesto al comienzo como teniendo que constituirse en la confrontación al Otro - pero que no atrapamos jamás- es porque el objeto a lo ha precedido y porque está él mismo marcado por esta primitiva sustitución, que tiene que volver a emerger más allá" (13)
La función del objeto cesible como pedazo separable, vehicula primitivamente algo de la identidad del cuerpo que antecede respecto del cuerpo mismo en cuanto a la constitución del sujeto.

Fabricación de objetos

Esto lo lleva a Lacan a hacer un paréntesis, abordando las preguntas que plantean, tanto el tema de los trasplantes de órganos, como el tema del mantenimiento (¿en vida?) de cuerpos en estado vegetativo, con respiración asistida, y sin respuesta cerebral.
¿Qué cosas implicaría trasplantar órganos de sujetos en esos estados?. En algún sentido surge la pregunta por la esencialidad de la persona, saber si el sujeto es un alma o un cuerpo. Lacan señala, respecto de las posiciones que identifican la persona con alguna cosa inmortal que se llamaría alma, su carácter contrario con la tradición platónica, para la cual no podría haber otra resurrección que la del cuerpo.

Más allá de estos avances tecnológicos, conocemos fabulaciones visionarias como la idea de hacer pasar la condición de ser vivo a un autómata, que encontramos en Copelius, el personaje de Hoffmann en "El hombre de la arena" (14), el que vacía las órbitas y va a buscar, hasta en su raíz lo que es el objeto en alguna parte esencial, para presentarse como el más allá más angustiante del deseo que lo constituye: el ojo mismo (ver notas y comentarios de la sesión del 5 de diciembre 1962) .

Lacan también asocia la condición de objetos cesibles, en relación a la voz, bajo la forma de discos o cintas, o bien respecto a la imagen, bajo la forma de fotografías o dibujos, en una época en que todavía no podía imaginar que la sonoridad o lo visual pudieran mudar su soporte a prótesis directas sobre los órganos (como son los auriculares, o los cascos virtuales) con su conexión inalámbrica a todo tipo de registros visuales y sonoros (15).

Cerrando este paréntesis, y volviendo a la cuestión de la cesión, es en esta función de objeto cesible que el objeto anal interviene en la función del deseo. No es ni fin ni objetivo del deseo, sino su causa. Es causa del deseo en tanto que "es algo no efectuado, que es ese tipo de efecto constituido sobre la función de la falta, que no aparece como efecto más que ahí donde se sitúa sola la noción de causa, es decir, a nivel de la cadena significante, donde este deseo es lo que le da esa coherencia, donde el sujeto se constituye esencialmente como metonimia" (16).

En su relación polar con la angustia, el deseo debe ser situado al nivel de la inhibición.

Inhibición, deseo y acto

En su análisis del cuadro (en la primera sesión del seminario), Lacan relaciona el síntoma a la inhibición por la vía del "impedimento", mediante la siguiente expresión (muy difundida): "estar impedido es un síntoma. Estar inhibido es un síntoma metido en el museo" (17)

Como vimos, el impedimento implica "la relación de una dimensión con algo que viene a interferirla y que, en aquello que nos interesa, impide, no la función (…) sino ciertamente al sujeto" (18).
Lacan ubica este "impedimento" en la misma columna que el síntoma al tiempo que lo asocia con "la captura narcisista", entendiendo por tal ese "círculo por el cual, con el mismo movimiento con el que el sujeto avanza hacia el goce, es decir, hacia lo que está más lejos de él, se encuentra con esa fractura íntima, tan cercana, al haberse dejado atrapar por el camino en su propia imagen, la imagen especular" (19). Esa fractura en la imagen especular es la que resulta del hecho que el falo "permanece investido autoeróticamente", es decir, no pasa a la imagen (ver notas y comentarios de la sesión del 28 de noviembre), y es la que "da su soporte y su material a esa articulación significante que, en el otro plano, simbólico, se llama castración" (20) (ver notas y comentarios de la sesión del 14 de noviembre).

En cuanto a la inhibición, la fórmula del "síntoma puesto en el museo" suele interpretarse en el sentido de una queja integrada al yo, es decir, similar a un rasgo de carácter, del estilo del "soy así". De hecho, un museo es un lugar donde se conserva y expone o exhibe, con propósitos de estudio, educación y deleite, colecciones de arte, científicas, etc., siempre con un valor cultural. Podríamos decir que, de un modo similar, el "inhibido" exhibe "lo que no puede". Pero en ese "dar a ver", él no lo ve, y por lo tanto queda excluido que pueda interrogarse al respecto. La inhibición, en esos términos, aparece fuera del alcance de cualquier posibilidad de interpretación.
Pero esto mismo señala también la vía que habilitaría el acceso: su actualización como síntoma, es decir, como conflicto.

Lacan señala que "en su relación polar con la angustia, el deseo hay que situarlo allí donde lo he puesto yo ante ustedes en correspondencia en esta matriz antigua, o sea, en el nivel de la inhibición. Por eso el deseo puede adquirir la función de lo que se llama una defensa" (21).

La inhibición queda definida como "la introducción en una función (…) de un deseo distinto de aquel que la función satisface naturalmente" (22). La inhibición es "el lugar donde, hablando con propiedad, el deseo se ejerce, y donde captamos una de las raíces de lo que el análisis designa como Urverdrängung" (23). En otros términos, siguiendo la indicación freudiana acerca de la erotización que testimonian las funciones que aparecen perturbadas, Lacan define la represión primordial como "la ocultación estructural del deseo detrás de la inhibición" (24).
De ahí la necesidad de agregar al par inhibición y deseo, la referencia al acto: "Cuando se trata de definir lo que es el acto, único correlato polar en el lugar de la angustia, lo único que podemos hacer es situarlo allí donde se encuentra en esta matriz, en el lugar de la inhibición" (25).
Para Lacan, solo podemos hablar de acto "cuando una acción tiene el carácter de una manifestación significante en la que se inscribe lo que se podría llamar el estado del deseo. Un acto es una acción en la medida en que en él se manifiesta el deseo mismo que habría estado destinado a inhibirlo" (26).

Aquí es donde el obsesivo ilustra especialmente el problema: "en él los deseos siempre se manifiestan en una dimensión cuya función he llegado a calificar hace un momento de defensiva" (27).
La incidencia del deseo en la inhibición merece ser llamada defensa "únicamente en tanto que ese efecto del deseo indicado de esta forma por la inhibición puede introducirse en una acción ya capturada por la introducción de otro deseo" (28).
Nos encontramos entonces con un deseo que se defiende de otro deseo, un movimiento de recurrencia del proceso del deseo - mediante el cual tiende a reconquistar sus etapas - movimiento "engendrado por el esfuerzo implícito de subjetivación" que ya está en los síntomas del obsesivo.

Lacan lleva esto al cuadro de la angustia reescribiendo los términos de las primeras fila y columna.

deseo
no poder
causa
no saber    
a
angustia

El deseo está en el lugar de la inhibición.
En el lugar del impedimento tenemos "no poder". Allí, el sujeto "está impedido de atenerse a su deseo de retener", y es lo que se manifiesta como compulsión en el obsesivo: "no puede retenerse", no puede impedirse, como se plantea en el ejemplo de las dudas respecto al objeto último, cuyo acceso implicaría el fin, en el pleno sentido de la palabra. Es decir, "la pérdida del sujeto en el camino en el que está siempre abierto a entrar por la vía del embarazo – el embarazo donde lo introduce como tal la cuestión de la causa, que es como entra en la transferencia" (29)

En el lugar de la emoción está el "no saber". La emoción es cuando el sujeto no sabe dónde responder.
Lo que el obsesivo busca en este proceso de recurrencias en el deseo es reencontrarse con "la causa auténtica de todo el proceso" (30)

El camino de retorno al objeto primero tiene su correlato de angustia. El deseo defensivo busca alejar este destino de retorno al objeto.
Esto se entiende solo si damos al deseo "su posición central en el deseo sexual, que se llama genital" (31). En el plano del deseo genital, la función del a se simboliza con el -.
"Este agujero central da su valor privilegiado a la angustia de castración, único nivel donde la angustia se produce en el lugar mismo de la falta de objeto" (32).
La introducción de otro deseo, por parte del obsesivo, busca proporcionar una posición excéntrica respecto al deseo genital, "se sitúa como suplencia de lo que es imposible suplir en otra parte, es decir, su lugar".

En relación a la causa, al objeto causa, las opciones son " no poder hacer algo con él, al igual que el no saber" (33).
El deseo del obsesivo "se sostiene recorriendo en círculo todas las posibilidades que determinan lo imposible en el nivel fálico y genital (…) sostiene su deseo en el plano de las imposibilidades del deseo" (34).

El deseo sexual no encuentra naturalmente su camino hacia el goce: entre ambos está la falta fálica y la angustia específica (la angustia de castración) que suscita, en tanto el objeto falta en su lugar.
En otros términos, mientras el deseo sexual nos empuja hacia la angustia, la inhibición, en tanto que deseo defensa que coloca en posición otro deseo (para el caso, el deseo de retener), evita al sujeto tener que confrontarse a la falta fálica en tanto tal.
Encontraremos la inhibición en la articulación entre un saber universal que, por más articulado que se presente, no se presta por ello a consecuencias, y una particular existencial que pone en acto tal o cual elemento de ese saber previo, y de ese modo compromete al sujeto ante el desafío de la angustia de castración. No son las representaciones las que producen, propiamente, la angustia, sino la inminencia del acto que pueden implicar.

Justamente, es de este par "deseo - inhibición", que conlleva la angustia de castración en su seno, que un desplazamiento puede devenir un acto. Un acto implica el franqueamiento del hiato de la causa del deseo.
El acto es lo que no se imagina. La única vivencia de la anterioridad a un acto propiamente tal, es la angustia. En ese sentido, el acto marca un punto de falla en la representación.
De un acto resulta un nuevo estado de cosas marcado por una pérdida irremediable (35).

El tapón anal y el grifo de Piaget

El tapón es la forma más primitiva de lo que Lacan ya introdujo como objeto ejemplar en la discusión sobre la función de la causa: el grifo (ver notas y comentarios).
Lo cual da ocasión para renombrar algunos de los elementos del cuadro, en función de ese objeto tapón o grifo, con su consecuencia: el deseo de cerrar (36).

deseo
no poder
causa
no saber
fuga
abrir
a
chorro
angustia

El síntoma es la fuga, o escape, de la canilla.
El pasaje al acto es abrir la canilla, pero sin saber lo que se hace. Es decir, algo se produce donde libera una causa por medios que nada tienen que ver con esa causa, ya que, como vimos, la canilla no juega su función de causa sino cuando todo lo que puede salir de ella viene de otra parte. En cuanto al acting-out, respecto a esta metáfora de la canilla, es la simple presencia, o no, del chorro. Es decir, lo que se produce por un hecho que viene de otra parte que de la causa sobre la cual se acaba de actuar (37).

Amor y deseo en el obsesivo

Retornemos a nuestro obsesivo y el objeto anal, el a causa del deseo de retener, y el fantasma obsesivo de la oblatividad.
Todo lo que dijimos de la función del objeto del don analógico destinado a retener al sujeto al borde del agujero castrativo, podemos transponerlo a la imagen (38)

¿Qué es ese amor idealizado que encontramos tanto en "el hombre de las ratas" como en el "hombre de los lobos", así como toda observación un poco atenta del obsesivo? ¿Qué distingue ese tipo de amor de un amor erotomaníaco? ¿Qué es lo que el obsesivo compromete de él en el amor?

Si el amor toma para él esas formas de un lazo exaltado es porque lo que él entiende que se ama es cierta imagen de él. Se imagina que esta imagen se la da al otro, y que ese otro ya no sabría de qué volver a agarrarse si esa imagen llegara a faltar. Este es el fundamento de "la dimensión altruista de ese amor mítico fundado sobre una mítica oblatividad" (39).

El mantenimiento de esa imagen es lo que lo ata a una distancia de él mismo. Esta distancia respecto a él mismo, es la que comúnmente se valoriza en cuanto a la dimensión narcisista, donde se desarrolla lo que en el obsesivo es comportamental o vivido, y que da su verdadera base a su intento de realizar al menos el primer tiempo de la imposibilidad de su deseo de manifestarse en acto. Decir que el obsesivo sostiene su deseo como imposible significa que sostiene su deseo a nivel de las imposibilidades del deseo.

En la referencia topológica del toro, el círculo del deseo del obsesivo nunca puede reducirse a un punto.
"De lo oral a lo anal, de lo anal, a lo fálico, de lo fálico a lo escópico y de lo escópico a lo vociferado, eso no vuelve nunca sobre sí mismo, sino volviendo a pasar por su punto de partida" (40).

Notas

(1) Jacques Lacan, El Seminario, Libro X, La angustia, Editorial Paidós, página 335

(2) Ya hemos visto los debates sobre la traducción de este término al castellano, en ocasión de la primera sesión (ver notas y comentarios)

(3) Traducción de la estenotipia.
Página 336 de la edición Paidós.

(4) Idem, página 336

(5) Jacques Lacan, op. cit., página 336

(6) Idem, página 337.
Este párrafo, además de sus complicaciones, incluye diferencias de establecimiento del texto.
La estenotipia y las transcripciones no oficiales, coincidentemente con el registro sonoro, dicen "embarras" (embarazo). En cambio las ediciones Seuil y Paidós dicen "émoi" (turbación):

Seuil
Paidós
L'angoisse se trouve suspendue entre, d'une part, la forme antérieure, si l'on peut dire, du rapport à la cause. ce "Qu'y a-t-il?" qui ira à se formuler comme cause, et, d'autre part, l'émoi. La cause que primitivement l'angoisse a littéralement produite, l'émoi ne peut pas la retenir
La angustia se encuentra suspendida entre, por un lado, la forma anterior, por así decir, de la relación con la causa, el "¿Que hay?" que llegará a formularse como causa y, por otro lado, la turbación. La causa que primitivamente la angustia, literalmente ha producido, la turbación no puede retenerla
Stenotipie (Staferla)
R. P.
L'angoisse se trouve suspendue entre la forme, si l'on peut dire, antérieure du raport a la cause:
- le qu'y a-t-il? que va se formuler comme cause,
- l'embarras et/est quelque chose qui - cette cause - ne peut pas la tenir, puisque primitivement, cette cause, c'est l'angoisse qui littéralement la produit
La angustia se encuentra suspendida entre la forma, si podemos decir, anterior de la relación con la causa, el ¿qué hay? que va a formularse como causa, el embarazo y/es algo que, a esta causa, no puede sostenerla, puesto primitivamente, esta causa, es la angustia la que literalmente la produce

En la "reformulación del cuadro de la angustia" que Paidós incluye en la página 344 (y Seuil en la página 369), la causa aparece, justamente, en el cuadrante del "embaras"

(7) Idem, página 337

(8) Idem, página 338

(9) Idem, página 338

(10)Traducción de la estenotipia.
Página 338 de la edición Paidós.
Paidós ha traducido "derelicción" ("abandono de una cosa con ánimo de poner fin a la propiedad que se ostentaba sobre ella") por "desamparo" ("que no tiene amparo, ayuda o protección", "situación de desprotección en la que se encuentra la víctima en el delito de omisión del deber de socorro").

(11) D.W. Winnicott, "Objetos transicionales y fenómenos transicionales", Capítulo 1 de "Realidad y juego", Editorial Gedis.
En "Subversión del sujeto y dialéctica del deseo en el inconsciente freudiano", Lacan lo describe como "la hilacha de pañal, el trozo de cacharro amado que no se separan ya del labio, ni de la mano" (Escritos 2, Editorial Siglo XXI, página 774)

(12) Traducción de la estenotipia.
Página 339 de la edición Paidós

(13) Idem

(14) E.T.A. Hoffman, "El hombre de la arena", Edición JVE.
Sigmund Freud, "Lo ominoso (das Unheimlich)", Obras Completas Tomo XVII, Editorial Amorrortu, páginas 217 a 251 (ver notas de lectura)

(15) Michel Sauval, "La letra invisible de la cultura digigal", revista Acheronta n° 22. Ver análisis de la raíz de estos desplazamientos en función del cifrado informático de los cuerpos

(16) Traducción de la estenotipia.
Página 341 de la edición Paidós

(17) Jacques Lacan, op. cit., página 18

(18) Idem

(19) Idem, página 19

(20) Idem

(21) Idem, página 341

(22) Idem

(23) Idem, páginas 341/2

(24) Idem, página 342

(25) Idem

(26) Idem

(27) Idem, página 343

(28) Idem

(29) Idem, página 345

(30) Idem

(31) Idem

(32) Idem, página 346

(33) Idem, página 347

(34) Idem, página 348

(35) Por ejemplo, si recordamos el caso de Emma, del "Proyecto" de Freud, "verificamos que su posición subjetiva cambió a partir de la resignificación que la activación pulsional de la pubertad introduce en la escena del pastelero. Es decir, no es la significación sexual de esa escena la que empujaría al acto sino que esa resignificación sexual es el acto mismo, aquello de donde surge un sujeto "nuevo" o diferente. La inocencia queda irremediablemente perdida y Emma pasa de la perplejidad a la culpabilidad. El acto modifica radicalmente la posición del sujeto. Por eso mismo, la interpretación no consiste en brindar significaciones prefabricadas. La interpretación apunta a que la significación se produzca a partir del levantamiento de la represión sobre los significantes que mantienen dicha significación en espera o latente.
El real del que la angustia testimonia su inminencia es el del acto. La inhibición se encuentra en la relación entre la angustia de castración y el acto
".
Michel Sauval, "Enigmas de la inhibición" (este texto reúne las notas de lectura y bibliografía propuestas para una reunión de trabajo sobre el tema de la inhibición, con los residentes del servicio de salud mental del Hospital Ramos Mejía)

(36) Jacques Lacan, op. cit., página 346

(37) Traducción de la estenotipia.
Página 347 de la edición Paidós

(38) Idem, página 348

(39) Idem, página 349

(40) Idem, página 348/9

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